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Mamá estimula: Verdades sobre la maternidad (primera parte)

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Madre e hijo. Foto: Unsplash

CON LOS HIJOS

En su columna semanal, Claudia Guimaré habla sobre las incómodas verdades de la maternidad que nadie acepta

Para la enorme mayoría de quienes tenemos hijos,la maternidad ha sido la mayor experiencia de nuestras vidas. Pero no todo es color de rosa y la romantización de la vivencia y la presión social, invisibilizan una realidad muy estresante y por momentos solitaria y dolorosa.

Hace unos días planteé en Mamá Estimula la siguiente consigna: "Di una verdad incómoda sobre la maternidad que nadie acepta" y en pocas horas, más de 1500 mamás compartieron mitos y verdades que nos tocan de una u otra forma a todas.

Aquí te dejo las 10 más comunes entre ellas.

1. La maternidad te cambia

No, no me refiero a los cambios obvios en lo relativo a tu sueño, tu vida de pareja o tu aspecto físico. Tampoco a las nuevas preocupaciones y sensibilidades que de pronto descubres.

Me refiero a algo mucho más profundo que llega a veces incluso a alejarte de tus amigas que no tienen hijos por ejemplo. Cuando al nacer mi hija le comenté a una amiga que no tenía hijos, que ser madre fue lo más grande y hermoso que me pasó en la vida, me contestó irónica y revoleando los ojos "bueno, si permites que eso te defina...."

Y yo, me quedé muda, ante la certeza absoluta de que me sería imposible convencerla de que era así y no lo sentía como una pérdida sino como una ganancia total. Y es que ser madre no es simplemente algo más que se suma a nuestro curriculum personal como terminar una carrera, casarnos, cambiar de trabajo o mudarnos a otro país, sino un cambio revolucionario que nos hace dejar de ser nuestro propio centro del universo y conocer un nuevo tipo de amor por el que estamos dispuestos a hacer sacrificios que seguramente nos hubieran parecido impensables para con parejas, parientes o amigos, y por eso te transforma.

Si a nosotros mismos nos sorprende, ¿cómo explicarlo y conectar con quienes no lo experimentan?

2. La maternidad es solitaria

Es una experiencia tan única e intransferible, que para muchas mujeres se convierte en un castillo en el que sólo habitan ellas.

No importa si tienes la suerte de contar con una pareja compañera, que se involucre en la crianza de tus hijos a la par tuya y no que considere que "te ayuda" con algo que en realidad te pertenece en forma exclusiva.

No importa si contás con una familia contenedora y cercana que te dé una mano siempre que lo necesites. No importa que estés rodeada de amigas que sí te comprendan porque también tienen hijos y hasta te puedan ir adelantando las experiencias que seguramente vas a transitar en breve.

Muchas veces te sentirás sola y que nadie te entiende. Que todo es tu responsabilidad y que nadie puede verdaderamente ponerse en tus zapatos, ni preocuparse de la misma manera que tú, ni compartir tus miedos más irracionales y profundos, tus angustias y también tus alegrías. Y eso, a veces, puede alejarte de tu pareja, tus amigos o tus seres queridos en general, y duele.

3. No serás una madre perfecta, no importa cuanto lo intentes

Quizá una de las cosas más frustrantes de la maternidad sea que aun cuando te propongas hacer todo diez puntos, te encontrarás fallando a cada momento y sin tener idea de dónde está el origen del problema o cuál es la solución correcta.

No importa a cuántas amigas hermanas o parientas hayas visto criar a sus hijos de cerca ni tampoco, y lo digo por experiencia, que hayas sido madrastra de los hijos de tu pareja por mucho tiempo y hayas compartido sus problemas y sus luchas hombro con hombro.

Cuando te toque a ti, verás que aun los mismos desafíos se presentan como nuevos, que en carne propia las cosas son diferentes y que la emocionalidad te gana y se pierde la objetividad y la distancia para analizar situaciones e implementar acciones diferentes. Te sorprenderás con problemas que nunca imaginaste ibas a tener "porque estabas haciendo todo bien" y hasta te enfurecerás cuando busques ayuda en libros de crianza y las frases que antes te parecían de enorme sentido común, pasen a parecerte recetas ridículas e inaplicables. Hasta que un día, entenderás que como decía Antonio Machado, el poeta, "se hace camino al andar" y que nunca hay dos caminos iguales, ni siquiera cuando tengas un segundo hijo o hija.

4. A veces querés estar sin tus hijos

Un lamento común entre las madres es haber perdido sus espacios íntimos, para relajarse, para distenderse, para simplemente "volver a ser nosotras mismas", las de antes, las que podíamos tomar una ducha de media hora sin dejar la puerta abierta para estar atenta a ruidos sospechosos (o a silencios sospechosos, que son aun peores), las que podíamos ir al baño solas, sin gatos ni hijos que se nos peguen a las piernas, las que podíamos acostarnos tarde entre semana y dormir la noche entera.

Pero tan común como este lamento es que cuando milagrosamente lo logramos, no podemos evitar muchas veces extrañar a nuestros hijos al punto de no poder disfrutar completamente de ese momento. Y así, nos encontramos llamando a casa para ver cómo va todo, pensando en que olvidamos comprar la cartulina que había que llevar mañana a la escuela o preguntándonos si quien quedó a cargo de la criatura, se acordará de abrigarla bien o de darle a la hora indicada el remedio.

Y aprender a soltar esos miedos, esa aprensión, esa voluntad de omnipresencia, si es que se logra, lleva mucho tiempo.

5. Aun cuando no lo quieras, te parecerás a tu propia madre en algunos aspectos

Para la mayoría de nosotros, puede que la infancia sea un cálido recuerdo y que aun sorteando los rezongos y penitencias que nos hayan sido impuestas, guardamos en general una imagen positiva de nuestros padres y del esfuerzo que les llevó criarnos y querernos.

Pero aun así, casi todos tenemos algún post it pegado en la cabeza que nos indica recordar no parecernos a nuestros padres en tal o cual aspecto. No existen padres perfectos por lo que aun idolatrándolos, es lógico que les hayamos encontrado defectos.

Pues déjame decirte que el día menos pensado, por más que hayas despotricado contra tu madre o tu padre en algún aspecto, por más que te hayas jurado hacer las cosas de un modo diametralmente opuesto, abrirás la boca y te escucharás decir aquella frase que ha quedado grabada a fuego en tu cerebro y que cuando te la decían a ti te enojaba dolía o hería aun sin querer.

Algún día verás en tus actos el reflejo de ellos y verás qué difícil es desnaturalizar lo interiorizado desde pequeños, cómo cuesta cambiar hábitos y reconstruirse con nuevas sensibilidades y recursos, aun teniendo claro que deseamos con nuestra alma poder hacerlo. Y si hay algo positivo en esto, es que no hay mejor incentivo para querer sanar o cambiar algo profundo nuestro, que el deseo de hacerlo mejor para con nuestros hijos cuando aun estamos a tiempo.

CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Claudia Guimaré
Claudia Guimaré

La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.

Conocé cómo Mamá Estimula puede auxiliarte en la crianza de tus hijos.

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