MAGDALENA HERRERA
Unos lo definen como muy tímido, otros como parco, él asegura que no es ninguno de los dos. Es cierto que siempre mantuvo un bajo perfil público, aún en tiempos tormentosos que él proclama los peores de su vida. Siempre prefirió el silencio, incluso cuando le estaban por cerrar por seis días la cadena de supermercados que lidera desde hace 50 años, y que cumplió 130 en Uruguay. Robin Henderson rompe esa barrera -cualquiera sea- de su personalidad para confesar, por ejemplo, que "todo ese bochinche con la Impositiva le costó cinco años de vida", o que "venderá Tienda Inglesa porque no es inmortal", y no tiene herederos que deseen subirse a sus góndolas.
Lo curioso de este hombre que conduce desde hace décadas diez sucursales, y comanda 4.000 empleados, es que nunca nada de esa empresa supermercadista logró inquietarlo como en el último año y medio, según afirma.
"Sólo me estresé en la época de las complicaciones con la DGI. El peor momento de mi vida fue cuando me enteré que nos iban a cerrar por algo que no hicimos. Y, prácticamente, no se podía discutir con nadie. Cuando intentamos entrevistarnos con autoridades ni siquiera nos atendieron. Sólo dijeron que respaldaban cien por ciento a las personas actuantes. Es un poco lo que pasó ahora: están totalmente equivocados apoyando a gente que...", señala sin querer terminar la frase.
-¿Eso fue lo peor que ha tenido que pasar en su vida?
-He pasado cosas tristes en mi vida, pero esto me sacó cinco años. Todas las mañanas me despertaba y pensaba: ¿cómo trato de convencer a estos señores del gobierno de que pagamos todo lo que teníamos que pagar? Y todo ese proceso duró año y medio.
-¿En qué siente que le quitaron cinco años?
-Los envejecí. Me di cuenta que físicamente y mentalmente estaba destrozado.
-Pero, los supermercados continuaban funcionando a pleno y las muestras de solidaridad eran grandes. ¿Qué es lo que más temía?
-No sé, realmente, estaba preocupado, absolutamente frustrado. Era algo que no terminaba, porque incluso cuando las propias autoridades dijeron que no cometimos dolo alguno, se habló de presunción. ¿Presunción de qué?
-¿Qué sintió cuando la Justicia falló a favor del no cierre?
-Que la justicia finalmente llegó.
-¿Tuvo sus dudas que llegara?
-Ah... en algún momento tuve serias dudas. Por encima de todo, estaban esos señores de la Impositiva a los que iba a ver, y me decían que no me creían. Toda mi vida he dicho la verdad, cosa que cada vez se estila menos. Cada vez se hacen cosas, desde mi punto de vista, más equivocadas.
-¿Qué siente hacia el ex director de Rentas?
-Prefiero no contestar.
-¿Le iniciará juicio al Estado, como alguna vez se comentó?
-No, ya decidí que no. Estoy deseando que todo termine y punto.
SE VENDE. Desde que llegó el Grupo Exxel a adquirir supermercados a Uruguay en 1998, que se corren rumores de la venta de Tienda Inglesa. Hace pocas semanas, un grupo chileno se encargó de desmentir que había realizado una oferta por esos supermercados. "Es un señor que ha comprado mucha cosa en Sudamérica, que en cierta oportunidad tuve alguna reunión con él. Pero no sé porqué, de repente, hizo esas declaraciones. No lo he visto hace año y medio," aclara Robin Henderson.
-Pero, ¿Tienda Inglesa está a la venta o no?
-Sí, por un buen precio Tienda Inglesa está a la venta. No me gusta vender, y el personal suplica que no lo haga. Pero algún día habrá que hacerlo porque no soy eterno, y mis hijos no tienen interés.
-¿No tiene heredero que le guste el supermercadismo?
-Directo, no.
-¿Y lo siente? ¿Le gustaría que quedara en la familia?
