¿Qué es ser inteligente?

La revolución digital cambia las reglas de juego y evidencia fallas en el sistema educativo.

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GABRIELA VAZ

Lionel Messi toca el balón. Levanta la mirada, escruta el campo de juego, analiza dónde están sus compañeros y dónde se encuentran los rivales. Todas las decisiones que ejecuta de ahí en más son tomadas en milésimas de segundo, mientras corre a 20 kilómetros por hora con la pelota cosida a sus pies. Acierta siempre: hacia dónde desmarcarse y con qué pierna, con qué fuerza y hacia qué punto exacto pegarle al balón. Y eso, mientras prevé los movimientos de los demás como si tuviera ojos en la nuca.

Está claro: Messi posee una capacidad especial. Espacial. Su caso ha despertado la curiosidad de científicos y al menos tres universidades han estudiado su cerebro, buscando una explicación a las dotes sobrehumanas que tiene esta versión recargada del barrilete cósmico. Pero, en lugar de preguntarse de qué planeta viene Messi, tal vez la interrogante debería ser de qué inteligencia alimenta su brillantez.

Si el jugador argentino es un genio, ¿puede acaso compararse con Einstein? ¿Quién es más inteligente? ¿Bill Gates o Michael Jordan? ¿Jorge Luis Borges o Salvador Dalí? ¿Mozart o la Madre Teresa? ¿Es posible contestar estas preguntas?

La mención a Messi no es aleatoria. Casi todos los consultados lo aludieron en orden de ilustrar de qué se trata eso de las inteligencias múltiples, una teoría que ya cumplió 30 años pero que cobra vigencia a la luz de la actual revolución digital.

Fue en 1983 cuando un psicólogo llamado Howard Gardner postuló una tesis tan revolucionaria como polémica. Para él, la gente no nace inteligente o no inteligente; la inteligencia es una capacidad y, como tal, puede desarrollarse. Además aseguró que existen ocho áreas o capacidades -o, justamente, "inteligencias" (ver recuadro en pág. 2)- en las que las personas pueden destacarse y dijo que ninguna es más importante que otra, a pesar de que la sociedad y el sistema educativo formal priorizan solo dos: la lingüística y la lógico-formal.

Por ende, la inteligencia de un Messi o un Michael Jordan, quienes se destacan en la capacidad corporal, no es menor que la de un genio de las matemáticas. De esto se desprende lo que puede resultar fácilmente comprobable en la cotidianidad: la brillantez académica no lo es todo. Un estudiante mediocre puede llegar a triunfar en los negocios, por ejemplo, con más facilidad que un compañero que sobresalía en clase, ya que el éxito en la vida requiere aptitudes que la escuela no califica, como una buena inteligencia emocional.

El concepto pone en jaque al status quo. José Ramón Silveira, consultor en nuevas tecnologías aplicadas a la Educación, quien trabajó en el Plan Ceibal, lo explica así: "El gran planteo de Gardner es evidenciar que posicionamos todo el sistema educativo en torno a dos capacidades: la lingüística y la lógico-matemática. Si tenés facilidad en estas dos, vas a sortear sin problemas toda la educación formal. Si no, vas a tener problemas y te vas a convencer de que no sos inteligente, que es lo más lastimoso de una forma lineal de ver la inteligencia".

Esta dinámica está anclada en una idea básica errónea, opina Silveira. "Tenemos un problema que viene de nuestra matriz. Yo tengo hermanos y mis viejos decían: `Para que no se peleen, ¡para los dos lo mismo!` El concepto de justicia es: `Igual para todos`. Pero esa idea parte de un gran error que es creer que todos necesitamos lo mismo. Y no es verdad. Lo justo sería reconocernos profundamente diferentes. Ken Robinson (un educador británico) dice que la escuela funciona mal porque lo que intenta es estandarizar. Lejos de estar viendo distintas capacidades, evalúo una sola".

