Límites a la Fantasía de tener playa exclusiva

Punta del Este. Intiman a edificios que incumplen norma de uso de sombrillas

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ANA PAIS Y DÉBORAH FRIEDMANN

Bajás a la playa y cuando mirás la arena te das cuenta que de frente, sobre la orilla, hay varios metros ocupados por sombrillas y sillas del mismo color, una al lado de la otra. La opción es caminar hasta encontrar un lugar o no ver el agua, ¿qué hacés?

Esta situación se les plantea a diario a cientos de veraneantes, sobre todo a aquellos que eligen la playa Mansa a la altura de las primeras paradas. También preocupa a la Intendencia de Maldonado, que decidió notificar a los edificios que incumplen con las normas vigentes e intimarlos a que retiren las sillas y sombrillas que no están autorizadas.

Si bien en el balneario es tradicional desde hace décadas que muchos hoteles y edificios brinden un servicio de playa, el aumento de las construcciones frente al océano hizo que la Intendencia decidiera en 2005 regular la situación, explica la directora de Higiene municipal, Mary Araújo.

"Los edificios frentistas al mar pueden tener cinco sombrillas abiertas, sin ocupar, hasta que vayan llegando los usuarios. Después, como cualquier otro turista, los encargados del edificio tienen que ir poniendo las sombrillas a medida que van bajando. Tenemos decenas de permisos concedidos para esto", indica Araújo.

Desde su aprobación la norma tuvo "bastante resistencia", ya que los edificios recién terminados y con vista al mar "quieren ofrecer a sus copropietarios una exclusividad del espacio", mientras que la Intendencia debe "asegurar el uso público de las playas", señala Araújo.

"Es bárbaro no tener que venir cargado. Podés incluso dejar una silla propia con el número de apartamento todo el tiempo y te la llevás recién cuando te vas", explican Martín y Chuli, dos argentinos que disfrutan de los beneficios extra del Lincoln Center. Ayer había fila y hasta protestas en el puesto para que les colocaran las sombrillas y les alcanzaran las sillas.

Por la arena, los "techitos" blancos del complejo Lincoln, ubicado en la parada 19 de la Mansa, se unen a los del mismo color del Aquarella, un lujoso edificio inaugurado esta temporada en la parada 18. Allí, por apartamento, les corresponden dos reposeras, una silla y una sombrilla, "pero a las familias numerosas les damos más", cuenta Luis, uno de los empleados que trabajan en el servicio de playa.

Entre ambos cubren el horario de 8 a 21 horas. Al llegar, arman cinco lugares y a medida que la gente de Aquarella va bajando a la playa, les alcanzan todo. "Algunos nos dicen que dejemos armados 20 o 30, pero si a mí no me dicen que pagaron a la Intendencia o a quien sea para ocupar 50 metros, no lo voy a hacer por cuenta mía. Ellos son los dueños de los apartamentos, pero no de la playa", dice Luis.

Araújo admite que la reglamentación municipal se "incumple bastante", y agrega que entre la parada 1 y 5 de la Mansa es donde se verifica la mayor cantidad de edificios en infracción. La situación llevó, además, a que vecinos que son propietarios desde hace décadas en la zona, pero que no viven en esas torres, presentaran quejas ante el municipio.

"En estos momentos estamos intimando a varios edificios que incumplen a retirar todo. Estamos trabajando con el cuerpo inspectivo. Estos son los últimos apercibimientos. Si no respetan la norma se les va a retirar la autorización. No se les va a dejar ocupar la primera línea y van a tener que poner la sombrilla cuando llega la persona que vive en el edificio", enfatiza Araújo. A esa situación se llegó durante la temporada pasada "en uno o dos casos".

"A medida que bajás te van ubicando y si te vas, no te pueden guardar el lugar porque la playa es pública y me parece que está bien", explica Rachel, recostada en una reposera de Le Jardin, bajo la sombra de tres de las características sombrillas rojas. Dice que nunca le han fijado un límite para la cantidad de reposeras o demás implementos, y que de hecho, como la conocen, muchas veces hasta le llevan comida o bebida de la cafetería del edificio.

Daniel, uno de los acomodadores de Le Jardin, en la parada 16 de la Mansa, explica: "Si supiéramos que vienen todos, lo armaríamos", pero como "todo lo que bajamos lo tenemos que subir", van aprontando a medida que llegan. Dice que en la playa "pasa lo que se te ocurra", y cuenta: "El otro día vino una señora a pedirme que corriera una silla. Yo le respondí que la playa estaba casi vacía, si no podía ponerse en otro lugar, y me empezó a decir que le gustaba sentarse ahí porque la playa es pública. No me molesta correr las cosas, pero si tienen sentido común".