-Sí, me gustaría, pero ya lo descarté. No va a quedar en la familia.
-¿Tiene pensado hasta cuándo se va a quedar?
-Es el señor de arriba que lo tiene pensado.
-¿Y que se arreglen después?
-Prefiero dejarlo yo más o menos encaminado. Mi hija vive en Alemania, y a mis otros dos hijos no les interesa.
-¿Siente que ha descuidado a la familia por Tienda Inglesa?
-No, yo pienso que es un problema de la situación actual que existe en el país. Los valores y las prioridades de la gente están patas para arriba. Mayormente, todos los inteligentes se van.
-¿Cuál es la oferta más alta que ha tenido?
-Hace unos cuantos años, cuando el grupo Exxel estaba comprando. Pero prefiero no hablar de cifras.
-¿Y pensó en venderla en esa oportunidad?
-Sí, pero no llegamos a un acuerdo.
-¿En cuánto vendería Tienda Inglesa? ¿Tiene valor para usted?
-Lo tiene.
-En algún momento se dijo que no había llegado a un acuerdo por 100 millones de dólares.
-Bueno, pero ahora el dólar bajó. Ahora, 100 millones no son lo mismo.
-¿Se encuentra en conversaciones con algún potencial comprador?
-Algo hay sí.
-¿Dará alguna noticia pronto?
-Espero que no. Si me consiguen algunas píldoras para mi longevidad...
-¿Sería doloroso vender?
-Pienso que no. Ya sé lo que voy a hacer. Soy de sangre escocesa, y hay una isla cerquita de allá que me fascina. Ya he visto propiedades, que están muy en cuenta. Lo único es que hace un frío terrible en invierno.
-¿O sea que vende y se va para esa isla escocesa?
-Sí.
-¿Y Uruguay?
-Y Uruguay está corriendo a todo el mundo, ¿no?
-Pero a usted le ha ido muy bien.
-Está muy complicado ahora. Todos los días hay un disparate distinto. Hoy leí en el diario que hay que registrar a todos los perros, los gatos, las tortugas, las loras, los canarios. Me parece el disparate más grande del año. Hay gente que está empeñada en hacer eso, piensa que es lo correcto. Yo le busco el motivo y supongo que es la recaudación. No sé cuánto pagará la tortuga o la lora.
-Entonces, ¿ya no hay más desafíos para usted en Tienda Inglesa?
-Sí, instalar una tienda más.
-¿Antes de vender?
-Sí, antes de vender.
-¿Qué tiene en mente?
-Es un secreto.
-¿Pero es un proyecto cercano en el tiempo?
-Todavía no está maduro.
ENIGMÁTICO. Responde con frases cortas y concisas, algunas con fino humor y hasta ironía. Sólo se explaya un poco más cuando narra alguna anécdota de Tienda Inglesa. Por más que se encarga en señalar que también tiene pasiones fuera de los límites de sus tiendas -como un campo en San José o volar en helicóptero- está claro que Henderson sigue vibrando por el supermercadismo con igual intensidad que cuando abrió la primera sucursal en la entonces lejana Avenida Italia y Bolivia, y le decían que se encontraba completamente loco. "Estábamos en Ciudad Vieja y siempre se presentaban problemas. Había un paro y no venía nadie, o llegaba un dignatario de otro país y se cerraba todo el lugar. Siempre perdíamos dos o tres días al mes de ventas. Tampoco había dónde estacionar, así que decidimos cambiar," recuerda.
-¿Por qué eligió ese lugar?
-Fue una idea loca. Éramos tres socios, dos mucho mayores que yo: mi padre y un conocido de él. Cuando se complicó en Ciudad Vieja, me preguntaron: "¿Qué hacemos?" Y les dije de poner un supermercado. ¿Dónde?, interrogaron. Y les señalé hacia el Este: "Allá por el aeropuerto". Inauguramos el 2 de noviembre de 1962, el Día de los Muertos.
-¿El Día de los Muertos?
