“Morirse de miedo” podría no ser solo una expresión. Según un nuevo estudio presentado en la reunión anual de la Academia Europea de Neurología (EAN), las personas que tienen pesadillas frecuentes presentan un riesgo tres veces mayor de muerte prematura.
También muestran signos de envejecimiento biológico considerablemente más acelerado en comparación con quienes reportan menos pesadillas. Según el estudio, sus cuerpos presentan un desgaste mayor que el que correspondería a su edad cronológica.
Esto probablemente se deba al estrés que los sueños aterradores pueden causar al cuerpo durante el sueño, explicaron los investigadores. “Nuestros cerebros dormidos no pueden distinguir entre los sueños y la realidad”, señaló el investigador principal Abidemi Otaiku, neurocientífico del Imperial College de Londres, en el Reino Unido, en un comunicado de prensa.
Por esta razón, después de una pesadilla, muchas personas se despiertan sudorosas, jadeando y con el corazón acelerado. Según el investigador, se activa nuestra respuesta de “lucha o huida”. “Esa reacción al estrés puede ser incluso más intensa que cualquier cosa que experimentemos cuando estamos despiertos”, añadió.
Para el estudio, los investigadores analizaron datos de más de 2.400 niños de entre 8 y 10 años, y de 183.000 adultos de entre 26 y 86 años que participaron en estudios de salud en EE.UU.
Los científicos evaluaron el envejecimiento biológico de los participantes midiendo la longitud de los telómeros —pequeñas secuencias de ADN que protegen los extremos de los cromosomas—. Los resultados mostraron que los adultos que reportaron tener pesadillas semanales tenían más de tres veces más probabilidades de morir antes de los 70 años durante el seguimiento de 19 años.
Estas pesadillas fueron un indicador de muerte prematura más fuerte que otros factores de riesgo conocidos, como el tabaquismo, la obesidad, una mala alimentación o la falta de ejercicio, afirmaron los investigadores.
También descubrieron que tanto niños como adultos con pesadillas más frecuentes presentaban un envejecimiento biológico más acelerado, lo cual explicaría aproximadamente el 40% del aumento del riesgo de muerte en los participantes.
“Las pesadillas perjudican tanto la calidad como la duración del sueño, lo que afecta la reparación y restauración celular esenciales que el cuerpo realiza durante la noche. Los efectos combinados del estrés crónico y del sueño interrumpido probablemente contribuyen al envejecimiento acelerado de nuestras células y de nuestro organismo”, explicó Otaiku.
El científico señaló que las pesadillas elevan los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que está estrechamente vinculada con el envejecimiento celular acelerado. “Para quienes tienen pesadillas con frecuencia, ese estrés acumulativo puede impactar significativamente el proceso de envejecimiento”, afirmó.
Las pesadillas frecuentes afectan a todas las personas por igual, independientemente de su edad, sexo, etnia o salud mental. Incluso las pesadillas mensuales se asociaron con un envejecimiento más rápido y un mayor riesgo de muerte en comparación con quienes tienen pesadillas raras o inexistentes, advirtieron los investigadores.
“Medidas simples como evitar películas de terror, mantener una buena higiene del sueño, controlar el estrés y tratar la ansiedad o la depresión pueden ser eficaces. Dado lo comunes y modificables que son las pesadillas, deberían tomarse mucho más en serio como un asunto de salud pública”, concluyó Otaiku.
O Globo - GDA