PABLO PERA PIROTTO
Concurren varias veces por día al gimnasio y ejercitan sus músculos de forma obsesiva en busca de un ideal que jamás logran alcanzar. Siempre se ven débiles o carentes de atractivo y nunca están conformes con la imagen que les devuelve el espejo. Así son las personas que sufren una nueva enfermedad llamada vigorexia.
La vigorexia, también conocida como complejo de Adonis, es la adicción a la musculación y fue descrita hace pocos años por el médico estadounidense Harrison G. Pope. Este trastorno es considerado como el reverso de la anorexia, con la que tiene en común la percepción de una imagen corporal distorsionada por parte del enfermo.
"Todavía no ha sido reconocida como una enfermedad por la comunidad médica internacional, pero si la incluyéramos en alguna de las clasificaciones actuales, entraría dentro de los trastornos somatomorfos", explicó la psiquiatra cognitivo-conductual María Isabel Massonnier.
Afecta con mayor frecuencia a los hombres jóvenes, en edades comprendidas entre los 18 y los 35 años, aunque, en menor proporción, se puede ver en edades más avanzadas y en mujeres.
En Uruguay no hay cifras acerca del número de personas afectadas por este problema, ya que no es frecuente que los vigoréxicos concurran al médico al no ser conscientes de su problema. A veces son captados cuando consultan por algunas de las consecuencias del trastorno, como las lesiones físicas, explicó el médico deportólogo José Veloso.
Si bien el límite entre lo que es y no es enfermedad siempre es impreciso, se considera un comportamiento patológico cuando interfiere con el desarrollo de las actividades que conforman la vida normal de una persona. En este sentido la Dra. Massonnier explicó que "algunos llegan a dejar el trabajo porque consideran que eso les quita tiempo para estar en el gimnasio".
Se trata de una adicción porque el que la padece es incapaz de abstenerse o de detenerse en la repetición de un comportamiento por su propia voluntad, y más que obtener placer cuando lo hace, se siente mal cuando no lo realiza.
CONSECUENCIAS. A causa de una baja autoestima, los vigoréxicos están excesivamente pendientes de la aceptación del grupo al que pertenecen, lo que los lleva a compararse y a competir por ver quién logra desarrollar mayor musculatura. Cuando faltan aunque sea a una sola sesión de gimnasio, son condenados por el resto con frases como: "estás hecho un gordo" o "te viniste abajo, parecés un fleco".
Esta obsesión lleva a que muchos recurran a esteroides anabólicos para lograr un mayor desarrollo muscular. "Son sustancias químicas sintéticas que derivan de la hormona masculina testosterona, cuyo abuso lleva, además del aumento de los músculos, a que se altere la función del hígado, a la afectación del corazón, a la atrofia de los genitales en el hombre y a una masculinización en la mujer", manifestó el doctor Veloso.
También es frecuente que tengan una dieta muy desbalanceada, basada casi exclusivamente en proteínas. Esto es peligroso para la salud al sobrecargar la función de los riñones y provocar problemas gastrointestinales. Existen en el mercado nacional muchos productos dietéticos comerciales que no cuentan con la aprobación sanitaria oficial. "Son muy pocos los suplementos alimentarios autorizados en nuestro país, sin embargo puedo asegurar que en este momento debe haber más de trescientos o cuatrocientos en circulación", dijo Veloso, quien apuntó que muchas veces son vendidos dentro de los propios gimnasios.
El tener un desarrollo muscular exagerado también puede llevar a que se produzcan lesiones en los huesos y las articulaciones, que no están preparados para soportar una masa de tal magnitud.
El tratamiento de la vigorexia debe ser encarado por un equipo multidisciplinario, en donde la tarea de un especialista en salud mental es imprescindible, ya que llegan a desarrollar síntomas de ansiedad o depresión. Desde la medicina del deporte se establece un plan para regular o erradicar progresivamente las conductas peligrosas, y revertir las lesiones que ya estén establecidas.