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Lo que pasa dentro del residencial Dolce Vita, según la responsable

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Residencial con casos de coronavirus en Sayago. Foto: Leonardo Mainé.

HOGAR DE ANCIANOS INTERVENIDO

En los últimos 15 días, el residencial Dolce Vita fue expuesto públicamente como un foco de contagio de coronavirus (con al menos 25 residentes positivos y dos fallecimientos).

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Encargados del residencial de ancianos Dolce Vita dicen que pidieron ayuda al gobierno y que este les da la espalda; denuncian que la intervención sanitaria “no es real” y que médicos no ven a los usuarios.

“¿Por qué no se preocupan de verdad por los pacientes infectados con coronavirus?”, dice con enojo la encargada del geriátrico cuando atiende el teléfono. Fue una excepción: lo dejan sonar primero para evitar los insultos que llueven desde que se comunicó que allí hay un foco de contagios y que habrían tenido denuncias debido a la mala calidad del servicio que prestan, pero también porque no hay personal para ocuparse de contestar las llamadas.

Según relata la empleada, que pidió no ser identificada, los 45 empleados que trabajaban ahí están certificados. “Nadie nos ayuda. Llamamos a la emergencia que nos corresponde por el convenio que hizo el gobierno, llamamos al Ministerio de Desarrollo Social, al de Salud Pública y ASSE y nos dan la espalda. Nos responden que somos una empresa privada y lo tenemos que resolver nosotros”, apunta con desesperación.

Dolce Vita tiene tres locales; en el más grande de ellos, ubicado en Sayago, se detectaron 25 casos positivos, de los cuales dos ancianos -un hombre de 91 años y una señora de 84- fallecieron días atrás.

¿Quién cuida entonces a los 43 usuarios que viven en este establecimiento de larga estadía? “El director técnico, dos amigos que nos están ayudando, y yo. Somos cuatro personas que estamos todo el día en el residencial”, dice. Si bien han intentado contratar personal nuevo, asegura que “nadie acepta por miedo al virus”, pero también “porque se ha pintado al residencial como un lugar monstruoso”. “¿Quién va a venir después de todas las mentiras infundadas que se dijeron sobre nosotros?”, pregunta.

Dice que aunque las notas de prensa se multiplicaron “ningún periodista nos pidió entrar a recorrer el hogar”. Los que tampoco ingresan son los inspectores. “Acá el Ministerio de Desarrollo Social nunca vino. Una vez al día viene un médico de ASSE -a veces viene más de uno, siempre son distintos- pero también tienen miedo de entrar, así que se para en la puerta y nos preguntan cómo están los pacientes. Y como están todos asintomáticos, no pasan a verlos. ¿Esa es la intervención de la que hablan? Es mentira lo que están diciendo. Estamos solos y nos dan la espalda".

De acuerdo al relato de la mujer, no recibieron ayuda material para asegurar la higiene correcta, pero tampoco médica. “Les pido que vengan a ayudarme con algunos usuarios que tienen otras enfermedades y no lo hacen; les pido que me ayuden con el personal para poder tener manos suficientes para cuidarlos y me dicen que tengo que resolverlo yo porque soy un privado. Únicamente una médica de ASSE se preocupó realmente y estamos en contacto con ella: fue la única persona que realmente quiso ayudar a cuidar a los residentes”.

Aunque en otros artículos de prensa trascendió que se habría incumplido el protocolo de seguridad que redactó el gobierno, la encargada dice que tras recibir el documento el domingo, el lunes siguiente se empezó a aplicar en los tres locales de Dolce Vita -los otros dos no tienen casos, y tienen 18 y 13 residentes respectivamente-, y que la visitas fueron restringidas al familiar permanente.

