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Las faenas de una escultora

| El lugar es un espacio abierto, donde puede visitarse a una valiosa biblioteca especializada

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J. A.

La sobriedad es una virtud que escasea en esta época de estridencias culturales, pero es el rasgo que ha acompañado la trayectoria de la escultora uruguaya Mariví Ugolino, una artista nacida en Salto cuyo taller montevideano cumple ahora veinte años de actividades docentes. Allí Ugolino ha formado a numerosos escultores y ha organizado asimismo charlas, seminarios y encuentros, manteniendo —junto con sus clases— una exposición permanente de su obra personal, que puede visitarse libremente en la calle Alarcón 1424, a una cuadra de avenida Rivera.

El empeño investigador y divulgador de Ugolino la ha llevado durante años a coordinar, catalogar y exhibir en museos y salas de todo el país la producción de numerosos plásticos —no sólo escultores, sino también grabadores y pintores— permitiéndole acumular a esta altura un copioso fichero de carreras artísticas, junto con el cual dispone en su taller de una envidiable biblioteca de 600 volúmenes especializados en escultura, catálogos de salones y muestras, así como revistas internacionales que son una fuente de referencia y enriquecimiento para alumnos y visitantes del taller. Esa labor múltiple ha respaldado durante dos décadas los trajines en el lugar, donde se ha formado gente notoria como Patricia Flain, Clio Bugel, Mita Balerio, Elsa Scavusso, Julia V. de Estol, Pablo Bielli o Helena Bono.

Con obras de ellos, Ugolino ha montado exposiciones colectivas que sirvieron de guía sobre la marcha del taller y el proceso de desarrollo del lenguaje de esos discípulos. Ahora el taller se beneficia lateralmente de la vecindad de la pintora Analía Sandleris, que vive en la puerta de al lado y con la cual Ugolino comparte un amplio fondo que abarca ambas casas, área que han unido y donde las dos mantienen la expo-venta conjunta de sus piezas, entre otros menesteres. Pero en los cursos que Ugolino dicta a lo largo del año, y en los que imparte conocimientos de técnicas tradicionales de escultura, expresiones contemporáneas del género y manejo de materiales múltiples, el alumno se beneficia del empleo de las herramientas que se le facilitan así como del acceso al modelado, la soldadura, las técnicas blandas o el tallado en piedra y en madera, al margen de lo cual se dictan regularmente clases sobre escultura nacional y arte contemporáneo a cargo de especialistas (E. Beretta, M. Neves).

RAICES. Formada como escultora en la Escuela Pedro Figari de UTU, Ugolino estudió asimismo en la Facultad de Arquitectura y en la Escuela Nacional de Bellas Artes, perfeccionándose luego en cursos y jornadas en el país y el exterior, junto con lo cual fue abriéndose su faena docente, su actividad curaturial para un gran número de exposiciones, su papel como asesora en la galería de la Alianza Uruguay-Estados Unidos y en el Ministerio de Educación y Cultura, que entre otras cosas la llevó a investigar e inventariar el patrimonio de museos del interior de la República. Eso ocurría a medida que crecía su notoriedad como creadora, terreno en el cual ha desarrollado una modalidad expresiva mayormente apoyada en esculturas de pequeño y mediano formato, a menudo elaboradas en metal, con un tratamiento muy sensible de las formas y el ensamblaje, como para que su trabajo haya adquirido un sello inconfundible ante el contemplador.

Los premios y el reconocimiento de la crítica han flanqueado ese itinerario, cuyo nivel de interés y de búsqueda parece inseparable de su insaciable inquietud como investigadora, un privilegio que Ugolino vuelca en la faena personal y ante todo en la enseñanza. En este período de confusión de valores donde la improvisación, el oportunismo y el marketing suelen confundirse con la sabiduría y el talento, la verdadera maestría es en cambio bastante silenciosa, como —por ejemplo— ocurre con Jorge Satut en dibujo, con Guillermo Fernández en pintura, con Oscar Ferrando en grabado o con Carlos Barrientos en cerámica. El rasgo distintivo del quehacer de Mariví Ugolino pertenece a ese terreno discreto pero perdurable, que sostiene y abastece a la verdadera cultura artística del país.

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