-Teníamos que abrir cuanto antes, porque no teníamos un peso. Necesitábamos hacer caja. No me olvido más que un día pasó un señor, de traje azul brilloso, y se presentó como Elbio Strauch. Me dijo que le gustaba mucho el supermercado y que desde ese momento tenía 60 días para pagar. Eso implicaba entonces las marcas más importantes de productos de limpieza. Para nosotros fue un gran alivio, siempre quedé muy agradecido con ese gesto.
-¿Tenía miedo entonces, o sabía que funcionaría?
-Desde el primer día pensé que iba a marchar. Se llenó de gente. Incluso no teníamos luz eléctrica porque UTE no podía brindarla, y compramos unos grupos electrógenos. Pero justo el día que abrimos, a las 8 de la mañana, no querían arrancar. La puerta estaba repleta de personas, y cuanta más gente había más curiosos se acercaban. A las ocho y diez arrancó, y abrimos. Por muchos años funcionamos con grupos electrógenos.
CALIDAD. Pasaron las décadas, y los supermercados comenzaron a pulular por toda la costa montevideana y del Este. Hoy, con 10 sucursales a cuestas, y una tienda por Internet que marcha viento en popa, camina entre las góndolas, los clientes lo saludan, y cuenta bastante emocionado: "El otro día me paró una señora y me dijo: Henderson, no tiene nada más que controlar, está todo muy bien, váyase a su casa".
-Dicen que usted es algo exquisito.
-Sí, a veces pienso que es un defecto. Siempre estoy peleando por la calidad y los precios, todos los días de mi vida. Pero soy un convencido de que el mejor negocio para el cliente es comprar algo que le dure. Muchas veces la gente se engaña, por el bajo precio de algo que es de mala calidad. Nosotros siempre tratamos de vender cosas un poquito mejor. Nos ha ido bien, así que tan errada no era la idea. Nos matamos para que todo sea bueno.
-¿Por qué no integra la asociación de supermercados?
-Porque cobran mucho.
-En serio, Henderson.
-En serio, la cuota es alta para los resultados.
-¿Cómo es la relación con sus colegas?
-No tenemos casi relación.
-Es dura la competencia.
-Es una competencia sana.
-¿Recorre los supermercados de colegas?
-Yo muy poco, pero algunas personas van y me informan. Siempre intento estar al tanto de lo que está ofreciendo la competencia.
-¿Cómo planifica su día? ¿Recorre las sucursales?
-Recorro todos los días: sucursales, depósitos, la fábrica Buffet. Pero lo planifico al azar, esas son las cosas buenas que tiene la vida, me levanto y empiezo: `Bueno, hoy voy a ir acá o allá`.
-¿Hay algo más para usted en la vida que le apasione tanto como Tienda Inglesa?
-Sí, tengo un campo en San José donde planté nueces hace treinta años, y el año pasado tuve una producción de 16 mil kilos. Es interesante. Primero pensé que sólo había que plantarlas, y luego me di cuenta que había que cuidarlas, regarlas y fumigarlas. Finalmente compré una máquina que abraza el árbol, lo sacude y caen todas las nueces.
-Se está refiriendo a más trabajo. ¿Es un adicto?
-No lo sé. Pero también disfruto volando en helicóptero, me voy al campo mirando la costa, que es fascinante.
-¿Usted lo vuela?
-Sí, yo mismo. Es fascinante, repito.
DAÑO Y BENEFICIO. Luego de conversar, está claro que el proceso judicial por el que atravesó Robin Henderson dejó una profunda herida. Sin embargo, el empresario, aclara, sobre el final, que también tuvo su lado positivo.
"Obviamente que si hubieran cerrado la cadena, el daño económico habría sido importante. Pero, al margen de eso, la gente se solidarizó tanto que hicimos nuevos clientes. Nos aumentaron notoriamente las ventas, con resultados que se observan hasta el día de hoy. El ex director de la DGI pensaba que habían crecido tras la fiscalización, porque era algo que antes no se declaraba y se evadía. Y no se daba cuenta que era por todo ese bochinche que se armó. Todavía estamos con ese aumento de venta, la gente quiso ayudarnos.