Residencial con casos de coronavirus en Sayago. Foto: Leonardo Mainé.
Dolce Vita: es uno de los geriátricos que atraviesa un brote de COVID-19 y allí niegan rotundamente malas condiciones de atención. Foto: L. Mainé

“Tenemos una excelente relación con los familiares, por eso siempre tenemos las plazas colmadas. Cuando nos visitan y nos conocen saben que no es como se denunció en televisión. Quienes fueron al programa Santo y Seña eran tres exempleadas enojadas por un despido, los periodistas ni siquiera vinieron al residencial antes de hacer pública la denuncia”, argumenta para descartar las acusaciones.

Según dice, los familiares crearon un grupo para apoyar al residencial. “Están todos de nuestro lado. Saben cómo tratamos a sus parientes. Con decirte de que les damos hasta una llave de la casa para que pasen sin tocar timbre para no despertar a los residentes… pero ahora somos los monstruos”.

También niega que los pacientes contagiados estén compartiendo espacio con los sanos, como días pasados declararon fuentes de ASSE a El Observador. “Tenemos tres plantas distintas que son independientes y no se comunican entre sí. Los que dieron negativo al test están en el primer piso de arriba. Luego, están los sospechosos por un lado y los positivos por el otro”.

La encargada dice que desde que se les realizó el primer test, no se volvió a repetir en los casos sospechosos “así que como están asintomáticos yo no tengo cómo saber quién está enfermo y quién no lo está”.

La descripción de esta encargada contrasta con la fama del residencial, que fue acusado de tener a los pacientes en condiciones críticas, según distintos testimonios. La indignación pública surgió también porque el mismo no cuenta con la habilitación, al igual que dos tercios de los 1.204 centros identificados. Sin embargo, la mujer asegura que ella misma gestionó en seis oportunidades la solicitud de las habilitaciones: “Las seis veces me perdieron la documentación en el Ministerio de Salud Pública. Después de la denuncia de las empleadas despedidas -que por algo fueron despedidas- este debe ser el residencial más inspeccionado del país, en un momento venían todas las semanas para controlar que trabajáramos bien”, apunta.

Desde el grupo “Familiares de Dolce Vita”, Araceli, hija de una señora que lleva seis años ingresada, dice que son más de 41 personas que lo integran entre parientes de usuarios actuales o que han pasado por allí. “Teníamos la necesidad de apoyar en un 100% a los funcionarios y al equipo del residencial con el que se han ensañado. Además no me gusta tener la imagen de que dejo a mi madre de 91 años en un lugar donde no la bañan y no le dan de comer, como si no me importara. Yo no la dejé en un depósito, esa imagen la quiero revertir porque no es nuestro caso, no pasa esto en Dolce Vita”, dice la mujer.

“Mi mamá hace seis años que está ahí. Tiene alzhéimer y cuando ingresó no podía caminar; ahora ni siquiera usa pañales, mejoró muchísimo. Mi papá, al ver el trabajo que hicieron con mi mamá, quiso mudarse a uno de los residenciales de estos mismos dueños. A mi madre hace muchas semanas que no la veo, pero a diario hacemos una videollamada con la ayuda de la encargada”, dijo.

El MSP niega acusaciones

En el Ministerio de Salud Pública (MSP) desestimaron las afirmaciones de la encargada del residencial de ancianos Dolce Vita, donde se desató un brote de COVID-19, y aseguraron a El País que la intervención del residencial sigue adelante y que la misma cumple con toda la normativa vigente. Ante la consulta de este matutino se aseguró que el MSP asignó personal de la salud, una mutualista y emergencia móvil para colaborar en la atención médica de los ancianos internados en ese lugar, incluso “se otorgaron insumos” médicos.

En 2018 el programa Santo y seña de canal 4 denunció que el residencial Dolce Vita operaba con irregularidades y bajo malas condiciones, al tiempo que aseguró que no contaba con habilitación del MSP. Entre otras cosas, el programa difundió que los usuarios recibían alimentos de mala calidad, que había pésimas condiciones de higiene, y que muchos funcionarios contaron que eran víctimas de destrato por parte de los propietarios.

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