URUGUAY 35 AÑOS DESPUÉS
Distribución de ambientes en los hogares: un cambio adaptado a las comodidades y a los presupuestos
Hasta los cinco años, Ana Lía Rovascio (63) vivió en San José. Después se fue a Montevideo y, una vez casada, a Nueva Helvecia. Pero, de aquellos años y de la casa de su abuela, tiene muy presente el aljibe. A la hora de la siesta, se juntaba con sus hermanos y sacaban baldes de agua fresca. A eso agrega: “No hay cosa más rica que el agua de aljibe fresca, con sabor a lluvia, nada de gusto a cloro”.
En muchos hogares se cambió aljibe por piscina. Pero son varios los elementos que se modificaron en los últimos 50 años con respecto a la distribución de los ambientes domésticos.
De comedores dobles (uno diario y otro para días de fiesta) a cocina y comedor integrados; de balcones vacíos a terrazas con compost; de escritorios a tablets y smartphones. Los espacios son menos específicos y más aprovechados porque las casas y la distribución de los ambientes se han adaptado a las comodidades y los presupuestos actuales.
Uruguay tiene uno de los metros cuadrados más caros de Sudamérica: oscila entre U$S 1400 y US$ 1900. Álvaro Sorrondegui, gerente del proyecto ejecutivo de Gómez Platero Arquitectos, expresa que es posible que los ambientes se hayan reducido, en parte, por los costos. La cocina ha ganado protagonismo. “Pasó de ser un local de servicio a ser un lugar mucho más refinado”, afirma Sorrondegui. La tecnología y el diseño han ido acompañando la evolución del equipamiento de la cocina a través de creaciones cada vez más modernas en electrodomésticos.
Para el arquitecto, la forma en que ha ido mutando la cocina como espacio muestra el estilo de vida de las personas. “Ahora la gente está menos tiempo en la casa, entonces cuando el grupo familiar está junto, quieren compartir”, sostiene. Eso deriva en cambios tipológicos: la integración casi total de las cocinas a los ámbitos de reunión de los hogares. Además, los livings o comedores para usos eventuales son cada vez menos frecuentes.
Rovascio, por su parte, cuenta que su casa tiene cuartos individuales y baños en suite y que el comedor hace las veces de living y estar porque la tele, los sillones y la estufa están ahí. Entonces su familia comparte más tiempo en ese espacio que en el mismo living. Pero no siempre fue así. Su casa tiene más de 100 años y los dueños anteriores tenían nueve hijos que dormían en el altillo.
Los dueños anteriores hicieron una reforma y agregaron una planta alta con cuartos individuales. Pero, por más cambios que ha tenido, aún conserva dos reliquias: el altillo, que hoy se usa para guardar cajas y frascos vacíos, y un sótano, donde solían almacenar las reservas de dulce, y también cumplía la función de proteger en caso de desastres climáticos, poco probables en Uruguay.
Cambios más trascendentes
Antes –cuenta Sorrondegui– el frente y el fondo eran dos exteriores muy distintos. Al frente estaba el jardín “público”, adonde daban los ambientes previstos para el encuentro social con el exterior, como el living. El fondo, en cambio, era la zona íntima o de servicio. Hoy las casas se encuentran absolutamente extrovertidas hacia el fondo, “ese exterior que es propio, íntimo y bien privado”, dice el arquitecto. Estas áreas ponen sus baterías en los parrilleros, el jardín, las galerías.
Sentado entre paredes de una casa antigua, el arquitecto señala que hay una diferencia de sensación espacial cuando hay más vidrio, se conecta el interior con el exterior y ahí es donde aparecen los espacios intermedios (terrazas, balcones, galerías). “Los grandes ventanales de vidrio doble hermético son una tecnología que hace que no haya tantas pérdidas térmicas, además de ser económicos”, dice Sorrondegui.
Muchos espacios han cambiado en las casas y Rovascio recuerda que de la de su abuela, lo mejor era el aljibe, algo que ahora no existe; también que antes era muy común, sobre todo en el interior, que cada hogar tuviera un parral y un limonero en el fondo. “En Montevideo, como empezaron a haber más apartamentos y menos casas, eso no se daba. Hoy por hoy se está retornando a lo ecológico, hay más conciencia de los efectos del cambio climático y demás, la gente pone compost en las terrazas o pequeñas quintas porque no tiene patio pero, en cierto modo, lo crea. Hay una preocupación mayor en ese sentido; capaz hace un tiempo solo pasaba en el interior”.
Otro cambio que nota es la preferencia por alquilar o comprar para vender en unos años. Antes se compraba la casa para la que se había ahorrado toda la vida pensando en que ahí iban a vivir sus hijos, sus nietos. “La mentalidad es distinta de la de antes y también los presupuestos”, afirma.
Irrupción de la tecnología

Existe la domótica, eso seguro. Pero lo que ha logrado un cambio diario y mucho más sutil en la forma de consumir de las personas es la tecnología de todos los días: la televisión, los celulares, las tablets, las computadoras y el WiFi.
Hace unas décadas, para tener una computadora era necesario dedicarle un espacio con mesa, enchufes para la toma eléctrica, conectarlo a internet vía teléfono y enchufarle la impresora. A ese espacio se le llamaba escritorio.
Sorrondegui cuenta que en su casa puede irse con su computadora a trabajar debajo de un árbol, desde donde tiene conexión WiFi, y carga la batería por la noche. Hay espacios que solían ser específicos y hoy no son requeridos.
Lo mismo la televisión. Pasó de ser un artefacto “bastante grotesco, muy profundo y con pantalla más chica” -dice Sorrondegui- a ser un elemento de diseño lo más sutil posible en su presencia. Se fue desarrollando: antes se apoyaba en el suelo como un mueble, después pasó a ser más delgada y ahora puede colgarse, necesitándose solo energía eléctrica, porque para el streaming ni siquiera es necesario tener cable.
Sorrondegui plantea un posible escenario futuro: “Va a haber un solo lugar en la casa con un muy buen televisor y el resto va a manejarse con artefactos multiuso”.