CARINA NOVARESE
Hubo un presidente al que apodaron "Feolfo", otro que fue uno de los primeros aviadores profesionales de Uruguay y que además casi interviene en su avión en el episodio del Graf-Spee, un tercero que dio un discurso multitudinario en el recién inaugurado Estadio Centenario e incluso uno que ganó títulos nacionales e internacionales en competencias de gimnasia con aparatos.
El primero fue Juan Lindolfo Cuestas, conocido como "Feolfo" por su apariencia física pero también como "el perro dogo de las finanzas públicas" por su firme control de la economía. El segundo fue Oscar Gestido, quien sobrevoló con su avión militar el recién estrenado Estado Centenario, mientras que su hermano Alvaro vestía la celeste en el partido contra Perú.
El mandatario que dio su discurso en el Centenario fue Alfredo Baldomir; desde allí se dirigió a la ciudadanía en 1941 y, según quedó registrado en film, dijo: "Si el pueblo pide con cifras que quiere la Reforma, la Reforma se hará". Baldomir había llegado a la presidencia luego de una intensa carrera pública, pero muchos atribuyen su éxito en la elección a la preferencia femenina, que por primera vez votó en 1938. El hombre tenía estampa de "galán latino" y, según crónica de la época, un parecido con el actor Clark Gable.
Por último, el deportista entre los presidentes fue Jorge Pacheco Areco, que además de campeón en gimnasia practicó boxeo hasta en la residencia de Suárez y Reyes.
18 PRESIDENTES. Durante todo el siglo XX y lo que va del XXI Uruguay tuvo 18 presidentes elegidos constitucionalmente. Todos, menos uno, fueron integrantes del Partido Colorado. La excepción fue Luis Alberto Lacalle, el único gobernante blanco electo por el voto popular (otros blancos integraron dos gobiernos colegiados).
Sin embargo también hubo colorados que antes habían sido blancos o al menos habían coqueteado con esta divisa; Juan Lindolfo Cuestas trabajó en su ciudad natal, Paysandú, como secretario del Comandante Militar del departamento, Ambrosio Sandes, quien –según explica Alejandro Giménez Rodríguez en "El libro de los presidentes uruguayos"– coqueteaba con la divisa blanca. Pero en 1856 se pasó junto con Cuestas al bando colorado, siguiendo a Venancio Flores hacia Argentina.
También Juan María Bordaberry fue votante blanco. Aunque su padre había sido senador colorado y él mismo votó por este partido en 1946 y 1950, en la siguiente elección apoyó a Luis Alberto de Herrera y en el 58 militó en la alianza herrero-ruralista. Ese año los blancos ganaron el gobierno colegiado y Bordaberry llegó a ocupar cargos políticos, entre otros como presidente de la Comisión de Lucha contra la Aftosa. Su militancia alternada llevó a que le apodaran, despectivamente, "rabanito", por los colores de este vegetal.
GOLPES. El primer presidente del siglo XX pero electo en el anterior, fue justamente Cuestas y llegó al poder luego del asesinato de Juan Idiarte Borda.
Los 18 presidentes fueron mandatarios elegidos constitucionalmente, pero no todos completaron sus períodos en la misma condición; Gabriel Terra es recordado como el golpista que disolvió las cámaras en marzo de 1933, un día después de haber pedido al Parlamento la censura de la prensa por atribuirle propósitos dictatoriales al presidente.
El de Terra fue el primer golpe del siglo XX pero no sería el último. Alfredo Baldomir también dio un golpe de Estado "bueno", tal como lo han llamado los historiadores, a cinco semanas de la elección. Con su movida los terristas, riveristas y herreristas fueron desplazados del gobierno y se instaló un Consejo de Estado –integrado por batllistas y nacionalistas independientes– que comenzó a delinear la reforma de la Constitución.
Juan María Bordaberry disolvió las cámaras el 27 de junio de 1973 y se mantuvo en el poder hasta 1976, cuando los militares lo destituyeron. El golpe de Estado que apoyó inauguró el período dictatorial más largo de la historia cercana uruguaya: 12 años sin elecciones presidenciales.
SUICIDIO. Dos de los 18 mandatarios, Luis Batlle Berres y Jorge Pacheco Areco, fueron originalmente electos como vicepresidentes pero debieron sustituir a los presidentes que, en ambos casos, murieron por causas naturales durante sus períodos, Tomás Berreta y Oscar Gestido respectivamente.
Como consecuencia del golpe de Terra se produjo la única muerte violenta de un presidente uruguayo en el siglo XX; Baltasar Brum, quien había sido electo en 1919, se suicidó frente a su casa en marzo de 1933. La mañana de su muerte habían llegado hasta su residencia dos policías con la orden de detenerlo. Brum era en ese entonces miembro del Consejo Nacional de Administración, el que se había opuesto duramente a las medidas de censura de la prensa que quería impulsar Terra y que finalmente fueron rechazadas por el Parlamento.
Los policías fueron sacados a balazos por el propio Brum y desde ese momento no dejó de pasearse por la vereda de su casa con dos revólveres en la mano. A las cuatro de la tarde se pegó un tiro en el pecho, luego de gritar "Viva Batlle!" y "Viva la democracia!" y ante la mirada de su esposa y su madre. Tenía 49 años.
Terra no murió violentamente pero casi. En junio de 1935 atentaron contra su vida en el Hipódromo de Maroñas, durante la visita del presidente brasileño Getulio Vargas, pero finalmente sólo fue herido levemente. Muchos años después, en plena dictadura, Jorge Batlle también fue herido de bala en las piernas en Maroñas, en un episodio que nunca se aclaró.
