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Peligro inminente

En una escuela de Barros Blancos siete de cada 10 alumnos tienen parásitos. Es que de los 50 kilómetros cuadrados de la ciudad, sólo dos tienen saneamiento. Y así es difícil que los niños no se enfermen.

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FABIÁN MURO

Se ha mejorado mucho en algunos de los números que hacen a una mejor calidad de vida nacional, es cierto. Pero la ciudad canaria de Barros Blancos arroja indicadores que nada tienen que ver con desarrollo, progreso o mayor consumo.

En esa zona cerca del límite entre Canelones y Montevideo viven decenas de miles de personas en una zona cuya superficie total es de 49 kilómetros cuadrados. Las cifras de la población allí no son precisas. El alcalde del lugar, Napoleón Da Rosa, dice que es el doble de lo que indicó el último censo que fueron, unas 30.000. De ser así, unas 60.000 personas viven en casi 50 kilómetros cuadrados. De esos, sólo dos cuenta con conexión a la red de saneamiento.

La mayoría de los habitantes de Barros Blancos, en donde hay 42 villas (terrenos fraccionados y regularizados) y 39 asentamientos (terrenos irregulares) se las arregla con un pozo negro. O con "robadores", tubos que se entierran y que llevan las aguas servidas del hogar a una cuneta.

Esas aguas, donde las heces ofrecen un contexto ideal para la reproducción de varias especies de parásitos intestinales, forman parte ineludible de la vida en Barros Blancos. No es una sorpresa el alto porcentaje de casos de niños con parasitosis que viven en un lugar así.

Y si bien ya han pasado 10 años desde el último caso de muerte por parásitos intestinales, la experta en parasitología Ana Acuña dice que cada año se registran entre tres o cuatro casos de afecciones "graves" en niños en el hospital Pereira Rossell. Casos que motivan internaciones en CTI, operaciones y donde hay peligro de vida.

Hace dos años comenzó un estudio sobre ese riesgo sanitario en Barros Blancos. La investigación, que concluyó este mes, fue realizada por varias instituciones oficiales y la ONG Centro de Tecnologías Apropiadas (Ceuta).

El relevamiento constató que de cada 10 niños estudiados, casi siete tienen parásitos en sus cuerpos (67%). El estudio, llevado a cabo entre 175 alumnos de la Escuela 187 en el barrio Villa Universitaria (se convocó a 350 alumnos a participar de la encuesta pero la mitad de los padres o no contestaron o no autorizaron la participación de sus hijos) también arrojó que uno de cada 10 de los escolares examinados lleva adentro geohelmintos, los parásitos que más riesgo representan para la salud. Las consecuencias para la salud y el crecimiento de aquellos que viven su infancia entre aguas servidas son varias. Ninguna positiva.

Nicolás Marinof es belga y forma parte de Ceuta, una de las organizaciones que llevaron a cabo el estudio, financiado por 50.000 dólares aportados por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y en el cual también participaron las facultades de Medicina, Veterinaria y Ciencias de Udelar, además de funcionarios de Anep y otras partes de la administración pública, como la IMM.

Marinof es experto en temas sanitarios y ha trabajado en estos temas en varios países latinoamericanos como Perú, donde estuvo una década, y Ecuador. Le dice a Qué Pasa

que, a pesar de las cifras que se manejan, el de Barros Blancos es un caso "intermedio" entre los asentamientos irregulares uruguayos. Hay lugares donde se han constatado tasas de infección parasitaria aún más altas que las de esa ciudad canaria. Según él, zonas de en Malvín Norte y Casabó presentan situaciones aún peores que la zona estudiada en Barros Blancos. Y aunque señala que existen pocos estudios que den cuenta de la parasitosis en Uruguay, va un poco más allá del problema específico. No se trata únicamente de un tema de saneamiento. O no debería ser únicamente eso.

"El hacinamiento, la falta de higiene, las condiciones de vida… todo eso lleva a situaciones como las constatadas por el estudio", dice Marinof. Para él, este es un problema de "invisibilidad", aunque pueda resultar paradójico emplear ese término para referirse a una zona de medio centenar de kilómetros cuadrados y decenas de miles de personas. Pero invisibilidad es la palabra que usa para calificar la actitud de las autoridades ante realidades como las de Barros Blancos u otros asentamientos. "Esta realidad no forma parte de las prioridades políticas", comenta.

Además, dice, la realidad de los asentimientos puede abarcar más que lo que dicen las cifras oficiales, que estiman que entre 1% y 2% de los uruguayos carece de "saneamiento mejorado", otro término para decir que la persona o familia no tiene un baño que funcione de manera satisfactoria. "O sea, que defeca en un balde. O al aire libre", dice Marinof, ingeniero rural y magíster en temas de saneamiento. "Un indicador cercano al 5% me parece más ajustado a la realidad, entre otras cosas porque a menudo ocurre que la persona, por un tema de vergüenza, no dice que no tiene baño". Eso es lo que él ha constatado, agrega, cuando releva la situación de las personas que viven en asentamientos.

