Vecinos y escolares rehenes de la violenta disputa entre dos familias

Unidad Casavalle. No cesan balaceras en zona de escuelas con 2.000 niños

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Desde hace un mes y medio, dos bandas que se disputan el poder en Unidad Casavalle tienen a los vecinos en vilo. Carecen de códigos y los tiroteos son a toda hora, incluso en el predio escolar. Todos los conocen pero, por temor, nadie los denuncia.

"No les importa si hay gurises chicos o si tenés familiares. Si quieren venganza se agarran con cualquiera", comentó María, de 22 años, mientras esperaba la salida de su hijo del jardín de infantes del complejo de Unidad Casavalle. "Esto empezó hace menos de dos meses. Antes, el barrio no era así. Ahora pasamos metidos en casa, no se puede ir a una placita, no se puede sacar a pasear a los chiquilines", comentó.

Jorge, que vive hace décadas en Los Palomares, dijo que hoy "por cualquier problema se agarran a los tiros. Si mirás mal a uno de esos botijas, te pueden pegar un balazo".

Una decena de padres consultados a la salida de la escuela coincidieron en que la situación de inseguridad en el barrio ha empeorado en el último mes y medio. "A mi hija mayor la rozó una bala el día que entraron a la escuela. Uno está con el corazón en la boca", dijo una madre de 25 años.

El 19 de abril, dos madres se enfrentaron en la dirección de la escuela 178 por un problema entre sus hijos y una le clavó a la otra una tijera en el hombro. A las pocas horas, en un hecho sin precedentes en el barrio, tres personas armadas ingresaron a los tiros al predio escolar en defensa de una de las madres. Al complejo ubicado a una cuadra de San Martín y Aparicio Saravia asisten más de dos mil niños. Allí funcionan cuatro escuelas, una escuela especial, un jardín de infantes, un centro CAIF y una policlínica.

La semana siguiente, cuando se retomaron las clases, los tiroteos continuaron. Ese jueves, a las 17 horas, el viernes al mediodía y el pasado miércoles a las 11 de la mañana hubo balaceras en la zona, incluso uno de los agresores disparó desde el techo de una de las escuelas.

"Antes sabíamos que existía esta realidad en el barrio, pero después de las 17 horas", comentó un docente. "Ahora el cambio es que pasa en el horario escolar", agregó.

El miércoles en la noche hubo un enfrentamiento en Los Palomares entre delincuentes de la zona y la policía. Según las versiones oficiales, los lugareños atacaron la casa de un efectivo que vive en Los Palomares, que había participado en la detención de varios integrantes de la banda. El enfrentamiento terminó con un detenido y un herido, el hermano del policía, que recibió cuatro balazos en las piernas.

QUIÉNES SON. Las versiones sobre qué hacen y porqué se enfrentan los integrantes de las bandas son varias, pero todas coinciden en que se trata de dos familias, o clanes, que tienen bocas de pasta base. Algunos dicen que están enfrentados por el control de la venta de droga en el barrio. Otros afirman que, a pesar de que venden pasta base, la guerra no es por el control del mercado (porque hay suficiente demanda como para que todos vivan de ello) sino porque en noviembre pasado fue asesinado un joven de una de las familias.

Otras versiones apuntan a un expreso que hace poco salió del Comcar, que cuando llegó al barrio encontró que su poder ya no era el mismo y ahora intenta retomarlo.

Lo cierto es que los vecinos están aterrorizados y creen que "es cuestión de tiempo que haya muertos", según comentó un policía de la zona a El País.

Las bandas aprovechan cada ocasión para hacer gala de su poder. Por ejemplo, en el horario de entrada o salida de la escuela suelen pasar a alta velocidad con sus motos o autos por la puerta del centro educativo. "Quieren mostrar que mandan en el barrio, controlar quién entra y quién sale. Quieren copiar a Brasil, a las favelas", comentó una madre.

A pesar de que atemorizan al barrio, los pobladores prefieren no identificarlos ni denunciarlos. Todos los consultados: policías, docentes y vecinos, pidieron no ser identificados por sus nombres. "Acá no se puede ni hablar. Si denunciás una boca, les dicen quién fue. Si los policías saben quiénes son, ¿para qué me voy a meter yo?", manifestó Jorge.

Una docente dijo que los delincuentes "tienen en vilo a una población desde hace semanas. Se sabe quiénes son pero siguen impunes".

Un policía de una seccional cercana dijo que los agentes de la zona "no deben tener un cabal conocimiento de la situación porque la gente por temor no habla". No opinar y no meterse son las consignas.

Jorge se define como uno de los vecinos más antiguos de Casavalle. Vive en la zona desde 1959 y se mudó a Los Palomares cuando se inauguraron, en 1974. "El barrio nunca fue bueno", comentó, "pero hace más o menos un año y medio es imposible vivir".

El miércoles, cerca de las 21 horas, cuando volvía a su casa desde el Centro, lo llamó su hija para avisarle del tiroteo que se estaba llevando a cabo en Los Palomares. Jorge tuvo que esperar 40 minutos en los alrededores antes de ingresar a su hogar. Según Jorge, situaciones como éstas son moneda corriente.

Inseguridad es la mayor preocupación

Una encuesta de Equipos Mori a residentes de Casavalle, de agosto de 2011, reveló que el 38% de los residentes de la zona sufrieron algún evento de victimización, ya sea por haber sido objeto de un delito con violencia, ser golpeado o agredido físicamente, o haber sido robado en su propia casa.

En tanto, el 45% de la población consideró "muy inseguro" caminar por las calles de su barrio después del anochecer, y otro 16% lo evaluó como "algo inseguro".

A su vez, el 35% de los encuestados mencionó el mejorar las condiciones de seguridad como la primera acción que haría en su barrio.

En cuanto a las ocupaciones de los habitantes de Casava-lle, el 52% es asalariado privado, el 14% asalariado público, el 19% trabaja por cuenta propia y el 11% hace changas. En tanto, un 38% de los jefes de hogar que trabajan declaran que no aportan a ninguna caja de jubilaciones.

Un 55% de los hogares recibe apoyo de algún programa social. El más común son las asignaciones familiares, que reciben el 47% de los hogares.

Las maestras de las escuelas del barrio son quienes despiertan la mayor confianza de los pobladores. El 62% declara tenerles "mucha confianza". Luego vienen los médicos y enfermeras del barrio (55% le tiene mucha confianza), el personal de las ONG del barrio (31%) y la policía (20%).

La encuesta fue realizada cara a cara a 600 jefes o jefas de hogar del barrio.

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