por José Arenas
.
Si, como decía Vicente Huidobro en su “Arte poética”, “el adjetivo, cuando no da vida, mata”, puede decirse que El amor es una droga dura de Cristina Peri Rossi es una novela que todo el tiempo está cometiendo intentos de suicidio. Más allá de su trama vacua y de su narrativa forzada, la autora lucha con esta mula parca llenándola de palabras y de imágenes desacertadas, cursis o melosas. Tal es el grado pegajoso e insistente de construcciones como “intensamente excitado”, “renovado ímpetu”, “voz aterciopelada” o adjetivos repetidos donde la belleza de una joven es “exquisita”, un detalle es “delicioso”, o una tontería vuelve al objeto de deseo “romántica, leve soñadora”, que el texto se vuelve una mermelada de lugares comunes.
Javier es un fotógrafo que ha estado metido en el ambiente de la noche tomando fotografías a la frivolidad, escudriñando los pasadizos del alcohol, el tabaco, la cocaína. Cerca de los cincuenta años, una angina en el pecho lo obliga a alejarse de todas esas actividades; ingresa en una clínica de rehabilitación, usa parches de nicotina, se muda a las afueras de la ciudad a una casa silenciosa donde se dedica a la fotografía artística, y comparte su evangélica vida con Gema, una mujer que vive con él más que nada para cuidarlo, y Trabuco, un perro. Hasta ahora, la mentada fórmula del burgués pop a quien el cuerpo le da señales de alto. Sin embargo, unos trámites inmobiliarios lo llevan de nuevo a la urbe ruidosa y lo que debió durar unas horas se convierte en un par de días por el encuentro con una joven que vuelve a poner los instintos del fotógrafo en marcha. Su belleza vuelta patología en las obsesiones del protagonista lo tira de nuevo al fuego de los vicios abandonados. La belleza se convierte en un mal hábito por el que hay que pagar un precio.
A pesar de las irrupciones psicológicas que hace Peri Rossi en la novela y las reflexiones del texto acerca de la belleza como obsesión del ojo que la busca, la trama se diluye con facilidad. Al mismo tiempo, muchos de sus tópicos han envejecido enclenques, decrépitos. Parece extraño cómo la autora de La nave de los locos, una obra maestra y maldita, también haya concebido esta mala pécora letrada. Pero, dicen que quien puede lo más, también puede lo menos.
EL AMOR ES UNA DROGA DURA, de Cristina Peri Rossi. Hum, 2023. Montevideo, 229 págs.