Castro Alves, el poeta joven

Alfredo Fressia

DE TODAS las biografías de Antonio de Castro Alves (Bahía, 14 de marzo de 1847-10 de febrero de 1871), incluyendo la biografía fundadora de Xavier Marques, Vida de Castro Alves (1911), o aun antes, la menos influyente Vida e obra de Castro Alves de Múcio Teixeira, de 1896, la imagen que surge del gran "poeta político" del romanticismo brasileño parece ocupar un espacio mayor que el que de hecho ocupa su obra.

Poeta comprometido con la abolición de la esclavitud, el republicano Castro Alves fue un defensor inflamado de la raza negra. Poemas como "O Navio negreiro" o "Vozes d´África" están hoy integrados al corpus ideológico de aquella lucha social y forman parte, desde la escuela primaria, de los mitos constitutivos de la nacionalidad brasileña. Recitaba además sus poemas en la plaza pública, o en teatros, como es propio de un poeta "público" y "político" y, dicen, lo hacía con maestría y exaltadamente. En cambio, demasiadas veces su poesía paga el precio de ese destino oral, frecuentemente teatral (y esto, literalmente, por las muchas veces que lo hizo en teatros, siempre maquillado para la ocasión). Por otro lado, su vasta poesía lírica es en gran parte convencional y más bien propia para sustentar su imagen de joven romántico y menos la eventual modernidad de su obra.

Efectivamente, la persona de Castro Alves sí será una especie de paradigma del poeta cuando joven. Contribuyen a ello su adolescencia en Bahía, huérfano de madre, y los pocos años de su juventud, ya que morirá a los 24 años en Salvador, después de haber sido siempre estudiante de Derecho, en Recife primero, y en San Pablo después. Lo cercaron también sus muchos amores, ardientes, si es que su poesía lírica debe ser leída como un efectivo documento, y especialmente su difícil amor con la actriz portuguesa Eugenia Câmara, para quien además escribirá una pieza teatral. La causa de la muerte, tan joven, contribuye también al mito: tuberculosis, pero agravada por un tiro en el pie, durante una cacería en San Pablo.

Lo decía Mário de Andrade en 1935: "Secreta o confesadamente el hombre romántico se inclinaba a morir joven. (…) Moría joven porque esto era triste, y sobre todo, lamentable. (…) Lo que me parece incontestable es que, así como existe pandemia de suicidios, ciertas formas aparentemente naturales de muerte son suicidios también". ("Amor e Medo"). Y Mário irá más lejos en otro ensayo, especialmente dedicado al poeta ("Castro Alves"), donde lo acusa de no tener "malicia". Sin duda, la ingenuidad es un pecado mortal en poesía, y "Dentro de su gloriosa insatisfacción social, dentro de sus aumentadas insatisfacciones amorosas, Castro Alves es un satisfecho". Y orgulloso, porque el orgullo también entró al mito del poeta, capaz de ofenderse con amigos íntimos si le señalasen algún reparo a un verso suyo.

La presente biografía de Alberto da Costa e Silva no mejora las cosas para ese mito exaltado y maltrecho. Demuestra, por ejemplo, que la viuda con quien el padre del poeta se casa en 1862, y que financió al joven Antonio hasta la muerte, era viuda de un primer casamiento con un traficante de esclavos, justamente. O que el poeta lo ignoraba todo sobre la cultura y los orígenes de la raza negra. Costa e Silva hace un relevamiento de imágenes que demuestran cómo el poeta situaba a los negros africanos en el Norte del África, y no en la parte ecuatorial. Son errores excesivos para quien se propuso la defensa de los negros.

El biógrafo (como el propio Mário de Andrade) hubiera podido relevar las imágenes cristianas con que el poeta pinta el sufrimiento de los negros: "Cual en un sueño dantesco vuelan las sombras.../ ¡Gritos, ayes, maldiciones, plegarias resuenan!/ ¡Y se ríe Satanás!" ("O navio negreiro", Parte IV). El diálogo del poeta con Dante sobreentiende una idea y una cultura del dolor que es cristiana (Dante, la serpiente, Satanás), que definitivamente no es la de esos africanos. Se puede afirmar que estos "espectros" no tienen voz, y acaso sea esa ausencia de voz la peor tortura.

Del poeta bahiano quedó sí la voz, la imagen de su belleza física (de "poeta siempre joven", que es el subtítulo de la presente biografía), un ideal, una militancia y una obra poética con regiones que continúan instigando tal vez más a los biógrafos que a los críticos.

CASTRO ALVES, de Alberto da Costa e Silva. Companhia das Letras, So Paulo, 2006. 198 págs.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar