Por Eduardo Barreneche
El caso conmocionó a los uruguayos. El 13 de febrero de 2017, Mónica Rivero, la jefa de finanzas y de tesorería y funcionaria de total confianza de la importadora Julio César Lestido S.A., desapareció.
Pocos días más tarde, se supo que Rivero había huido después de provocar un desfalco millonario en la compañía donde trabajaba.
Rivero, que no tenía título e inclusive le faltaban algunas materias del liceo, armó durante 10 años una compleja maniobra contable que le permitió sustraer US$ 7,6 millones sin que lo notaran ni Julio César Lestido S.A. ni KPMG, una de las principales consultoras del país que auditaba la contabilidad de la importadora.
Por esta razón, la empresa inició demandas civiles a KPMG por entender que la consultora no realizó en forma eficiente los controles contables ni a Lestido S.A. ni a Baluma S.A. (Conrad) donde Rivero jugó US$ 4,2 millones entre 2007 y 2017.
En el Juzgado Civil de 10° Turno, la empresa Julio César Lestido reclamó a KPMG por supuestos daños y perjuicios ocasionados por las pérdidas millonarias.
El expediente judicial se inició en 2017. Cinco años después, el juicio llegó a instancias finales. El 18 de noviembre de 2022, la jueza actuante convocó a representantes de la importadora Julio César Lestido S.A. a la audiencia preliminar que se haría el pasado 27 de febrero.
En esa audiencia preliminar, el demandante ratifica el juicio y el demandado lo contesta; se pueden alegar hechos nuevos y proponer nuevos medios de prueba y el juez puede buscar una conciliación entre ambas partes, entre otras acciones.
No obstante, el 6 de febrero, faltando 21 días para la audiencia preliminar, la jueza civil de 10° Turno, María Aurora Larramendi González emitió un decreto donde informaba a las partes que el expediente del juicio importadora Julio César Lestido S.A. contra KPMG se había perdido.
El decreto 116/2023 del Juzgado Civil de 10° Turno dice: “Atento a que la búsqueda efectiva y exhaustiva de los expedientes objeto de la solicitud que antecede (la audiencia), ya se realizó antes, durante y con posterioridad a la Feria Judicial Mayor, decrétase la reconstrucción de los expedientes solicitada, debiendo las partes proporcionar las copias que tuvieren en su poder y brindar la mayor colaboración a sus efectos”.
El 23 de febrero, la magistrada firmó un segundo decreto donde también hizo mención a la pérdida del expediente relacionado con el juicio iniciado por Julio César Lestido contra la consultora.
El decreto sostiene que al efectuar el estudio del expediente acumulado y sus piezas para el control de “su correcta reconstrucción” por “haberse extraviado” y a efectos de la preparación de la audiencia preliminar, surge un segundo expediente donde la empresa Julio César Lestido demanda a Baluma S.A. (Conrad) por daños y perjuicios. Ese litigio se encuentra pendiente de resolución, expresó la jueza.
Por ello, la magistrada dejó sin efecto la audiencia preliminar fijada para el 27 de febrero. Y agregó que el expediente pasó a su despacho para resolución.
El robo
Según informó El País el 3 de marzo de 2019, en 2006 Rivero empezó a robar a la importadora Julio César Lestido S.A. a través de “pequeños” montos.
En el primer año Rivero sustrajo US$ 83.680. Con el correr del tiempo, pensó que la maniobra no era detectada por sus superiores. En 2011, se apoderó de US$ 1.293.233.
¿Cómo engañaba a sus jefes del área contable de una empresa importadora del volumen de Julio César Lestido? Rivero recibía de los proveedores -la firma es representante exclusivo en Uruguay de Audi, MAN y Volkswagen- las “confirmaciones de saldo” por mail, es decir, los saldos de las cuentas corrientes adeudadas por la empresa.
Durante años la mujer modificó esos saldos, envió la cifra fraguada a la consultora KPMG y extrajo para sí dinero del pago a proveedores extranjeros. Cuando estos reclamaban, ella arrastraba el pasivo a otro proveedor o sacaba fondos de otros depósitos.
El informe de la auditoría, incluido en el expediente penal, lo explicó así: “La operación consistía en generar asientos contables falsos sobre depósitos en efectivo, que pudieran justificar las salidas de caja de la empresa. El ocultamiento contable de estos valores consistía en subvaluar contablemente pasivos de la empresa y sobrevaluar activos”.
¿Qué hacía Rivero con tanto dinero? La funcionaria percibía en 2017 un sueldo de $ 81.287 nominales. Algo que no condecía con el hecho de que en la siguiente década, Rivero, su marido y su hermano apostaran US$ 4.244.924 en el casino.
Por su volumen de gasto, Rivero tenía una tarjeta VIP que permitía a ella y a su familia alojarse gratis en el hotel, se beneficiaba con estadías, masajes, restaurantes, boutique de ropas, traslados y otras regalías.
Además, no solo gastó el dinero sustraído a la empresa Julio César Lestido S.A. en juego. También viajó mucho. Realizó 60 viajes, la mayoría de ellos a Buenos Aires. Fue a Europa, Estados Unidos y el Caribe. Al hermano le regaló US$ 80.000 para comprarse un apartamento. Entre 2014 y 2015 cambiaron de auto cuatro veces. Luego de desaparecer con un bolso lleno de dinero, Rivero se ocultó en una casa en el lado brasileño del Chuy.
Hasta que un hombre la reconoció. Rivero dejó el dinero en la casa y se fue a la playa. Intentó suicidarse, pero, como relató luego, el agua la “llevaba una y otra vez a la orilla”. Una pareja la auxilió y luego llamó a la Policía.
El móvil la llevó al Chuy. Recuperó su dinero y se instaló en la Barra del Chuy. Sin embargo, sus contactos a través de las redes sociales permitieron a los investigadores de Interpol ubicarla y capturarla.