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La bendita propiedad privada

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ISAAC ALFIE

En más de una oportunidad, ante circunstancias que le parecen adversas porque directamente interfieren en su voluntad, figuras del gobierno, algunas prominentes por cierto, han tenido la expresión del título en tono peyorativo, sindicándola como un obstáculo al desarrollo. Difícilmente se pueda encontrar un aserto más alejado de la realidad, es justamente la propiedad privada y el apropiarse de los frutos de la misma, una de las claves que impulsan el crecimiento y desarrollo de las personas, economías y naciones.

REALIDAD. Por fuera de lo ideológico y posturas utópicas o totalitarias contra la propiedad privada, las cosas son muy claras: el crecimiento se logra con capital, y éste no es otra cosa que los frutos acumulados y no consumidos del trabajo. ¿Por qué alguien estaría dispuesto a trabajar y no consumir cuando otro toma "gratis" la retribución de su trabajo? No hay una respuesta lógica; algunos dirán que es egoísmo, otros, que esa persona no está preparada para vivir en una sociedad "justa", aquella que al decir de Marx, le otorgue a cada uno según sus necesidades y reciba según sus capacidades. Pero esto no funciona, los hechos lo demuestran muy claramente, por ende si se quiere el progreso (crecimiento en sentido amplio) hay que admitir varias cosas, entre otras:

a. Que las personas tengan ambición por superarse.

b. Que no se le puede quitar a quien genera valor una porción muy significativa del mismo, porque deja de trabajar y generarlo.

c. Que sin generación de valor no hay nada para repartir.

d. Que las personas deben poder disfrutar del fruto de su trabajo como mejor le parezca, siempre que respeten los lógicos límites que la vida en sociedad impone.

e. Que el capital que acumulan las personas les pertenece y son ellas quienes deben decidir qué hacer con el mismo. Por tanto, no es bueno que desaparezca por actos arbitrarios o impuestos expropiatorios.

Para todo lo anterior, la propiedad privada es fundamental. Respetar las reglas de la no expropiación, sea por ley, vía impositiva o regulaciones, es parte esencial del desarrollo, la vida democrática y los derechos civiles. Existen otras cosas tan o más fundamentales que lo antedicho o, al menos, que van a la esencia del ser humano bajo una concepción liberal, las libertades individuales, entre la que está la económica, el derecho a la reserva e intimidad. Podríamos seguir y el lector seguramente agregará a la lista, pero con esto es suficiente para abonar a la idea.

CIENCIA. Más allá de todo lo anterior, la ciencia económica demuestra cómo, donde puede haber propiedad privada en contraposición a la propiedad común, la primera es preferible desde el punto de vista del bienestar de la sociedad, ya que genera mayor valor. Una manera fácil de verlo es recurriendo a la llamada "Tragedia de los Comunes". El ejemplo, extraído de la observación de lo que acontecía con la producción en las tierras comunes que existían en Europa luego de la Edad Media, es la justificación económica del traspaso de aquellas a manos privadas. Éste no necesariamente implica una enajenación de la tierra, puede perfectamente ser un arrendamiento; la clave está en que hay alguien que decide sobre todo, mirando el bosque completo.

Suponga el lector que existe un campo común de pastoreo, donde las personas pueden llevar a pastar su ganado y que el valor de la producción se resume en lo que la tabla anexa indica. Así si hay una única vaca, el valor de la producción total es de 1.200, si hay 5 es de 5.150 y así sucesivamente. Supongamos también, para simplificar, que el costo de producción, incluyendo el de adquisición del ganado, es fijo e igual a 500.

La tabla nos dice en su tercera columna cuál es el valor de mercado de la producción por vaca y en la cuarta, el valor adicional (marginal) del rendimiento del último animal puesto a pastar en el campo. El cuadro respeta una ley económica fundamental, la de rendimientos marginales decrecientes, la cual podríamos decir, es obvia. Así, en un campo la cantidad de comida está dada por la dotación del mismo y siempre tiene un límite; por ende a mayor cantidad de animales pastando, menos comida para cada uno y, entonces, menos producción por cabeza.

SIGNIFICADO. Antes que nada veamos qué significa, cuál es la interpretación que debemos darle al precio de un bien en el mercado (el precio de transacción) y al costo de producirlo. El primero expresa el valor que la gente percibe de ese bien (1) y por ende lo que se está dispuesto a pagar por el mismo. Entones, el precio iguala al bienestar o beneficio que, quien lo compra, cree le proporciona el bien. Éste es independiente del costo; así, en medio del desierto un poco de agua fría seguramente valga centenas de veces su costo, pero si debe respetar la restricción que, lo que la gente esté dispuesta a pagar debe cubrir el costo marginal de producirlo, de lo contrario no habrá oferta. Por tanto, el precio es una medida de cuánto bienestar proporcionan las cosas a la sociedad. Con la base anterior, el costo de producción de una unidad adicional (costo marginal) no quiere decir otra que el valor de esos recursos para la sociedad.

EL RESULTADO. Aún bajo el supuesto fuerte que "la propiedad común se cuide de la misma manera que la propia", si el uso de la tierra es libre, cada persona decidirá si pone a pastar o no una vaca adicional en función de cuánto obtenga de ella. Si su costo es 500, es claro que habrá 17 vacas pastando en la tierra común, esto es así porque quien lleva la cabeza 17 sabe que le costó 500 y obtiene 509, pero si se pone la 18, ya la producción unitaria (470) sería inferior al costo. La pregunta es si ello es lo óptimo para la sociedad y la respuesta es un NO rotundo. ¿Por qué? Sencillamente porque cada productor analiza en función de su beneficio, pero deja de lado la influencia de su conducta sobre el resto de los productores. Por ejemplo, cuando se lleva la cabeza 10, ésta produce 500, una cantidad exactamente igual al costo, pero el valor de la producción por unidad de "capital" cae 38, de 878 a 840, lo que implica que los 9 anteriores han perdido 342 (38 x 9). El mismo razonamiento nos dice que al introducir el animal 11, la producción total aumentaría en 350 y la pérdida de los 10 anteriores sería de 450 (45 x 10). Entonces socialmente introducir la vaca Nº 11, causa pérdida de bienestar y lógicamente no debería hacerse. Por tanto un productor individual que tenga el dominio total de la tierra (decide sobre qué, cómo y cuánto producir), no tendría más de 10 cabezas en ese terreno, contra las 17 si ese "dueño" no existiera. La ganancia del productor individual es la utilidad social, que la propiedad termina dilapidando (2).

Un ejemplo más reciente se puede encontrar en las reformas que China emprendió sobre fines de los setenta. Allí se cambió el sistema de pago de renta sobre la tierra de la siguiente manera: antes las personas debían entregar toda su producción al Estado y éste le daba a cada familia lo que entendía del caso para cubrir sus necesidades. Se pasó a un sistema donde las personas debían entregar una cantidad fija de productos (equis kilos) y todo el exceso de producción lo podían vender en un mercado libre al precio de mercado. La tierra era la misma, la maquinaria y herramientas, las mismas arcaicas de siempre; en 5 años la producción agrícola se más que duplicó y fue el comienzo de la era que llevó a este país a ser hoy la segunda economía del mundo y, según dicen, la razón de los precios de nuestros productos de exportación. Si será bendita la propiedad privada.

(1) En realidad nos dice el valor de la última unidad consumida, que es el menor de todos ya que también aquí aplica una ley económica, la ley de utilidad marginal decreciente.

(2) Note el lector que si se ponen 17 vacas en el campo, el valor de la producción equivale al costo total, o sea no existe una ganancia de bienestar para nadie.

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