por Ramiro Sanchiz
.
Al comienzo de Sed de aniquilación, el controvertido pensador británico Nick Land señalaba que le daba “asco” imaginar libros serios y convencionales sobre Georges Bataille. En lugar de esto Land escribe con Bataille y no sobre Bataille, eludiendo así el intento de fijar al escritor francés contra las casillas de un discurso domesticado y sancionado por instituciones como la academia, la filosofía o la literatura.
Laiseca, el maestro, la biografía/testimonio sobre Alberto Laiseca —escrita por Chanchín, el nombre del colectivo de sus ex talleristas Selva Almada, Rusi Millán Pastori, Guillermo Naveira, Sebastián Pandolfelli y Natalia Rodríguez Simón—, es, en gran medida, eso que asqueaba a Nick Land. En su sucesión de anécdotas, sus lecturas de ciertos libros de Laiseca y, en particular, en su retrato de los últimos años del escritor, el autor de Los sorias aparece como una figura mermada, lastimera y, en última instancia, fácilmente asimilable al conjunto de atributos que hacen legible, comprensible y hasta cierto punto inofensivo a un escritor. Así, el “retrato íntimo” que declara la contraportada termina por ser la manera menos laisequiana de hablar de Laiseca.
Esto no lo vuelve un libro fallido ni, menos aún, uno que no haga aportes. Para un recién llegado al autoproclamado monstruo de la literatura argentina reciente, ofrece un buen conjunto de historias, un retrato didáctico, esquemático y amigable con el usuario y una buena puerta de entrada. Quienes pretendan buscar el concebible libro monstruoso sobre un autor monstruoso, o, volviendo a Land, el libro escrito con Laiseca y no sobre Laiseca, una buena opción es Laiseca, de Agustín Conde De Boeck.
No todo se reduce a esta dicotomía entre libros con y libros sobre. Lo que falta, en definitiva, es un gran libro sobre Laiseca, un libro tan útil y legible como monstruoso y empático con la escritura y la persona/personaje que ha de abordar; en ese sentido, todavía estamos esperando una biografía sólida y jugada —como la de Ricardo Strafacce sobre Osvaldo Lamborghini—, que además se interne sin miedo en los territorios aberrantes y monstruosos de Los sorias y El jardín de las máquinas pensantes.
Mientras tanto, Chanchín es un aperitivo bien preparado y amable con el paladar, que no falla —quizá esta sea su principal virtud— en abrir el apetito por más.
LAISECA, EL MAESTRO, de Chanchín. Random House, 2025. Buenos Aires, 190 págs.