DELINCUENCIA EN LA PERIFERIA DE MONTEVIDEO
Una banda de delincuentes, portando armas largas, pistolas y revólveres, redujeron a dos jóvenes e incendiaron las dos casas donde vivían con sus familias en el asentamiento 24 de Junio.
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Una banda apuntó con armas a un grupo de mujeres, robaron sus dos casas, las prendieron fuego, a golpes tiraron a las víctimas a una zanja y a una de ellas le dispararon en forma intimidatoria. Después de los incendios, una integrante de una de las familias se quedó en una habitación que se salvó del incendio y la banda regresó por ella. Así lo señaló la fiscal de Estupefacientes de 2° Turno al juez Marcelo Souto, en una audiencia realizada el 30 de abril pasado.
En el juzgado, Llorente habló de un Montevideo que vive y late en la periferia, en donde bandas de delincuentes creen que tienen licencia para matar y disponer de bienes ajenos.
Armas largas.
Eran las 21:30 horas del 22 de abril de este año. Dos jóvenes cuñadas charlaban en la puerta de la casa de una de ellas en el asentamiento 24 de Junio (Camino Repetto y Camino Domingo Arena).
En un momento aparecieron seis personas. Todos armados. Algunos tenían escopetas. Otros revólveres y pistolas. Las dos jóvenes los vieron y los identificaron enseguida. Ellos siempre andaban juntos en el barrio. Eran “el Oreja”, “el Kiko”, “el Rey Mitolón”, “el Juampi” y “el Chocho”. En el grupo también se encontraba un menor conocido como “el Gordo”.
“Quédense quietas y levanten las manos o las quemamos”, dijo un integrante de la banda a las dos jóvenes, advirtiéndoles así que podían llegar a dispararles.
Con excepción de “el Chocho”, que se quedó afuera amenazándolas con una escopeta, los restantes integrantes de la banda ingresaron a la casa.
Desde la calle, las víctimas vieron a “el Kiko” y a “el Oreja” salir de la casa con un televisor plasma y el celular de la dueña de casa.
Adentro de la vivienda, otros integrantes de la banda comenzaron a rociar los muebles con la nafta que había llevado “el Rey Mitolón” en un bidón. Posteriormente, uno de ellos prendió fuego la casa.
Después, los delincuentes cruzaron la calle y se dirigieron a la casa de la otra joven, una adolescente de 16 años que vivía con su madre. En esta ocasión, las víctimas pasaron a estar al cuidado del menor conocido como “el Gordo”, quien las amenazaba con un arma.
De la segunda casa, los delincuentes sacaron una mesa, un ropero, un acolchado, un somier y un par de championes de la adolescente. Y, siguiendo la modalidad anterior, rociaron la casa con la nafta que tenía el bidón y luego prendieron fuego. “Incendiaron las dos fincas y hubo pérdidas totales”, dijo la fiscal Llorente en la audiencia a la que accedió El País.
Mientras ambas casas ardían, “el Chocho” ordenó al adolescente y “al Juampi” que golpearan a las víctimas. Una lluvia de golpes de puño y puntapiés cayeron sobre las chicas. A ambas las tiraron en una zanja. En ese momento, según dijo la fiscal Llorente, los integrantes de la banda les dijeron a las víctimas que se tenían que ir del barrio o las iban a matar.
Las lesiones padecidas por las jóvenes fueron constatadas por el médico forense.
La adolescente sufrió hematomas en la cabeza, un corte de cuatro centímetros en el brazo derecho y golpes en varias partes del cuerpo que correspondían a estrías de calzados (patadas). En tanto, su cuñada tenía hematomas en la columna vertebral, un corte de seis centímetros en el muslo izquier- do y lesiones en su pierna derecha.
Delincuentes regresaron.
Con las fincas ardiendo, el grupo armado se retiró hacia Pasaje D y Camino Domingo Mora. En tanto, ambas jóvenes salieron a buscar a la madre de una de ellas que salía de trabajar. Pero no llegaron a encontrarla. Desde lejos vieron que integrantes de la banda estaban efectuando disparos al aire. Ante esto, ellas decidieron regresar a sus casas. Poco después llegó la madre y observó a las casas que ardían. Minutos más tarde, personal de Bomberos comenzó a apagar el incendio. Estos constataron que las fincas, que estaban una frente a otra, “habían tomado fuego generalizado” y que “los daños fueron totales”, dijo Llorente.
El incendio provocó la caída de los techos y de paredes en ambas casas, agregó la fiscal.
Los bomberos lograron detener el fuego para que no se propagara a las viviendas linderas. “No hay conexión entre las casas incendiadas. Existe una distancia de 20 metros entre una casa y otra”, explicó en tanto Llorente al juez Souto.
La conclusión de los bomberos fue que el fuego fue provocado por un factor humano, según surgió de las inspecciones oculares y los testimonios de algunos vecinos.
Horas más tarde, la víctima adolescente salió a buscar una frazada que le iba a dar una vecina para protegerse durante la noche. Cuando caminaba por Pasaje D y antes de llegar a Pasaje E del asentamiento, vio a tres integrantes de la banda. Una vez más, los delincuentes efectuaron disparos aunque no la hirieron.
“Los tiros buscaban intimidarla y que se fuera del barrio”, según la fiscal.
La madre de la adolescente dijo a la Fiscalía que no se iban a ir del barrio pese a que les habían quemado su casa. “Les quemaron hasta los terrenos para que se fueran”, agregó Llorente.
La madre de la otra mujer, en tanto, se quedó la noche del incendio en una pequeña habitación que sobrevivió al siniestro. Durmió tapada por frazadas. Al otro día del incendio, el 23 de abril pasado, “el Kiko” y “el Chocho” regresaron la casa y prendieron fuego las frazadas y un colchón. Ello la obligó a irse del lugar.
Ambas víctimas presentaron la denuncia en el Área de Investigaciones de Zona III (Mendoza). “El Chocho” fue capturado poco después. El 29 de mayo pasado, Souto lo procesó por violación de domicilio, lesiones personales, incendio, extorsión y hurto. Otro integrante de la banda también fue capturado por la Policía.