"Esta es una situación muy compleja, hay de todo para hacer", dice Da Rosa, el alcalde. "Hace un tiempo vino gente de Dinama, fue en 2010. Luego, nada". Y los reclamos se vienen realizando desde hace mucho tiempo, dice el alcalde. Qué Pasa se contactó con la recientemente formada Dinasa, que se encarga de estos temas para el Ministerio de Vivienda pero nadie respondió al cierre de esta edición.

Con todo, no es cierto que las autoridades no hagan nada. La presencia de organismos públicos es casi abrumadora entre el "pobrerío". Existe un archipiélago institucional que atiende o interviene según un complejo entramado burocrático que puede despistar a muchos. Las siglas se apilan: ASSE, PIAI, Mides, ANEP, OSE y varias más dan cuenta de una numerosa presencia estatal en esos lugares. Y luego están las ONG, que también aportan una sigla más al problema y más recursos humanos y materiales.

Sin embargo, pasan los años y poco cambia en esos paisajes de calles sin pavimento y viviendas que van de lo precario y derruido a -con suerte y como mucho- lo modesto y prolijo.

¿Es un problema de gestión? Para Daoiz Uriarte, vicepresidente de OSE, aunque pueda haber deficiencias en la gestión, cuando se habla de saneamiento, lo que cuenta es cuán grande es el presupuesto con el que se cuenta. "El principal obstáculo es que es tremendamente caro darle saneamiento a la gente. Y el retorno económico es pobre. Apenas se cubren los costos de funcionamiento".

Uriarte pone el ejemplo de Las Láminas, el asentamiento de Bella Unión. El año pasado concluyeron las obras y hoy todos tienen saneamiento en ese asentamiento emblema de la crisis de 2002. Costó 1.200.000 dólares proporcionarle a los habitantes del barrio 1.200 conexiones a la red saneamiento. Eso da unos 1.000 dólares cada hogar.

En otro asentamiento del interior -Vergara, en Treinta y Tres- se hizo un estudio que estimó que se requerirían 6,5 millones de dólares proveer a las familias que allí residen (unas 5.000 personas) de saneamiento. Una cifra muy elevada para OSE, que no acometió las obras necesarias para solucionar la situación de los residentes de ese barrio. Con todo, el jerarca del ente dice que más allá de las variables técnicas que deben tenerse en cuenta a la hora de empezar a tender cañerías, la ecuación básica es "cuanto más gente, más barato sale".

-Entonces, ¿por qué no se hace en el caso de Barros Blancos?

-Estamos en eso -dice Uriarte-. El año que viene empezarán las obras y eso lleva su tiempo, tal vez hasta un par de años. Pero esa zona tendrá saneamiento.

FUERA. Simón Centurión es médico de familia y comunitario. Está encargado de la policlínica Entre Todos, una de las siete que existen en Barros Blancos. Ahí atienden un promedio de unas 300 consultas directas por mes. Las consultas por parasitosis son comunes, dice, y agrega que una situación ya complicada se agrava por factores varios, como la presencia de múltiples tipos de parásitos y los síntomas que éstos pueden provocar o no en sus huéspedes. Puede que un mismo parásito esté en dos personas distintas y que en una se note y en la otra no, por ejemplo.

Puede, también, que el mero hecho de encarar el problema genere resistencia o rechazo. "Tenemos una actitud frente a la materia fecal que complica la solución del problema. Constaté durante los dos años de estudio que a muchos les costaba llevar a cabo lo que le pedíamos. Y va más allá de la realidad de Barros Blancos. Como cultura, no queremos saber nada. Queremos tirar la cadena y que `eso` desaparezca". Será necesario, agrega, desarrollar otra actitud y conciencia para poder desprenderse de uno de los problemas que aquejan a esos 50 kilómetros cuadrados de realidad incompatible con la calidad de vida.

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de cada diez niños estudiados en la zona de Villa Universitaria en Barros Blancos tiene parásitos.

LO QUE DICEN LAS CIFRAS PÚBLICAS

El Programa de Mejoramiento de Barrios (PMB-PIAI) del Ministerio de Vivienda presentó este año, a través de su Unidad de Evaluación y Monitoreo, un informe técnico a partir de los datos del Censo 2011. Entre las conclusiones del "Relevamiento de Asentamientos Irregulares" se dice que más allá de la mejora de los indicadores socioeconómicos -y que el número de asentamientos en 2011 es menor al registrado en 2006- los asentamientos llegaron para quedarse por mucho tiempo. "La consolidación de irregularidad urbana es un proceso de largo plazo, estructural en las ciudades de América Latina". De acuerdo al informe del programa, un 5% de la población uruguaya vive en asentamientos irregulares, comparado con el 5,5% que lo hacía en 2006.

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