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Celestes en la elite mundial

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Tchoukball

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¿En qué consiste el tchoukball? ¿Y por qué las jugadoras uruguayas son tan buenas que ya son bicampeonas panamericanas, están terceras en el mundo y se preparan para el mundial en Malasia?

Se pronuncia “chucbol” o “chocbol”, y tiene, como explica el director técnico de la selección nacional femenina -Pablo Delmonte- “elementos del handball, básquetbol, vóleibol y squash”. De esa mezcla salió en 1969 (o 1970, depende de la fuente) y en Suiza, el “tchoukball”.

Se pueden consultar algunos videos en YouTube para ver cómo se juega (como acá o acá), pero básicamente se podría explicar así: dos equipos de siete jugadores (que pueden ser mixtos) se enfrentan en un partido de tres tiempos de 15 minutos cada uno. El arco (hay uno en cada extremo de la cancha) es un marco de metal con una red tensada, rodeado de una zona “prohibida”. Sobre esa red se tira la pelota (similar a la del handball). Si la pelota, luego de tocar el arco, rebota y aterriza en la cancha, es un tanto para el equipo atacante. Si por el contrario rebota y cae dentro de la zona prohibida o fuera de la cancha, es un tanto para el equipo defensor. Solo se pueden dar tres pasos con la pelota en la mano, y se pueden hacer máximo tres pases entre integrantes del equipo. Luego, hay que tirar al arco. Los equipos pueden atacar a cualquiera de los dos arcos. Por último: no se le puede quitar la pelota al equipo atacante. Hay más reglas, claro, pero esos son los fundamentos.

El deporte se habrá inventado hace décadas, pero a Uruguay llegó hace una. Y esos diez años, tuvo un desarrollo acelerado. Como cuenta Delmonte, la Secretaría Nacional de Deporte hizo un llamado para que interesados se presentaran a un sorteo. El primer premio era una beca para formarse como entrenador de tchoukball. Él ganó el sorteo y con el título de entrenador de este deporte empezó a ver cómo promoverlo. “Primero en la zona metropolitana y en Minas”, comenta Delmonte. 

¿Por qué justo Minas?
—Una persona conocida de Virginia Cuitiño, actual presidenta de la Asociación Uruguaya de Tchoukball (AUT) , nos dijo que ahí había un grupo que tenía potencial. 

Virginia Cuitiño, ex jugadora de este deporte, hizo un camino similar al de Delmonte. En 2009 estaba desocupada y buscando trabajo como profesora de educación física o entrenadora. Se enteró de que había posibilidades de obtener trabajo en la promoción del deporte y se presentó para hacerlo. Y el tchoukball la atrapó de entrada: “Lo que me apasionó es que no hay contacto físico, tanto hombres como mujeres pueden jugar en un mismo partido. Siendo mujer, eso me atrajo. Alguna vez jugué al fútbol con los varones, y te rompen a patadas. Aún así, el tchoukball un deporte ‘fuerte’, exigente”, comenta Cuitiño, que fue jugadora de selección y que ha ocupado el puesto de presidenta de la AUT desde el comienzo.

Que tanto hombres como mujeres puedan jugar en un mismo partido fue algo que la AUT tomó en cuenta para instalar, en Uruguay, reglas para generar inclusión, y no solo de géneros. Delmonte explica que en un equipo uruguayo de tchoukball tiene que haber, siempre, jugadores de ambos géneros en la cancha. También tiene que haber un puesto para alguien menor de 15 años, y mayor de 40.

Deporte compañero

Macarena Dos Santos (27 años) es uno de esos talentos captados por Delmonte y Cuitiño. Integra la selección, es de Minas y empezó a practicar este deporte cuando recién arrancó, en 2010. “Me intrigaba, era algo nuevo. Y el grupo que se fue armando en Minas es muy lindo. Una vez que le agarré la mano, me encantó. Jugaba al handball y el vóleibol, pero dejó todo por el tchoukball. Es un deporte diferente, sin violencia, y en la cancha no hay esa rivalidad que está muy presente en otros deportes como por ejemplo el handball. Es un deporte mucho más compañero”.

Tchoukball
Todas para una y una para todas

Macarena integra uno de los dos equipos de Minas, Faraones (el otro es Gladiadores). Ambos cuadros son parte de la liga uruguaya de tchoukball, que completan otros ocho cuadro, pero Macarena actualmente está un poco alejada del deporte por “temas de estudio”, como dice ella.

