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SEBASTIÁN AUYANET

Según estadísticas del índice Civicus de la ONU que serán presentadas este viernes, las organizaciones de la sociedad civil aún no convocan a demasiados uruguayos y tienen algunas complicaciones en cuanto a la recaudación de fondos.

Si bien la organización de la sociedad civil es señalada como "buena", y las acciones que desarrollan sus organizaciones suelen tener alto impacto relativo, aún no logran implicar a suficientes uruguayos ni arraigar con profundidad los valores que trabajan.

Eso es lo que señala el índice Civicus, desarrollado por el gobierno nacional y Naciones Unidas, con la participación de representantes de la sociedad civil, agencias de cooperación, integrantes de organismos gubernamentales y organizaciones internacionales, de medios de comunicación y del sector empresarial.

El "Proyecto J - Fortalecimiento de las capacidades de las Organizaciones de la Sociedad Civil", presentará sus primeros avances este viernes a las 12.30 en el salón de actos del IMPO (Germán Barbato 1379). Allí se ofrecerán los resultados de esta herramienta de investigación que se usa en 50 países y que permite identificar fortalezas y dificultades puntuales de la sociedad civil.

Precisamente, el Proyecto J está orientado a fortalecer las capacidades de las organizaciones de la sociedad civil en el Uruguay. Del proyecto también participó la Asociación Nacional de Organizaciones No Gubernamentales Orientadas al Desarrollo (Anong), debido a la cada vez mayor relevancia que están teniendo este tipo de asociaciones en la vida económica y social del país, según afirmó a El País Graciela Dede, coordinadora del proyecto.

En Uruguay, el Instituto de Comunicación y Desarrollo (ICD) fue el encargado de coordinar la investigación, en la que se evalúa la participación o el compromiso cívico de las personas, el nivel de organización de la sociedad civil, los valores que practica, cómo se percibe su impacto y el ambiente en el que opera. Los resultados se cuantifican en una escala porcentual de 0 a 100.

El resultado del estudio arroja un alto nivel de organización (60%) y con acciones que se perciben como de alto impacto relativo (también un 60%), pero la participación ciudadana es relativamente baja (46%) y aun lo es más la puesta en práctica de valores (43%).

"Hay muchas organizaciones de la sociedad civil trabajando a muy buen nivel y con rendimientos inéditos, pero generalmente se mantienen con poca gente en participación activa. Aun así las cifras de voluntariado han aumentado, principalmente a nivel de jóvenes y de mujeres", explico Dede.

"Si hubiera mayor conocimiento, mayor educación, mayor información de los espacios donde ejercer el voluntariado y quizás una regulación adecuada, seguramente más personas se unirían a la tarea", afirma el texto que presenta las conclusiones del estudio.

El texto señala además en cuanto a los valores que si bien la percepción sobre una cultura de paz, respeto y valores democráticos es moderadamente alta, las organizaciones no tienen procedimientos escritos sobre igualdad de oportunidades, su personal no está sindicalizado y las organizaciones no capacitan a sus empleados sobre derechos laborales. Allí también se asegura que aunque la democracia interna es un valor importante para estas organizaciones, tampoco se trata de una práctica real.

Dede señaló además que existe una "mejora del ambiente" a nivel sociopolítico y socioeconómico, con pocas restricciones para trabajar, lo que agregó una calificación del 73%. Otro de los problemas es la falta de fondos como para que todas trabajen a un nivel óptimo. "Los fondos son pocos y han bajado", apuntó. Además, el "macrocefalismo" y la baja descentralización que aún caracterizan al país complican el acceso a la información y a fondos por parte de las organizaciones ubicadas en el interior.

"Esto no es un censo, que de todas formas es otra de las cosas que se necesitan para seguir mejorando y para tener información sobre quiénes están y dónde están. Lograr identificar en el territorio quién hace qué", añadió la coordinadora.