Las drogas ya no necesitan ser inyectadas, ingeridas o fumadas; ahora pueden simplemente escucharse y venir en "dosis digitales". Por lo menos así lo aseguran algunos sitios de Internet, que venden frecuencias sonoras de 15 a 30 minutos que posibilitan, según afirman, experimentar sensaciones fuertes, como alucinaciones.
¿Es posible "drogarse" tan solo escuchando música? ¿Puede un sonido provocar reacciones biológicas similares a las que genera una sustancia como el LSD o la cocaína? La tendencia -que data desde hace un par de años, pero se ha puesto "de moda" en los últimos meses, cuando se extendió de Estados Unidos a algunos países de Europa- deja la pregunta planteada y lo cierto es que los expertos no terminan de ponerse de acuerdo.
trance. El mes pasado, tres estudiantes del instituto de educación secundaria Mustang, en las afueras de Oklahoma (Estados Unidos), fueron llevados al despacho del director por comportarse como si hubieran estado consumiendo estupefacientes. Allí sentados, confesaron que lo que en realidad hicieron fue probar el i-dosing: una serie de pistas de sonido que habían descargado por Internet.
Actualmente, basta una búsqueda rápida en YouTube para acceder a filmaciones donde jóvenes, acostados en la oscuridad y con un casco en los oídos, entran en un supuesto trance gracias a "drogas digitales" que bajaron de la red.
Los sonidos que ofrecen estas páginas web se llaman "tonos bineurales". Se trata de dos sonidos similares pero que están en diferente frecuencia. Según explican expertos, se materializan bajo una forma para un oído y de una manera diferente para el otro. Al escucharlos a la vez, se alteran las ondas cerebrales y la persona lo percibe como algo diferente a los sonidos originales, señala la neuropsicóloga Brigitte Forgeot. "Gracias a este método es posible llevar al cerebro a producir ondas lentas, como las ondas alfa, asociadas a los estados de relajamiento, o aún más rápidas, como las ondas beta, asociadas a estados de vigilancia y concentración", precisa. Se trata entonces de un fenómeno neurológico que podría producir una especie de hipnosis sonora, de acuerdo a lo que señala la experta, que ha estudiado los efectos clínicos y neuropsicológicos de este tipo de sonidos.
Placebo. Pero no todos coinciden. El profesor Brian Fligor, director de diagnóstico auditivo en un hospital de Boston, opina que considerar la idea de "droga digital" es inverosímil. Consultado por la BBC, el docente dijo con contundencia que jugar con la percepción del sonido es interesante y claro, "pero no tiene absolutamente ningún efecto en la percepción del placer o en ninguna otra sensación".
En este caso, entonces, hay dos posibles explicaciones para el relato y las imágenes de los adolescentes: estuvieron fingiendo o sufrieron un efecto placebo, al convencerse de forma inconsciente de que estaban drogados. Mientras, los médicos no encontrarían consecuencias físicas reales de intoxicación. Para Fligor, el i-dosing no es ni bueno ni malo. "Es completamente neutro. Yo encuentro que es sólo una historia entretenida".
"Tráfico". Aún sin tener consecuencias físicas perjudiciales, los padres están preocupados por los significados de esta actitud. Aunque suene extraño, temen que las drogas digitales actúen como "puerta de entrada" a otras sustancias, según han declarado a medios estadounidenses.
A simple vista, los sitios web que venden i-dosing no parecen tan inocuos. O al menos intentan identificarse con drogas duras, dado que sus dosis llevan nombres como "alcohol", "opio" o "peyote".
La página I-Doser.com, que asegura ser el líder en el mercado de las "sustancias digitales", propone desde hace cinco años en su tienda en la red unas 200 "dosis" diferentes, para las cuales es indispensable utilizar un casco en los oídos. El precio de estos paquetes varía de 2,50 a 199,95 dólares.
Disponibles desde 2007 en el sitio estadounidense Cnet.com, las "dosis digitales" se han descargado más de 1,4 millones de veces.
Las dos fichas musicales más caras, bautizadas Gate of Hades (Puerta del Hades) y Hand of God (Mano de Dios), de una duración de 30 minutos, pueden, según su descripción, sumir al que las escucha ya sea en las peores pesadillas o en un estado de calma y beatitud.
"El efecto de los sonidos cesa desde que se dejan de escuchar", explicó Forgeot, señalando sin embargo que "la utilización intensiva de los sonidos estimulantes pueden generar a la larga perturbaciones de sonido o ansiedad, como pueden hacerlo la utilización de muchos psicoestimulantes".
Inspirado en el funcionamiento del tráfico de drogas no virtuales, el sitio I-Doser.com propone probar gratis varios de sus productos.
Al igual que el narcotráfico, se apoya en una red de revendedores ("dealers") reclutados por el sitio y remunerados hasta en un 20% de la facturación de las dosis.
En base a AFP y La Nación.