The New York Times
La economía se mantuvo resistente el año pasado frente a la inflación, la guerra y la intención de la Reserva Federal de frenar el ritmo de crecimiento. Pero una actuación similar en este 2023 está lejos de resultar garantizada.
El PIB de EE.UU., ajustado por inflación, aumentó a una tasa anual del 2,9% en el cuarto trimestre de 2022, difundió el Departamento de Comercio. Estuvo por debajo del 3,2% en el tercer trimestre, pero sin embargo representó un final sólido para un año patas arriba en el que la economía se contrajo en los primeros seis meses, lo que provocó que se hablara de una recesión, solo para recuperarse en la segunda mitad.
Debajo de los altibajos trimestrales hay una historia más simple, dijeron los economistas: la recuperación de la recesión pandémica se ha ralentizado en comparación con el ritmo frenético de 2021, pero ha mantenido el impulso gracias a un mercado laboral al rojo vivo y billones de dólares en aumento de los ahorros que permitieron a los estadounidenses capear el rápido aumento de los precios. Durante el año en su conjunto, medido desde el cuarto trimestre del año anterior, el PIB creció un 1%, muy por debajo del crecimiento del 5,7% en 2021.
“2020 fue la pandemia; 2021 fue la recuperación de la pandemia; 2022 fue un año de transición”, dijo Jay Bryson, economista jefe de Wells Fargo.
La pregunta es, ¿una transición a qué? Bryson, como muchos economistas, espera que comience una recesión en algún momento de este año, a medida que los efectos de las tasas de interés más altas repercutan en la economía.
El repunte inicial de la recesión pandémica fue mucho más fuerte en los Estados Unidos que en gran parte del resto del mundo. La brecha se amplió el año pasado cuando la guerra en Ucrania amenazó con empujar a Europa a una recesión y las estrictas políticas de supresión de COVID-19 en China restringieron el crecimiento allí.
Pero la economía de EE.UU. enfrenta nuevos desafíos en 2023. La inflación sigue siendo demasiado alta según muchas medidas, y se espera que la Reserva Federal continúe aumentando las tasas en un esfuerzo por controlar los precios. Un enfrentamiento en el Congreso sobre el aumento del techo de la deuda podría causar más turbulencias en los mercados financieros, o una crisis si los legisladores no logran llegar a un acuerdo.
Ya hay signos de tensión, especialmente en los sectores más sensibles a los costos de endeudamiento más altos. La actividad de construcción y las ventas de viviendas se han desacelerado significativamente. Las empresas tecnológicas han anunciado decenas de miles de despidos en las últimas semanas. La producción manufacturera cayó en noviembre y diciembre.
Aun así, en la economía estadounidense impulsada por el consumidor, una recesión es casi imposible mientras los hogares sigan abriendo sus billeteras. Hasta ahora, lo han hecho. El gasto del consumidor aumentó a una tasa del 2,1% en el cuarto trimestre, solo ligeramente por debajo del ritmo del tercer trimestre. Los estadounidenses han demostrado estar particularmente dispuestos a pagar por vacaciones, comidas en restaurantes y otros servicios a los que tuvieron que renunciar antes en la pandemia. El gasto en lujo también se ha mantenido fuerte, impulsado por consumidores de mayores ingresos que se ven menos afectados por la inflación.
“La vivienda está en recesión, la fabricación se está desacelerando, pero si el consumidor sigue gastando, no habrá una recesión”, dijo Michael Gapen, economista jefe para Estados Unidos de Bank of America.
David Bellman, propietario de una joyería en Manchester, New Hampshire, vio crecer su negocio a principios de la pandemia, cuando los clientes tomaron el dinero que habrían gastado en vacaciones y compraron joyas en su lugar. Esperaba que las ventas cayeran el año pasado a medida que se reabriera la economía, pero nunca sucedió.
Para la economía, esa disposición a gastar es una fuente de fortaleza, pero también de problemas. La Fed está tratando de reducir el gasto en un esfuerzo por controlar la inflación. Si los consumidores no retroceden, los formuladores de políticas pueden sentir la necesidad de ser más agresivos, lo que aumenta el riesgo de que vayan demasiado lejos y empujen a la economía a una recesión.
“La resiliencia es algo bueno en muchos sentidos, pero también es algo que dificulta las cosas para la Reserva Federal y endurece su determinación”, dijo Diane Swonk, economista jefe de KPMG.
Hay algunos indicios de que los consumidores finalmente pueden estar llegando a sus límites. En los últimos meses, los estadounidenses han estado ahorrando menos y usando más las tarjetas de crédito a medida que se agotan los ahorros de la era de la pandemia. Las ventas minoristas han caído durante dos meses consecutivos, y una gran acumulación de inventarios en el cuarto trimestre sugiere que muchas empresas pueden haber vendido menos durante la temporada navideña de lo que esperaban.
“Puedes comenzar a ver las grietas aquí”, dijo Brett Ryan, economista senior de Deutsche Bank.
En algunos rincones de la economía, esas grietas son más como fisuras. La vivienda, en particular, se ha visto afectada por el rápido aumento de las tasas de interés. La actividad de construcción residencial se contrajo a una tasa anual del 26,7% en el cuarto trimestre, coronando su peor año desde la crisis de las hipotecas subprime hace 15 años. Fue un cambio sorprendente con respecto a principios de la pandemia, cuando la construcción de viviendas estaba en auge.
A todo esto, el mercado laboral sigue siendo la fuente más clara de optimismo en la economía. A pesar de los recortes de puestos de trabajo de alto perfil en tecnología, no ha habido un aumento significativo en los despidos en general, y la tasa de desempleo se mantiene en un mínimo de medio siglo. Se espera que los datos del gobierno la próxima semana muestren que los empleadores continuaron agregando puestos de trabajo en enero.
La inflación, mientras tanto, se ha ido moderando. Eso podría permitir que la Fed aumente las tasas más lentamente, reduciendo el riesgo de que vaya demasiado lejos en el enfriamiento de la economía.
“Hemos visto buenas noticias sobre la inflación incluso cuando el mercado laboral se mantiene fuerte”, dijo Wendy Edelberg, directora del Proyecto Hamilton, un brazo de política económica de la Institución Brookings. “Ahora la política monetaria puede ser un poco más paciente”.