Los síntomas que anuncian el angor

| Es importante distinguir la precordialgia para controlarla. Se trata de que no evolucione al infarto de miocardio.

Eduardo Casanova

médico de UCM

Hay distintas causas que producen dolor en el pecho, pero el angor, de origen coronario, tiene caracteres que deben identificarse para tratarlo adecuadamente. Puede ser un dolor ya crónico y conocido, o ser de reciente comienzo, en cuyo caso corresponde el diagnóstico que lo distinga de otros dolores precordiales, y también de un infarto cardíaco.

El dolor puede presentarse como una molestia vaga o bien desde el inicio con gran intensidad. Puede experimentarse como una opresión en el pecho, tipo "plancha", o como dolor constrictivo tipo "garra", o penetrante o transfixiante, como si el pecho hubiese sido atravesado por una "puñalada". En otros casos el dolor es tipo urente, sintiéndose un ardor o quemadura en el pecho.

Un carácter distintivo del angor es la irradiación del dolor desde el pecho a los hombros, sobre todo al hombro y brazo izquierdo, a veces fijándose en el codo y/o la muñeca. También es frecuente la irradiación al cuello, donde se puede experimentar la sensación de una garra constrictiva. En ocasiones se extiende como una barra, a lo ancho del pecho. Cuando el déficit de sangre coronario ocurre en la cara inferior del corazón, el dolor se experimenta no en el tórax, sino en el abdomen alto (epigastrio), pudiendo confundirse con un cuadro abdominal.

La sudoración fría abundante y vómitos en el angor hacen pensar en un sufrimiento coronario que ha llevado al infarto de miocardio. En dicho caso, el sufrimiento es más grave, ya que el dolor causado por el déficit de oxigenación de la fibra del músculo cardíaco (isquemia), ha llevado a una destrucción de la fibra (necrosis), en una zona más o menos extensa del corazón.

En el angor de esfuerzo crónico, el paciente ya conoce el dolor, que a menudo sobreviene cuando realiza un esfuerzo. En dicho caso, si el sufrimiento hubiese cambiado sus caracteres habituales, en intensidad, duración, o en respuesta a la medicación habitual, debe plantearse la posibilidad de que se haya producido un infarto de miocardio.

En el primer episodio de angor, luego de realizar el diagnóstico de angor de reciente comienzo, distinguiéndolo de una precordialgia de otro origen (frecuentemente vinculada a sufrimiento óseo, cartilaginoso o muscular de la pared torácica), debe descartarse la ocurrencia de un infarto de miocardio. Para ello es necesario realizar un electrocardiograma (ECG), con signos tanto de sufrimiento isquémico (reversibles) como de necrosis (que no se recuperarán).

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Manejo de la situación.

Cuando el dolor responde a la medicación antianginosa vasodilatadora confirma el diagnóstico de angor de reciente comienzo, pero el enfermo debe ser trasladado y controlado para evitar que evolucione a un infarto, pues resulta impredecible su evolución ulterior.

Cuando hay dudas en el diagnóstico.

La clínica y el electrocardiograma pueden ser dudosos, y debe investigarse en sangre la presencia de enzimas cardíacas, liberadas al romperse la membrana celular, en el infarto con necrosis de fibra miocárdica. También se puede aclarar con imágenes ecográficas del corazón.

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