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Hay libros que compiten bien con el juguete

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Cristina Mosca | Directora de Bookshop

Tiene 59 años y fue la única mujer de la familia que trabajó en Mosca Hnos., la empresa que fundó su abuelo en 1888 y que Permaneció en manos de los Mosca por 106 años. Dejó estudios de Medicina, de inglés y secretariado para iniciarse en el negocio y tras casi 20 años de experiencia fundó, hace otro tanto, su propia distribuidora y librería especializada en inglés, infantiles y adultos. Tiene dos hijos y un nieto y está divorciada. Viaja mucho, incluso por placer. Católica practicante, su libro de cabecera es la Biblia.

POR Stella Maris Pusino | [email protected]

¿Cómo fue el origen de Bookshop?

Abrí Bookshop en 1990, después de trabajar casi 20 años en Mosca Hermanos, la empresa que fundó mi abuelo. Había entrado en 1972, cuando la secretaria de toda la vida de mi padre tuvo que retirarse por un problema familiar y papá me pidió que la sustituyera. Tenía con él una relación increíble. Lo admiraba, era un hombre muy inteligente, con un gran sentido del humor.

Luis Alberto Mosca fue el primero en traer contenedores de juguetes y material de papelería al Uruguay, creador del área de importación en la empresa. Era tan un disfrute trabajar con él que perdí el interés de seguir estudiando. Pero ocurrió algo terrible. Mi padre fallece en 18 días, en 1974, con 54 años. Perdí mucho más que un padre, aún hoy me pondría a llorar.

Todo lo que sé como empresaria, el gusto por el comercio y la pasión por el trabajo lo recibí de él. Después descubrí que no podía ser secretaria de otra persona. Intenté con un primo, pero para ser secretaria de alguien hay que admirarlo. No podía ser secretaria de alguien que ni fu ni fa.

Pero continuó en la empresa.

Sí. De casualidad, el mismo año que papá murió, yo daba mi examen para obtener el First Certificate. Y me tuve que ir a Buenos Aires a comprar los libros. No había quien los vendiera en Uruguay. Todavía quedaba un tío mío en la empresa, pero la tercera generación, la mía, ya la manejaba. Convencí entonces a mis pares en la empresa, mis 16 primos, que había una oportunidad de negocio en la comercialización de libros en inglés. Así fue como en 1975 empecé en esa área y tan bien nos fue que en 1983 se hizo preciso abrir un departamento ad hoc.

Los siguientes siete años nos dedicamos también a vender libros en inglés a colegios en Argentina, aprovechando inicialmente el corte de las relaciones comerciales con Inglaterra, tras la guerra de Malvinas. No habría podido aprender de liderazgo u organización ni desarrollar capacidad para la venta o la atención al cliente sin zambullirme como lo hice en el mercado argentino. Pero cerramos la oficina de Buenos Aires en 1990.

Entonces ya estamos en el año en que funda Bookshop.

Sí, es que yo ya era consciente de que Mosca Hnos. iba a ser vendida. Los nietos somos 40. Muchos tenían interés en continuar la empresa, otros no. Era difícil regentear ese buque. Paralelamente, las mismas editoriales me decían que yo ya tenía todo lo que precisaba para independizarme. Me tiré al agua, renuncié y en agosto de 1990 viajé a Inglaterra. Todas las editoriales que visité me ofrecieron el mayor apoyo desde el comienzo. Abrimos Bookshop en la calle Blanes, a las apuradas, porque el embarque ya estaba llegando. Mosca Hnos. siguió con lo que yo hice y es hoy mi principal competidor en el área de inglés. Pasó a manos extranjeras tres veces en 1994, en 2002 y en 2009.

¿Cuántas sucursales tiene hoy Bookshop?

La distribuidora y varios puntos de venta: Montevideo Shopping y Portones, en Ellauri, frente al Punta Carretas, la casa central en Rodó, un local en Martínez Trueba y otro en ciudad de Maldonado.

¿En qué rubros se fueron especializando?

Nacimos con textos en inglés, infantiles y de adultos, pero antes del año entramos en Montevideo Shopping y tuvimos que abarcar otras áreas. Además de lo que se comercializa habitualmente en las librerías locales, importamos y distribuimos libros en español, de arte, diseño, arquitectura y gastronomía. Otro foco fuerte es el de libros infantiles en español. Traemos material de editoriales como Tormont o Silver Dolphin, con el fondo Disney, y que tienen el concepto del libro juguete, con sonidos, luces, troquelados, cámaras o CDs, a precios que compiten muy bien con el del juguete.

Para asegurarnos los volúmenes que necesitamos, estamos haciendo ediciones propias en Hong Kong. En un par

de meses llegan 30.000 libros para vender en Navidad.

¿Lideran el negocio de textos en inglés?

Sí, con el 70% del mercado, 16.000 títulos, 740 centros de enseñanza clientes en el país. Junto a este negocio crece también el de textos en español. En 2010 vendimos 26% más que en 2009. Y somos el principal importador y distribuidor de novelas en inglés. En 2009 vendimos 7.500 de las 12.000 de stock.

¿Cuántos libros venden al año y cuál es la facturación?

En 2009 fueron 260.000 unidades y la facturación superó los US$ 2 millones.

¿Y cuántos empleados?

Cincuenta y uno, con cierta rotación. Atraer talentos y retenerlos es difícil. Los jóvenes no quieren trabajar en los shoppings.

El mayor competidor es la fotocopia

¿Sobrevivirá el negocio del librero en la era virtual?

Sí. El rol de la librería es su valor agregado, el de asesorar al lector, ordenar el universo de información que se le ofrece, hacerle más facil su búsqueda. Tenemos nuestra página web pero aún no es un punto de venta fuerte. Buscamos nuevos negocios, y no sólo para sobrevivir sino para crecer. Ahora incursionaremos en el área del libro académico, de carreras y postgrados, con la misma metodología de venta del texto en inglés, visitando profesores y centros de estudio. Queremos que el profesional pueda decir, señalando su biblioteca: "estos son los libros con los que me recibí". Y no una pila de papeles enrulados. Es la fotocopia nuestro gran competidor.

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