El caso del español José Luis fue opuesto: a él le son indiferentes las sombrillas y sillas de los complejos, el problema fue recorrer varias paradas antes de encontrar alguien que se las alquile. "No, es exclusivo de tal hotel o de tal edificio", le repetían. Recién a la altura de la parada 3 de la Mansa, en la bajada del Conrad y Millenium Tower, consiguió lo que buscaba.

Ayer unas 10 carpas azules del hotel cinco estrellas, ubicadas en la primera línea frente al agua, cortaban la visión y obligaban al resto de los bañistas a ponerse a un costado. Algunas ni siquiera estaban ocupadas. Sin la superpoblación de los primeros días, nadie alrededor se queja de ellas, aunque el español apunta: "Si todo el mundo pone sus carpas, no habrá quien pueda estar aquí".

En la práctica, los inspectores municipales están recorriendo en estos días las playas donde se constataron infracciones. Solicitan a los edificios que retiren las sombrillas no permitidas. Y si no lo hacen, llaman a un equipo de "respuesta rápida" que las saca del lugar.

Arena "privada" en venta y en alquiler

En las revistas argentinas es común: "Tinelli estuvo en la playa privada de su chacra", "Pampita está en una casa con playa privada". Si bien no están habilitadas las playas privadas en Maldonado, al menos en Internet se ofrecen a la venta y en alquiler complejos que afirman brindar ese plus a sus clientes.

En el único caso en que la playa puede considerarse "privada" es en padrones rurales. Pero a partir del fraccionamiento se procede a respetar la franja de 150 metros de la costa, que es de uso público, explicó el director de Ordenamiento Territorial de la Intendencia de Maldonado, Julio Riella.

El jerarca dijo conocer que algunos emprendimientos se ofrecen a la venta y afirman poseer una playa privada. "Es una fantasía. No se puede hacer ni concretar nunca porque en Maldonado no hay playas privadas", sostuvo Riella.

"Si queda algún espacio entre la línea de 150 metros y la ruta se puede llegar a hacer algún emprendimiento, pero separado de la playa, que es pública", agregó.

Uno de los proyectos que anuncia "playa privada" está en Portezuelo y así se ofrece en la web: "Cuenta con una de las pocas playas privadas del Uruguay, 2,5 kilómetros sobre el mar o 360.000 metros cuadrados (!), con aguas transparentes y arena seca, blanca y terciada". Y más adelante agregan: "La Intendencia podría posiblemente intentar de expropiar la playa privada, que está comprendida en un solo padrón, oficialmente registrado y reconocido. En el caso de que la Intendencia inicie un juicio y lo gane, deberá pagar una indemnización muy importante y, sobre todo, la situación de la playa no cambiaría en nada, ya que seguiría siendo utilizada por la gente del balneario".

Hay ofertas para la zona de José Ignacio, donde se anuncia el alquiler de una "excelente chacra con playa privada".

En Garzón, en tanto, se vende una chacra con una hermosa vista a José Ignacio y "playa privada".

Por la zona de Laguna del Sauce se alquila una casa que ofrece atardeceres románticos en una playa exclusiva. Y una casa en Punta Piedras asegura estar sobre "500 metros de playa privada cercada".

Otra cuestión que motivó quejas es que en algunos tramos no hay camino de ingreso hacia la playa, lo que, de hecho, convierte esa parte de la arena en semiprivada. Riella dijo que no hay reglamentación que indique cada cuantos metros debe haber un ingreso y agregó que en zonas donde hay "buenos médanos" se trata de no hacer vías de acceso para no deteriorar.

Protección y uso de la costa

Según la Ley de Ordenamiento Territorial, "toda persona tiene derecho al uso común y general de las redes viales, circulaciones peatonales, ribera de los cursos de agua, zonas libres y de recreo -todas ellas públicas- y a acceder en condiciones no discriminatorias a equipamientos y servicios de uso público", se indica en el artículo 6º, inciso "e".

El artículo 14º de la misma ley establece: "Los gobiernos departamentales tendrán la competencia para categorizar el suelo, así como establecer y aplicar regulaciones territoriales sobre usos, fraccionamientos, urbanización, edificación, demolición, conservación, protección del suelo y policía territorial, en todo el territorio departamental".

A su vez, el artículo 50º es específico sobre "Protección de la zonas costeras": "El Plan referido (de reordenamiento) destinará a espacios libres los primeros 150 metros de la ribera medidos hacia el interior del territorio (...) y asegurará la accesibilidad. Asimismo evitará la formación de edificaciones continuas paralelas a la costa en el resto de la faja".

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