Otro político contra quien se atentó antes de llegar a la presidencia fue Luis Alberto Lacalle, también durante el período de facto, en 1978, cuando llegaron a su casa botellas de vino envenenado, al igual que otras enviadas a Mario Heber y Carlos Julio Pereyra. Como consecuencia murió la esposa de Heber, Cecilia Fontana.
EDADES. El presidente más joven al ocupar el sillón presidencial fue Baltasar Brum, quien juró a los 35 años. También hubo muchos primeros mandatarios en sus 40, entre ellos Feliciano Viera (42), Bordaberry (43), Pacheco (47), Lacalle (48) y Luis Batlle Berres (49).
El récord del presidente que llegó al poder con más años lo tiene Jorge Batlle, quien fue electo en 1999 y asumió con 72 años, uno más que los que tenía Tomás Berreta en 1947 cuando se convirtió en primer mandatario.
En tanto, el ex presidente que murió a edad más tardía fue José Serrato: en 1960 a los 92 años. Había sido el primer gobernante elegido directamente por el voto popular, luego de la reforma constitucional que en 1917 cambió el sistema legislativo. Fue además el último mandatario que juró en el Cabildo, ya que bajo su mandato se construyó el Palacio Legislativo.
Fuentes: "El libro de los Presidentes Uruguayos", Alejandro Giménez Rodríguez; "Mini historia electoral del Uruguay. Quiero ese sillón", revista Tres noviembre 1999; "Historia del Uruguay", Gerardo Caetano, José Rilla.
Los Batlle: la dinastía uruguaya
En la historia de los presidentes uruguayos el nombre Batlle se repite muchas veces en lo que muchos han definido como una verdadera dinastía política. El primero de los presidentes Batlle ejerció en el siglo XIX y fue Lorenzo, nacido en Montevideo de padres provenientes de Sitges, Cataluña.
Su hijo, José Batlle y Ordoñez, fue dos veces presidente (en 1903 y luego en 1911) y el adalid de la legislación social, además de un país moderno o "civilizado". Entre sus muchas particularidades se recuerda el juramento que hizo al comenzar su segundo período, cuando luego del tradicional "Juro por Dios Nuestro Señor y estos Santos Evangelios" aclaró que el juramento para él no tenía valor y volvió a prometer "por mi honor de hombre de ciudadano".
La tercera generación de Batlles en el poder no estuvo personificada en ninguno de los varios hijos de Batlle y Ordoñez, César, Rafael y Lorenzo. El sucesor fue Luis Batlle Berres, sobrino de Batlle y Ordoñez, quien pasó a vivir con él debido a la muerte temprana de sus padres. Fue el delfín de su tío por su interés por la política, lo que generó grandes celos y enfrentamientos con sus primos hermanos. Sus parientes fueron quienes, en los 50, le cerraron el paso a una presidencia electa directamente por la ciudadanía (aunque luego fue integrante del colegiado) cuando impulsaron desde la lista 14 la vuelta al Poder Ejecutivo Colegiado.
El último Batlle, por el momento, fue Jorge, hijo de Luis, quien llegó a la presidencia en el quinto intento. José Amorín Batlle, sobrino segundo del actual presidente, fue electo diputado en las anteriores elecciones y hoy se postula nuevamente.
De los 18 presidentes electos constitucionalmente en el siglo XX y lo que va del XXI, sólo tres nacieron en el interior del país. Juan Lindolfo Cuestas era originario de Paysandú, donde comenzó su carrera política. De Salto provenía Feliciano Viera, el presidente electo en 1915, gran amante de la cultura y cuya hija fue Petrona Viera, la destacada artista que quedó sordomuda a raíz de una meningitis que padeció a los dos años. Baltasar Brum había nacido en lo que hoy es territorio de Artigas pero que en ese momento pertenecía a Salto.
En cuanto a las ocupaciones, la gran mayoría de los mandatarios llegaron al poder precedidos de estudios de Derecho y extensas carreras públicas que incluyeron varios períodos parlamentarios como diputados o senadores.
Pero también hubo excepciones. Claudio Willimam –quien fue el pivot entre los gobiernos de José Batlle y Ordoñez– llegó a la presidencia en 1907 precedido de una larga carrera como catedrático e incluso rector universitario. Su pasión eran las matemáticas y las Ciencias, pero debió estudiar Derecho porque en su época la facultad de Ingeniería aún no existía. Impulsó la llegada del fonógrafo y la telegrafía sin hilos.
Serrato fue Agrimensor y catedrático de ingeniería de puentes y caminos, Tomás Berreta fue agricultor y tropero, además de policía en una comisaría de Colón y Andrés Martínez Trueba fue el único presidente Químico Farmacéutico.
Al día de hoy la mayoría de los ex presidentes tienen calles o espacios públicos que llevan su nombre. Pero sólo dos tuvieron este honor en vida. Uno de ellos fue Cuestas, que tuvo su calle cuando se dispuso que Andrés Lamas llevara su nombre. En noviembre de 1917 se bautizó "Presidente Viera" a la plaza ubicada en las actuales Rivera y Julio César.
El primer gran outsider de los presidentes uruguayos fue el general Oscar Gestido. Su victoria se entiende como consecuencia del desprestigio de la clase política en esos años de enfrentamientos. También Bordaberry reconoció: "La política nunca me interesó como carrera".
El único presidente que fue reelegido en la historia reciente de Uruguay fue Gabriel Terra, gracias a una disposición transitoria dispuesta en una reforma constitucional plebiscitada junto con la elección, en 1934. Pachecho Areco buscó la reelección en 1971, para lo cual postuló una reforma de la Constitución que se plebiscitó en las mismas elecciones nacionales y que fue rechazada por la ciudadanía