Este domingo 19 de octubre de 2025 se llevan a cabo las elecciones en segunda vuelta en Bolivia para elegir a su presidente y vicepresidente, que disputarán el senador centrista Rodrigo Paz y el exmandatario de derecha Jorge Quiroga y que también supondrá un nuevo ciclo político y económico tras 20 años de la izquierda en el poder.
Paz y Quiroga (2001-2002) fueron los dos candidatos más votados en las elecciones generales realizadas el pasado 17 de agosto, en las que también se renovó al Parlamento nacional para el próximo quinquenio, aunque ninguno obtuvo el porcentaje suficiente para proclamarse vencedor en la primera vuelta.
En la votación de agosto, el senador centrista, que se postula por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), obtuvo el 32,06% y el expresidente conservador, que representa a la alianza Libre, logró el 26,70%.
Este 19 de octubre será la primera vez que se use este mecanismo para dirimir una elección presidencial y será proclamado ganador el binomio que obtenga “la mayoría de los votos”. Las encuestas muestran como favorito a Quiroga, aunque Paz ha puesto en duda la efectividad de estos estudios porque en la primera vuelta lo mostraron inicialmente en los últimos lugares, pero terminó siendo la revelación de esa votación.
Ambos candidatos prometen acciones inmediatas para sacar a Bolivia de la crisis económica en que está sumida, Quiroga con una inyección de dólares para la que acudirá a organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y Paz con la llegada de combustibles que afirma tener ya asegurado para resolver el actual desabastecimiento.
En lo que sí coinciden es en achicar el Estado, lo que supondrá un cambio del modelo económico que durante 20 años mantuvo el izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) y que, según expertos y opositores, ya está agotado, lo que niega el Gobierno del actual presidente boliviano, Luis Arce.
Los tres meses de campaña transcurrieron en medio de acusaciones mutuas de “guerra sucia” y polémicas que tuvieron como protagonistas a los candidatos a la Vicepresidencia, el expolicía Edman Lara, acompañante de Paz, y el emprendedor tecnológico Juan Pablo Velasco, que se postula junto a Quiroga.
Lara, que es muy activo en TikTok, hizo una serie de declaraciones que le han valido duras críticas, incluidas una advertencia a su candidato presidencial, comparar a Bolivia y la corrupción con enfermos con cáncer, llamar “cobarde y maricón” (sic) a Quiroga, o estrellarse constantemente contra medios de comunicación.
Mientras que Velasco, que nació en la región oriental de Santa Cruz, fue acusado de racismo debido a que unos supuestos tuits suyos salieron a la luz pública a fines de septiembre, en los que se refería de forma peyorativa a la gente que vive en el occidente de Bolivia.
Hace unos días, la Central Obrera Boliviana (COB), el principal sindicato de trabajadores del país, se declaró en emergencia ante cualquier intento de un nuevo Gobierno de modificar la Constitución o de descentralizar la educación y la salud.
Para esta votación se usará el mismo padrón del 17 de agosto, lo que supone que están llamados nuevamente a las urnas 7.567.207 personas en territorio boliviano y otros 369.308 ciudadanos en 22 países. El voto en Bolivia es obligatorio.
La misión electoral de la Unión Europea (UE) anunció que desplegará 120 observadores en las nueve regiones de Bolivia durante los comicios.
El representante de la UE, Davor Ivo Stier, dijo a los medios que el organismo europeo hará “una observación imparcial (y) neutral” en la jornada de votación y que el próximo martes presentará públicamente su “informe preliminar” con algunas recomendaciones.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, dejará el Gobierno en menos de un mes con dos grandes retos pendientes que fueron las promesas más importantes de su gestión, la política de industrialización y la explotación de litio, que deja 2.006 millones de dólares suspendidos en inversiones y un complejo industrial a media máquina.
Arce fue uno de los gestores del “Modelo Económico Social Comunitario Productivo” en el que se incluyó su política de industrialización con “una sustitución de importaciones” por varios proyectos industriales, que no han tenido resultados, según economistas y políticos opositores.
Otros planes de envergadura como la explotación de hierro, la producción de urea y la industrialización de azúcar, que también estaban en su plan de industrialización, tampoco tuvieron resultados. Entre ellos, el caso del yacimiento de hierro del Mutún, en la frontera con Brasil, un proyecto esperado durante seis décadas, con un potencial para generar ingresos por 260 millones de dólares al año, pero que recién fue inaugurado en febrero de 2025, que contendría unos 40.000 millones de toneladas del mineral, pero no otorga los resultados prometidos.
La industrialización del litio a través de la tecnología de extracción directa quedó en suspenso por fuertes observaciones a dos contratos con empresas de China y de Rusia, cuyas inversiones hubieran alcanzado los 2.006 millones de dólares.
Con información de EFE y AFP