Esa es la otra conclusión que trae consigo la teoría de Gardner: así como todos tenemos distintas capacidades, todos tenemos diferentes formas de aprender. "Quien lo desconoce es la educación tradicional", coincide Roxana Castellano, licenciada en Ciencias de la Educación y directora de Creática, una institución educativa que investiga, capacita y difunde las posibilidades que las ayudas tecnológicas ofrecen a personas con discapacidad. "Una misma competencia debería estar desarrollada de diversas maneras, que te garanticen que todos los niños la puedan recibir. Si yo presento una misma idea con un video, un gráfico, un mapa conceptual, de modo práctico, desde lo oral, garantizo que todos lo puedan incorporar. Si hago un solo planteo, lo van a incorporar los que puedan".

Haciendo el mismo razonamiento, Silveira opina que en los institutos de formación docente como el IPA o Magisterio debería haber una materia llamada Evaluación. "Si hay gente con distintas capacidades, ¿no se debería evaluar de distintas formas? Tenemos que reconocer que no hay jerarquías de inteligencia. Ahora lo disfrazamos en colegios que incluyen expresión artística, por ejemplo, pero terminamos diciendo que las capacidades que importan son otras, las tradicionales".

Castellano -quien el sábado próximo brindará una conferencia abordando este tema en el marco de la Jornada TIC que tendrá lugar en el Salón Azul de la Intendencia de Montevideo- admite que no sólo los docentes sino también las familias hacen hincapié en las áreas tradicionales. "Los padres te dicen: yo traigo a mi hijo para que aprenda a escribir y a calcular. En discapacidades, se ve más la frustración cuando no pueden en esas áreas. Leer, escribir y calcular tiene una valoración de tipo social". Pocos tienen en cuenta que se puede usar una inteligencia como trampolín para abordar otras. "Es lo que llamamos `puentes cognitivos`. Para aprender música, necesitás matemática; entonces, aprendiendo música, ejercitás la matemática. De esa manera lográs que un chico aprenda conceptos de un área que no esté descendida con una que sí lo está".

Aún así, la tesis de las inteligencias múltiples tiene sus cuestionadores. Karen Bendelman, psicopedagoga que obtuvo su magíster en el área de superdotación y talento en Estados Unidos, donde reside y trabaja, y directora ejecutiva en la Red Internacional de Desarrollo Profesional Docente (IGET-Network), admite que no es "una gran fanática" de la teoría de Gardner. "Aunque está claro que la inteligencia no es algo monolítico, y que cada persona tiene diferentes habilidades y fortalezas, creo que no hay mucha evidencia empírica que apoye esta división de `inteligencias`, que a veces parece un poco arbitraria. En mi trabajo, veo lo que Gardner define como `inteligencias` más como `habilidades` o `aptitudes`, como dice (Robert) Sternberg", comenta esta uruguaya que utiliza diferentes baterías de tests y entrevistas con padres, maestros y niños para detectar estas fortalezas y habilidades en los pequeños.

Es verdad que no hay evidencia biológica que respalde la teoría al cien por ciento. Sí puede hablarse de la neuroplasticidad cerebral, que refiere a la capacidad del cerebro para modificarse según los estímulos que recibe. "El cerebro es un órgano social. Factores como la escolarización pueden modificar su manera de organizarse funcionalmente", señala Sergio Dansilio, director del Departamento de Neuropsicología del Hospital de Clínicas, quien a la vez aclara que la inteligencia es difícil de definir. "Para resolver problemas complejos, se requiere gran parte del cerebro; no hay una parte exclusiva dedicada eso. Cuanto más generalizada la situación (a resolver), más se difumina la actividad cerebral. ¿Cuánto va por lo genético y cuánto por lo cultural? Está en discusión. Yo no creo que haya argumentos biológicos para establecer una diferencialidad cerebral que explique las competencias distintas", sostiene.

La inteligencia emocional, en cambio, sí está relacionada con áreas específicas, como la amígdala, el sistema límbico y la zona fronto-basal; cuando una persona se lesiona esas áreas, ve afectada la capacidad de integrar información emocional, conservando sin embargo facultades intelectuales.