-¿Ese aumento de ventas compensa lo pasado?
-No sé, no sé. Le tendría que poner un valor a cinco años de vida. ¿Cuánto valen? Ahora, lo puedo hablar así porque me estoy recuperando.
Sucursales que tienen más venta
La sucursal más entrañable para Robin Henderson es la ubicada en Avenida Italia y Bolivia porque, según cuenta, allí dieron vuelta la pisada. "Veníamos mal de Ciudad Vieja y acá corrió bien desde el primer día".
El supermercado de la cadena que más vende actualmente es Punta del Este, seguido por Montevideo Shopping y luego el ubicado en Bulevar Batlle y Ordóñez. En cuarto lugar se encuentra el primero, el de Avenida Italia. "Éste está quedándose un poco."
A las diez sucursales en Uruguay, se le suma el supermercado por Internet que según Henderson crece exponencialmente en ventas cada día. Se instaló en Miami también, pero debió cerrar. "La burocracia allá es peor que aquí. Enviábamos un container de yerba y lo tenían al sol tres meses, mientras descubrían para qué era, si para fumar o tomar. Tuvimos que dejarlo, aunque hubiera sido un buen negocio pero me habría demandado viajar mucho más."
Desde hace ya bastantes años, Robin Henderson viaja dos veces por año a China, durante un mes en cada oportunidad, para abastecer no sólo los supermercados sino también el área de muebles y accesorios para la casa, que han tomado bastante protagonismo en la cadena. "Es algo que hay que hacer, la mercadería está, China está fabricando a todo lo que da, y la gente quiere esas cosas".
Cuatro mil empleados se encadenaron fuerte
Cuando los problemas de Tienda Inglesa con la DGI, los empleados de la cadena se acordonaron frente a Robin Henderson. Lo defendieron hasta con manifestaciones en la calle, y hace unos meses la última demostración de solidaridad se dio en Montevideo Shopping, cuando el veredicto del no cierre de la empresa, por parte de la Justicia. Henderson se emocionó hasta que se le nubló la vista.
—Más allá de esas demostraciones, se dice que usted es una persona difícil con la cual trabajar.
—Mucha gente dice que sí, pero trabaja y está muy contenta. Se van muy pocos. Tengo 4.000 empleados, y justo hoy estaba pensando que tengo un debe: no los conozco a todos. Tendría que tener una ficha con foto de quienes empiezan a trabajar para saber sus nombres.
—Igualmente, sería imposible recordar a los 4.000.
—Pero hay que intentarlo. Se debe saber sus nombres, qué les gusta, qué familias tienen. A mí me gusta saber cómo se llama la persona que trabaja para mí.
—En el caso de la DGI, los empleados se mostraron muy solidarios. ¿Tiene que ver con eso?
—No lo sé. Es difícil de decir. El tema de los sueldos también me parece importante. Todo el mundo trabaja por lo que se lleva de vuelta para su casa y, también, que el ambiente sea lo mejor posible. Una persona me dijo una vez que por cada empleado se tenía un problema. Yo no los tengo, están contentos. Claro que si ganaran el doble, lo estarían más. Pero en la situación actual, pagamos bien.
—¿Cuál es el promedio?
—Una cajera gana $ 8.000. Pagamos mejor que en otros supermercados. La gente lo valora.
—¿Qué sintió frente a las demostraciones de solidaridad?
—Una emoción impresionante. El otro día, cuando el fallo de la Justicia, me estaban esperando en Montevideo Shopping, y se pararon a saludarme y aplaudir. Recuerdo, hace ya casi dos años, en una de las reuniones que teníamos con Zaidensztat, que todos querían ir a manifestar a la esquina de la DGI. Y les tuve que pedir que por favor no lo hicieran. Fue realmente importante ese apoyo.