Antonio Mercader
Contra el papa Benedicto XVI, contra el arzobispo Cotugno, contra la ministra Arismendi. El padre Uberfil Monzón no deja santo con cabeza en sus entrevistas de prensa, la última de las cuales la publicó Crónicas Económicas. Tupamaro de viejo cuño y a mucha honra, el director del Instituto Nacional de Alimentación (Inda) es un rebelde sin pelos en la lengua. Nadie duda de su amor al prójimo ni de su pasión por la tarea social aunque cabe preguntarse si semejante insurrecto podrá guiar programas vitales para miles de carentes que acuden a comedores públicos o reciben canastas de comida. Toda una incógnita.
Monzón define al Inda como "esa máquina tan pesada". Tanto que se niega a integrarla al Ministerio de Desarrollo Social, lo que podría entenderse como un deseo de aliviar las cargas de la ministra Marina Arismendi. No es así, es otra cosa: entre Monzón y ella no hay buena química. Según él, la ministra cometió "un desatino político" al excluir a las Intendencias en el reparto del Panes. Y añade que el plan de emergencia "está estancado".
Herida, la ministra esperó su turno y el diputado Jorge Gandini lo propició cuando le sugirió anexar el Inda a su ministerio lo que motivó la gloriosa respuesta de Arismendi: "El Inda pasámelo, al cura quedátelo vos..." ¡Atentos, murguistas del carnaval 2006!
No es el único frente de lucha abierto por el indomable. También con la Santa Madre Iglesia tiene lo suyo. Fiel a la Teología de la Liberación, esa onda que bendijo la violencia en nombre de la justicia social, Monzón dice que "no coincide" con Benedicto XVI, un papa que, como su antecesor, condenó a los curas latinoamericanos que se hicieron guerrilleros. Acepto que es el actual jefe de los católicos, pero yo mantengo libertad de conciencia, le advierte Monzón al Vaticano. Y de la autoridad eclesiástica de Montevideo, es decir del arzobispo Cotugno, comenta: "Es el jefe que circunstancialmente tengo, uno muchas veces no elige a sus jefes". El sublevado Monzón cuenta que cuando le ofrecieron el Inda no fue a pedirle permiso a Cotugno sino tan solo a comunicarle su decisión de aceptar. Faltaba más.
Genio y figura, orejano hasta el fin, si es capaz de cargar contra la Iglesia que lo cobija, más fácil le resulta embestir a la ministra Arismendi, su blanco favorito. "El asistencialismo debe ser de las armas más peligrosas porque tiende a generar mentalidades quietas", la picanea. Tras denunciar que "este es un país de políticas sociales atomizadas" concluye con un consejo-crítica: "El Ministerio de Desarrollo Social debe instrumentar una forma de trabajo en la que se nuclee a todas las fuerzas vivas". Pero acá lo difícil es "nuclear" a Monzón, coordinar acciones con él y cumplir con el evangelio del Inda, del que tantos dependen para comer.
Una pizca de humildad cristiana no le vendría mal al cura.