Dansilio indica que, según algunos estudios comparados, niños que dan muy bien en tests de resolución de problemas no son los mismos que logran alto puntaje en tests de coeficiente intelectual (el indicador de inteligencia más usado en el mundo).

LA VARIABLE DIGITAL. El siglo XXI introdujo una nueva variable que cambia las reglas de juego: la revolución digital. "Hoy nos sobrepasa la cantidad de información. Se cree que en 2025 el conocimiento humano se va a multiplicar cada 70 días. Entonces, ¿qué vamos a enseñar en la escuela? ¿Qué va a ser válido aprender? Cuando los estudiantes actuales egresen del sistema, la mitad de lo que aprendieron va a ser arcaico y será sustituido por conocimiento nuevo", apunta la licenciada en Educación especializada en Pedagogía Sara Ardaix, quien fue una de las expositoras en la última edición de las jornadas Proeducar, dedicadas a las inteligencias múltiples. Y agrega: "Hay que enseñar a pensar. Tener en cuenta el tema de las inteligencias. Necesitamos personas con criterio para saber dónde buscar la información, cuál es relevante y cuál no para la resolución del problema que tengo".

También Silveira alude a la importancia de la revolución digital fusionada con la teoría de Gardner. "Antes no teníamos los elementos para imaginarnos cómo sería una educación a medida, ya que era casi imposible. Internet cambia las reglas de juego: contenidos adaptativos a gusto y preferencia. Y desde lo lúdico. Un niño de 10 años no sabe los países porque los vio en el mapa; los sabe porque los jugó en el PlayStation. Hay que apelar a otras herramientas. Y no puedo culpar al profesor de que no le vengan por generación espontánea. Tiene que haber un protocolo de detección de inteligencias. Si vos sos buena en X, ¿para qué te voy a torturar haciendo Y?".

Para el también director creativo de Sigma, una empresa de edutainment, algo parecido al ideal es el sistema de créditos que funciona en algunos países del mundo, donde uno arma su propia currícula. "Hay que redimensionar todo. La forma en que evaluamos el conocimiento ya no puede ser tan lineal. Si no, nos va pasar la realidad por encima. Y no vamos a precisar que se vote en el Parlamento o que las autoridades de la ANEP se pongan de acuerdo. Nadie nos va a preguntar. ¡Va a pasar por la vía de los hechos! Podés prepararte o no. Vamos a tener condiciones inmejorables para eso: vamos a repartir tablets este año (entre niños de educación inicial y de 1° y 2° de escuela), a fines del 2014 el 75% de los uruguayos tendrá fibra óptica. Ahora, si tienen fibra óptica solo para usar Facebook...".

La motivación está muy atada a esta realidad; al personalizar el sistema -enseñar adaptándose a las capacidades de cada alumno- el aprendizaje se facilitará. "Para que una persona aprenda, tiene que tener ganas de aprender, curiosidad", apunta Castellano. Silveira dobla la apuesta: "Yo, como profesor, no puedo hacer que vos desees algo. No puedo entusiasmarme por vos. Pero me puedo encargar de tratar de propiciar tu entusiasmo. Entonces, repensemos contenidos educativos, programas, formas de evaluación. Repensemos un sistema que contemple que somos distintos".

Manejar las emociones, un capítulo aparte para el éxito

Daniel Goleman es un psicólogo estadounidense que en 1995 tomó los conceptos de inteligencia intrapersonal e interpersonal de Gardner y los unió en uno: el de inteligencia emocional. Basado en numerosos estudios científicos del comportamiento humano, cuestiona el valor de la inteligencia racional como predictor de éxito en las tareas concretas de la vida. La conclusión es que un buen coeficiente intelectual, por ejemplo, no garantiza un futuro brillante, ya que para eso entran otras variables, como el buen manejo de las vicisitudes que se presentan. El conocimiento de uno mismo así como el relacionamiento con los demás son la clave. Este principio está cada vez más presente incluso en la selección de personal, pero aún así la inteligencia emocional todavía no tiene lugar en la educación formal. ¿Debería tenerlo? La licenciada en Ciencias de la Educación especializada en Pedagogía Sara Ardaix opina que sí. "No nacemos sabiendo ponernos en el lugar del otro; alguien nos lo tiene que enseñar. La escuela tiene que facilitar instancias de aprendizaje de ese tipo. Hay cosas que antes enseñaba la familia tradicional y hoy no puede".

