Un creador de primera línea

MAURICIO Ubal es uno de esos músicos imprescindibles en el mundo de la música popular uruguaya, aunque su actitud de bajo perfil, su rechazo a cualquier forma de divismo, le resten visibilidad. Cualquiera que se interese en la historia de la canción uruguaya, encontrará su nombre ligado a cierta renovación rítmica y a muchos temas que hicieron época y quedaron en la memoria de la gente. Alcanzaría con decir que junto a Ruben Olivera (otro excelente músico y compositor, que como Ubal, es menos visible de lo que merece) fue el autor de "A redoblar", una canción que se volvió emblemática en los años 80. Pero también están "Para abrir la noche", "Papel picado", "Una canción a Montevideo", "Al fondo de la red" y muchísimas otras, que han sido grabados por el propio Ubal y por otros músicos como Pepe Guerra, Laura Canoura, Larbanois & Carrero, o la argentina Bersuit Vergarabat.

En este libro-reportaje el periodista Roberto López Belloso traza con sus preguntas a Ubal y a una serie de testigos, una suerte de biografía personal y artística del músico. Nacido en La Unión en 1959, puede decirse que descubrió en la infancia sus amores fundamentales: era un niño todavía cuando nació su pasión por la lectura y compuso sus primeras canciones, y estaba en sexto año de escuela cuando se enamoró de la maestra. Esto último no es tan infrecuente, pensará el lector, pero el caso de Ubal no se parece a cualquiera: dieciséis años después de aquel último año escolar se casaba con esa maestra que fue una figura clave en su formación poética, y lo sigue siendo en todos los planos de su vida.

Formado durante los difíciles años de la dictadura militar, buscó por su cuenta su camino en la música, hasta que terminó por vincularse con esa generación que a mediados de los 70 pondría fin al silencio que siguió al golpe de estado y al exilio de las figuras mayores de la generación anterior. El Pájaro Canzani, Eduardo Darnauchans, Jorge Lazaroff, Los que Iban Cantando, Ruben Olivera, Rumbo, entre otros muchos, marcaban —con el antecedente de compositores como Eduardo Mateo— una forma diferente, marcadamente ciudadana, de hacer música uruguaya. "Papel picado" compuesta por Ubal, es considerada por Aharonian una "verdadera proclama generacional". Utilizando una estructura rítmica que oscila entre la milonga, el candombe y la murga, el texto de la canción parece insinuar una visión crítica de los proyectos de la generación anterior. "Hay que animarse a decirlo, y hay que tener, además, esa calidad poética para decirlo", dice Aharonian, que se sintió aludido por esa crítica.

Ubal recorrió un largo camino antes de ser solista: integró el dúo De La Planta con Jorge Pastor, ampliado luego a trío con la incorporación de Moira Machín, tuvo como maestros a Jorge Lazaroff y a Coriún Aharonian, y se integró luego a Rumbo, con Laura Canoura, Gonzalo Moreira, Gustavo Ripa, Carlos Vicente y Miguel López. En ese grupo, opina Aharonian, "Mauricio evidentemente es el creador más importante". López Belloso dedica todo un capítulo a Rumbo, su postura estética con la fusión de pop y ritmos netamente uruguayos, y especialmente a "A redoblar", recordando la historia de su composición y de su formidable repercusión.

Disuelto el grupo en 1986, Ubal inicia una carrera como solista que se ha ido consolidando paralelamente a su actividad como compositor. López repasa cada uno de sus discos, aporta opiniones de la crítica, y atiende a la riqueza melódica, y a lo que es tal vez, su perfil más valioso, el de letrista. La narración de Ubal de su experiencia como maestro de taller de letras en el TUMP, muestra su creatividad y sensibilidad para trabajar las canciones desde una mirada musical.

Otro capítulo de interés es el relacionado con la colaboración de Ubal con el Carnaval. En 1989, a través del talentoso Edú Lombardo se vinculó con Contrafarsa y con ellos realizó grabaciones y espectáculos conjuntos. Ya había colaborado con Los Diablos Verdes en 1983, y esas experiencias seguramente enriquecieron su trabajo de hibridación de ritmos, además de originar canciones de tema carnavalesco, como "Saludo a febrero". Ubal —que tiene una mirada alerta y desprejuiciada desde el punto de vista musical— fue un adelantado en vencer las resistencias que en el ambiente musical existían sobre la murga. Según dice, el sonido de un bandoneón unido al ritmo del candombe o al de la murga "es Montevideo, para mí". Y agrega: "En la murga tenés todo: música, coreografía, vestuario, poesía, plástica, es una cosa muy completa, casi como una ópera. Ópera popular, pero distinta".

En esa misma línea está su interés por el tango al que considera presente en Montevideo "como esas vías de tranvía que se asoman cuando se rompen las calles", dice, y aunque no ha escrito estrictamente tangos reconoce la influencia de Discépolo o Manzi en sus imágenes. También el rock, como el pop de los 60, influyó en sus canciones, "porque de alguna manera me siento hijo de toda esa época, un hijo acriollado, digamos". Ubal, que desde 1982 ha llevado una actividad importante en el rescate de la música uruguaya en su más amplio espectro a través de su trabajo en el sello Ayuí, tiene muy claro lo que más le importa: "cómo mezclar, cómo hacer, con elementos de acá, músicas que suenen a hoy, tomando elementos que vienen de otro lado, sonidos, timbres, escuchando (...) pero tratando de no ser epigonal, de no repetir modelos". l

MAURICIO UBAL. Con la raíz a la intemperie, de Roberto López. Ediciones Cangrejo Solar. Montevideo, 2003

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