MINAS | FERNANDO BONHOMME
Apenas amaneció llegó a Minas el primer ómnibus de una serie de casi 300 que en el correr de la mañana de ayer se acercaron al santuario de la Virgen del Verdún con miles de peregrinos de diferentes puntos del país.
Aunque el sábado hubo muy poco público en el entorno del santuario, ayer, que era el día de la Virgen, el cerro parecía un hormiguero de gente, entrando y saliendo, caminando o descansando y hasta buscando caminos alternativos para poder llegar o salir del lugar.
A media mañana, los accesos colapsaron debido a la gran afluencia de vehículos y Policía Caminera tuvo que comenzar a desviar el tránsito por un camino lateral, dos kilómetros antes de llegar al cerro Verdún. Según datos de Caminera, en el correr de la mañana arribaron al lugar unos 500 vehículos por hora. Sobre el mediodía, la fila de automóviles y ómnibus esperando entrar, salir o estacionados sobre el costado de la ruta se extendía por varios kilómetros en todas las direcciones.
Año a año son miles de personas las que visitan el santuario y, aunque muchos de ellos lo hacen por una cuestión de tradición, la gran mayoría lo hace por devoción a la Virgen. Hasta allí llegan a cumplir promesas de las más variadas y presentar ofrendas de todo tipo. Personas descalzas o de rodillas, novios de la mano, deportistas y quinceañeras con sus trajes son parte de la fiesta.
Cuestión de fe. Elbio Díaz y Erminia Iglesias son de Santa Rosa y hace 60 años están casados. Tienen 80 y 76 años y todos los 19 de abril concurren al lugar y suben hasta la cima.
Luis, en tanto, vive en Playa Pascual y descendía con su hijo de 4 años en brazos. Dijo que ésta fue su primera visita a la Virgen y llegó junto a vecinos y amigos a pedirle por la salud del niño que en breve tendrá que enfrentar una serie de operaciones en sus piernas.
José Luis, alumno de 5º año de la Escuela Nº 9 de Pirarajá, realizó el ascenso con mucha tranquilidad, casi sin darse cuenta, quizás por lo entretenido que iba sacando fotos con su laptop del plan Ceibal. Hoy las va a compartir con sus compañeros de clase, dijo.
En un recodo del camino, cuatro señoras juntaban piedritas. Eran enfermeras del Hospital Italiano que todos los años concurren al cerro y luego les dan las piedras a los compañeros que no pudieron ir. Al año siguiente las devuelven y cargan otro puñado.
El obispo de Minas, Monseñor Francisco Barbosa, dijo que esta peregrinación trae a la Virgen "todas las expectativas de nuestra patria, en un año muy particular, donde necesitamos trascender los intereses particulares o grupales para sentirnos comprometidos a discernir por dónde pasa el mejor bien para todos". "Por eso hemos rezado en este día, y también por los niños, los enfermos, por aquellos a quienes no les da el dinero que ganan para vivir y también tuvimos presente a los que no han podido venir", dijo.
Promesas por salud y familia
"Los milagros existen, hay que creer", dijo Walter, de la Floresta, mientras hacía un descanso en su subida al cerro de rodillas. Su hijo de 2 años tuvo una rara enfermedad que le produjo parálisis, y él se encomendó a la Virgen. "Nos dijeron que su recuperación llevaría años, y en 18 días salió adelante", contó.