Animarse al pavo

El ave se hace su lugarcito entre lechones y corderos en las mesas navideñas uruguayas.

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Se pavoneaban por los dominios del azteca Moctezuma cuando llegaron los conquistadores en el siglo XVI. Después se hicieron populares en Europa, gracias también a los jesuitas. En EE.UU., 88% de la población elige pavo para celebrar, culinariamente hablando, el Día de Acción de Gracias, en recuerdo de aquella primera comida que tuvieron los hambrientos colonos ingleses del Mayflower, en noviembre de 1620, al pisar las costas de Massachusetts. El pavo en la cena de Navidad, en cambio, se habría puesto de moda, con la novela "A Christmas Carol", que el británico Charles Dickens publicó en 1843.

El mundo produce hoy unos 4 millones de toneladas de carne de pavo, más un 3% de aumento anual, pero en Uruguay, su consumo sigue siendo estacional, aunque creciente acompañando la tendencia mundial. Y como históricamente aquí se criaron pavos para autoconsumo, las diversas formas de prepararlo, al horno, con o sin relleno, frito, estofado o en salmuera, por suerte, son parte del acervo en muchas familias del país, sobre todo, del medio rural. En la gran urbe, en cambio, y a falta de producción intensiva relevante, los pavos, más bien pavitas, son importados. Tienda Inglesa y El Novillo Alegre, por ejemplo, las traen de EE. UU. y pesan entre 3 y 5 kilos. En la primera, se venden a $ 154 el kilo y en El Novillo a $ 255.

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