"NO PODEMOS TRAUMAR A MÁS GENTE"

"El 65% de los estudiantes actuales va a tener trabajos que aún no han sido inventados", dice el consultor en TICs aplicadas a la educación José Ramón Silveira, en referencia a cómo el sistema educativo está quedando obsoleto y debería integrar el concepto de inteligencias múltiples. "No nos sirven sistemas que se salven a través de la memoria. Ya no puedo premiar a alguien por su memoria, porque nadie va a superar la memoria de Wikipedia. El mayor profesor del mundo hoy es YouTube. Si buscás, hay un tutorial de un chino explicando cómo hacer una ensalada rusa. Entonces, la educación formal no puede evaluarte desde la memoria, desde un abordaje lingüista y lógico-matemático. Y más: no puedo traumar serialmente a gente convenciéndola de que no es inteligente. En Uruguay siempre tuvimos la UdelaR y la UTU. Es como si hubiéramos pasado una línea: acá van los que piensan y acá van los que hacen, acá van los oficios y acá va la sapiencia. Esa división le hizo mucho mal a nuestro país. De eso fuimos víctimas todos. Pero sí está en nuestras manos cambiar la pisada. Es problema de todo nuestro sistema, porque hay un cambio de reglas de juego general".

OCHO INTELIGENCIAS

LA TEORÍA MÁS Y MÁS VIGENTE

En 1983, el psicólogo Howard Gardner postuló una controversial teoría. Además de redefinir el concepto de inteligencia, sostuvo que los seres humanos concebimos el mundo a través de siete áreas diferentes, a las que luego sumó otra. Lógico-matemática. Capacidad para usar los números de manera efectiva y razonar adecuadamente. Estas personas aprenden mejor trabajando con lo abstracto. Se ve en científicos, matemáticos, ingenieros.

Lingüística. Capacidad para usar las palabras de manera efectiva, ya sea en forma oral o escrita. La tienen personas que aprenden mejor leyendo, escribiendo, a través del debate y la discusión. Se ve en escritores, poetas, redactores, docentes.

Musical. Capacidad de percibir, discriminar, transformar y expresar formas musicales, con sensibilidad al ritmo, tono y timbre. Aprenden cantando, escuchando melodías. Se ve en compositores, músicos.

Espacial o visual. Capacidad de pensar en tres dimensiones, que permite percibir imágenes reales o imaginarias y recrearlas o modificarlas. Aprenden mejor con dibujos y colores, mapas gráficos, visualizando. Se ve en pilotos, escultores, arquitectos, fotógrafos, pintores.

Corporal-cinestésica. Capacidad para expresarse con el cuerpo, con habilidades de coordinación, equilibrio, flexibilidad, fuerza. Aprenden tocando, moviéndose. Se ve en deportistas, bailarines, actores.

Interpersonal. Capacidad de entender a los demás e interactuar con facilidad. Aprenden compartiendo, entrevistando, cooperando. Se ve en políticos y en los buenos vendedores.

Intrapersonal. Capacidad de entenderse a uno mismo y dirigir la propia vida. Aprenden mejor solos, a su propio ritmo, reflexionando. Se ve en filósofos, psicólogos, teólogos.

Naturalista. Capacidad de clasificar y utilizar elementos del medio ambiente. Aprenden mejor explorando seres vivientes y en la naturaleza. Se ve en botánicos, ecologistas, paisajistas.

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