Viviana Frachia (26) también es de Minas y era parte de Gladiadores, pero ahora que vive en Montevideo juega en Turbias. Frachia arrancó en 2012, convencida por el dueño de un gimnasio al que ella iba. “Me insistió para que fuera a probar. Yo venía de jugar al handball, y lo que me gustó fue que se parecía un poco al handball, pero sobre todo lo que me gustó fue el grupo, y también que el tchoukball busca sobre todo el logro del equipo, no tanto perjudicar al rival”. Dos Santos arrancó en 2010 (Frachia, dos años después) y en 2012 ya era parte de la selección nacional para el primer campeonato panamericano, que se llevó a cabo ese año en Atlántida.

Antes, cuenta Delmonte, se hacían solo campeonatos sudamericanos en los que participaban únicamente Brasil y Argentina. En el primer torneo panamericano entraron, además de Uruguay, también Chile y Colombia. Y en 2014, cuando el panamericano se llevó a cabo en Colombia, también México tuvo representación.

En el primer panamericano (2012), las selecciones uruguayas —masculinas y femeninas— salieron segundas. En 2014, repitieron ese segundo lugar. Pero en 2016 (México) y 2018 (Argentina), las celestes salieron campeonas. En la final del año pasado, las uruguayas derrotaron a Brasil en el alargue.

selección uruguaya femenina tchoukball
Campeonas celestes

Ganarle a Brasil tuvo, para todas las celestes, un gusto especial. Las brasileñas constituyen el equipo más complicado a derrotar, y tanto Dos Santos como Frachia dos dicen que lloraron de alegría e incredulidad cuando salieron campeonas derrotando a las verde-amarelas en la final.
El carácter de hazaña se incrementa cuando Delmonte recuerda que la primera vez que Uruguay triunfó, en México en 2016, la selección celeste jugó con una integrante de menos por una lesión.

¿Cómo se logró ese espíritu triunfador? Para Delmonte, se trata de algo que es propio del actual grupo de jugadoras: “Cuando un grupo está fuerte, trabajando al unísono y con un objetivo concreto, lo otro fluye más fácil. Estas chicas están muy fuertes a nivel de grupo, y de eso se desprenden los buenos resultados deportivo, el rendimiento físico y la entereza espiritual. Además, se trata de deportistas que no se descuidan, que están al día con la parte física”.

Para las jugadoras consultadas en la nota, los resultados son fruto de un proceso de concentración, de enfocarse en los entrenamientos. A pesar de que se trata de deportistas amateur, ambas coinciden en que cuando entrenan y juegan, se da una determinación y una concentración colectiva que aumenta la probabilidad de obtener una victoria cuando hay que enfrentar a rivales de fuste, como la selección brasileña.

Para llegar al mundial de Malasia

Por más que estén clasificadas, las jugadoras uruguayas de tchoukball tienen que costearse viaje y estadía en la sede del mundial. Y cuando se trata de deportistas amateur, eso se complica. Para financiarse la participación del campeonato que se jugará en Malasia en el mes de agosto, las jugadoras y su círculo social está haciendo lo que pueden para llegar al país asiático, incluyendo ventas, sorteos, colectas y gestiones ante empresas para un auspicio. Se puede colaborar con ellas a través de Redpagos, en la cuenta número 66776 a la selección a través del perfil de Facebook “Uruguay Tchoukball” y en Instagram: @tchoukballuruguay.

Un espíritu menos competitivo

Hermann Brandt fue biólogo y especialista en lesiones deportivas. Pensaba que “el objetivo de las actividades físicas humanas no es ser campeones, sino contribuir a la construcción de una sociedad armoniosa” y por eso se inspiró en las reglas y los métodos de varios deportes de pelota para inventar este deporte, que tuvo su primer campeonato mundial en la ciudad suiza -cómo no- de Ginebra, hace 19 años. La fecha del invento se atribuye a 1969 o 1970. Brandt no tuvo la oportunidad de ver cómo su creación se expandía, ya que murió en 1972.

También ellos clasificaron

Si bien la selección femenina es la que más atención ha concitado hasta ahora por sus dos títulos panamericanos, los varones también están clasificados al mundial de Malasia, gracias a que los jugadores salieron segundos (Brasil ganó la final) en el último campeonato panamericano, jugado en Argentina el año pasado. Actualmente, la selección masculina uruguaya está en décimo puesto del ranking elaborado por la International Tchoukball Federation (FITB), atrás de República de China (ROC, que también ocupa el primer puesto en el ranking de selecciones femeninas), Italia, Singapur, Macao, Brasil, Camerún, Austria, Malasia y Ruanda. La FITB, como se informa en su web oficial, está integrada hasta la fecha por 52 países en todos los continentes. Los mundiales de tchoukball se realizan cada cuatro años.

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