El monje urbano

| Con un nuevo espectáculo se presenta el 8 de abril para celebrar los 40 años del viaje espacial de Yuri Gagarin. Aunque eso sea solo la excusa para un mensaje ecologista...

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Por: Ximena Aleman

Imagine un cielo despejado y un campo de trigos dorados. O una luna llena reflejada en un lago. Imagine, en fin, un paisaje. Ahora imagine que visita un museo, que sus pies transitan el piso de mármol de un corredor largo que desemboca en una pared, y que en la pared hay un cuadro. Imagine que al llegar al cuadro ve su paisaje imaginado estampado en el lienzo. Así se sintió Emil Montgomery, uno de los precursores de la música electrónica en nuestro país, cuando a los 17 años escuchó por primera vez al músico de electrónica francés Jean Michel Jarre.

"Su música fue la concreción material de un mundo que había sentido como mío, un mundo que es complejo. No solo es musical, es de imágenes; es un mundo de sensaciones. Yo no sabía si esa persona que estaba escuchando existía, si era hombre o mujer, o de qué planeta era. Durante cuatro horas no me pude mover dando vuelta el casete. Quedé tan impactado que en ese momento supe qué iba a hacer en la vida, mi vida tomo sentido", cuenta Montgomery. Esa persona existía y años más tarde la conoció, pero para entonces él ya era un músico famoso.

Jarre marcó la opción de Montgomery por la música electrónica y su concepto escénico: hologramas, luces láser y efectos visuales. Con ese estilo electrónico y audiovisual se presentará el 8 de abril en el Planetario para conmemorar la hazaña de Yuri Gagarin, el primer hombre que orbitó al tierra 40 años atrás. "Ese día la humanidad tuvo la oportunidad por primera vez de verse desde afuera, de ver la tierra flotando entre las estrellas y tomar conciencia de lo magnífico que es este mundo. Le apunto más a ese hecho que al hecho histórico en sí. En este concierto en el Planetario me centré en lograr que a través de la música y las imágenes el público llegue a un estado de conciencia y contemplación sobre lo hermoso del universo y este planeta, que es algo que estamos necesitando mucho." Pero eso es una excusa para un mensaje ambientalista, ¿no?

" ¡Por supuesto! No le veo el atractivo al hecho de la conquista del espacio me parece otro punto en contra de ese antropocentrismo, prefiero lo magnífico que eso nos puede haber dejado y adentro de eso está cobrar concienciaa del poder que tiene el hombre para lograr cosas increíbles, solo tenemos que saber bien qué cosas increíbles queremos lograr."

Entre el tao e Ítaca Fue uno de los pioneros en incursionar en Uruguay en la electrónica y un precursor al momento de fusionarla con otros ritmos. En 1991 abandonó Si3 un grupo de covers de rock que integraba junto a los hermanos Nicolás, Martín e Ignacio Ibarburu y Nicolas Sarser y se dedicó a su proyecto solista. En 1992 compuso La candomarcha, originalmente llamada Space is a dream, un tema donde mezclaba dance y candombe. A pedido de Álvaro Quartino, Montogmery tenía que grabar un disco para un discoteca de Punta del Este. La candomarcha fue un éxito. "En un momento me senté y la melodía surgió. El mismo día surgió el bajo y la parte armónica. Yo había comprado mi primer sampler, que me permitía tener muestras de audio y grabé candombe. Lo probé en la base, sume un típico bombo de house y fue impresionante, hasta me asusté. Hay momentos en que sentís que descubriste algo imponente y sabés que va a ser algo bueno. Y eso fue así."

Fue el mayor hit de su carrera, al punto que todavía hoy, casi 20 años después, le continúan llegando regalías. Con ese hit y una carrera en ascenso, en 1995 montó un espectáculo multitudinario en las escalinatas del Palacio Legislativo, donde congregó a 300 mil personas. Sin embargo en 1999, ocho años después de su debut, Montgomery dejaba Uruguay.

"Yo sentía que había logrado muchísimas cosas hasta ese momento, había logrado cosas increíbles y temía quedarme atrapado en mis propios logros, y temía haberme agarrado de una zona de comodidad, empezar a repetirme y perderme la oportunidad de vivir esa situación límite que te lleva a estar más en contacto que cuando ya está todo dado. Decidí que un ciclo se había completado y que tenía que irme."

El camino de Montgomery, inspirado por el taoísmo, lo llevó 8 años a México. Vivió en la selva, en el desierto y en Ciudad de México. Estudió los ritmos pre-hispánicos y los mestizos y también los fundió con la electrónica. Pero el ciclo de México también finalizó. Y Montgomery regresó a Montevideo. "México me dio fundamentos para iniciar este nuevo ciclo en Uruguay que combina esa fuerza que me movió a mí con algo más de experiencia y un conocimiento personal más importante por lo que puedo hacer las cosas artísticamente desde un lado más maduro y eso es importante. Ahora estoy en el tercer ciclo. A ese ciclo le llamo el viaje de Odiseo."

Monje urbano. "Transformé mi propia idea de espiritualidad. El monje urbano es un concepto que involucra tu vida cotidiana en una sociedad en la que ponés en acción tu filosofía y tu espiritualidad. Quizás en los ´90 influenciado por la new age había una concepción de que la iluminación era meditar en una montaña en el Tibet. Yo creo que la iluminación está ya, está en el momento en que estás en el lugar en el que estás. El concepto de monje urbano, que es lo que yo estoy aplicando, es incorporarme al sistema social global aplicando en cada momento y en cada acción todo lo que puedo mi filosofía y mi pensamiento espiritual; en mi trabajo y en mi vida personal, en mi circulo cercano y hacia afuera." Imbrincado en esta filosofía está el concepto de sus espectáculos. Para diseñarlos Montgomery trabaja con distintos artistas visuales, en el Planetario lo hará con Florencia Brandino. "Solo con la música no me sentiría completo, de hecho mi música cuando la compongo viene con la situaciones, es como una película que me llega, compongo así lo visual y lo sonoro simultáneamente. Además las imágenes hacen más concreto el mensaje, que igual sigue siendo muy abstracto. La imagen en el lugar justo me da la posibilidad de encaminar hacia donde quiero el show." Porque más allá de las luces y los sonidos hay un mensaje. "El tema está en lo que estás diciendo, en el contenido. Esta es la oportunidad para estar en un viaje; todos juntos dentro de un domo, conmoviéndonos por la belleza del universo, por el milagro de la vida y en una hora tomar contacto con una sensación que ayuda a recordar que la vida es un milagro, que podemos vivirla como tal y disfrutar de lo que nos rodea, que es un regalo hermoso. El mensaje mío siempre ha sido la paz, el medioambiente y esa fuerza que quiero compartir con la gente. Creo que apunta a fortalecer los valores mas altos de la humanidad."

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