Comer hasta reventar

| El "trastorno del atracón" es más común que la bulimia y la anorexia. El paciente puede ingerir hasta 20.000 calorías en dos horas, con graves consecuencias.

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El País

M.I.L

Aunque es tres veces más frecuente que la bulimia y la anorexia, se sabe -y se habla- muy poco de él. Se da con mayor frecuencia en personas obesas y en aquellas que hacen dietas restrictivas: es el Binge Eating o "trastorno del atracón", una patología incurable.

Raúl Pisabarro, profesor agregado de Medicina Interna y experto en metabolismo, señala que se trata de un descontrol alimenticio que hace que se consuman cantidades exageradas de alimentos, pero sin tener hambre. Y no precisamente ensaladas o frutas, sino fritos, harinas y dulces, todos juntos, uno atrás del otro.

"Una comida normal puede tener 1.000 calorías y en los atracones generalmente se ingieren entre 10.000 y 20.000 calorías en menos de dos horas, hasta sentirse literalmente repleto", indica Pisabarro.

Otra característica del trastorno es que la persona se esconde para darse esos "gustos" y no suele disfrutarlo. "No puede parar de comer así como tampoco controlar la cantidad de comida que se lleva a la boca", agrega la nutricionista Lucía Pérez Castells, integrante de la Clínica de Obesidad y Cirugía Bariátrica del Hospital Italiano.

El 90% de las veces los atracones ocurren durante la noche y, si bien la persona suele sentir vergüenza o culpa luego de engullir los alimentos, no recurre a elementos purgativos como el vómito, laxantes, diuréticos o ejercicio físico desmesurado para deshacerse de los mismos, como sí sucede en la bulimia.

Pero la presencia de atracones no siempre es sinónimo de Binge Eating. De hecho, muchas veces ocurren al atravesar por un duelo o la pérdida de algún ser querido, explica Leticia Silveira, psicóloga de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia (Aluba).

Para que el trastorno sea diagnosticado, los atracones se deben reiterar dos veces por semana durante por lo menos seis meses, explica el médico Raúl Pisabarro.

Si bien generalmente es más frecuente en mujeres que en hombres, sobre todo en mayores de 25 años, el experto indica que también se está observando cada vez más en los adolescentes varones. Es más, "hay muchos jóvenes que sustituyen una salida con amigos por un atracón", coincide Castells.

Pero -señala el médico- los que más lo sufren suelen ser los obesos y quienes tienen problemas metabólicos. De hecho, una de las causas que originan el trastorno tiene que ver con lo orgánico.

La mayoría de las veces se manifiesta luego de una dieta de muy bajas calorías, porque una vez finalizada el organismo necesita incorporar carbohidratos (dulces) o harinas. Eso hace que la persona se descontrole y compense en menos de un día todo lo que no ha comido en la semana.

EMOCIONES. Las consecuencias de esa irrefrenable conducta hablan a las claras. Se puede padecer desde gastritis, úlcera o hemorroides hasta hipertensión, diabetes, colesterol, problemas cardíacos y obesidad crónica.

De ahí la importancia de elaborar un plan de alimentación balanceado, natural, pero consistente, en base a frutas, verduras, cereales y carnes, sugiere la nutricionista. "La idea no es hacer una dieta restrictiva porque ahí se estaría logrando otra obsesión", aclara.

Pero detrás del Binge Eating también se pueden esconder problemas emocionales. "La persona puede estar canalizando a través de la comida situaciones de angustia, ansiedad, depresión, soledad o baja autoestima", explica la psicóloga Silveira, y agrega que muchas veces se recurre al atracón para llenar un vacío interno o evadir el estrés.

También hay casos en los que inconscientemente la persona busca poner una separación entre ella misma y los demás, excusándose en que es gorda o fea y que, por esa razón, coma o no, igual nadie se le va a acercar.

Al mismo tiempo, puede estar necesitada de contención familiar o cariño, indica la psicóloga.

Si bien los expertos coinciden en que el Binge Eating no tiene cura, lo cierto es que sí se puede mejorar con el tiempo. Para ello se debe seguir un tratamiento multidisciplinario, es decir, que incluya la ayuda de un psicólogo, un psiquiatra, una nutricionista y un médico, recomienda Pisabarro.

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