Desde siempre hemos padecido el flagelo de la pesca ilegal en nuestras aguas, lo que significa pérdidas económicas, deterioro de la fauna ictícola y degradación del patrimonio biodiverso nacional.
Pero hay más aspectos que interesan a la hora de determinar las políticas nacionales de conservación y desarrollo sostenible del mar.
Uno de los factores determinantes que nos han conducido a esta situación es la poca atención que le hemos dispensado al tema, con el resultado lógico de contar con mucha menos información de la que deberíamos tener.
La primera exploración realizada semanas atrás por NatGeo en aguas oceánicas nacionales es histórica y debe valorarse en su justa medida. Contó con el apoyo de tres científicos uruguayos aportados tanto por el Ministerio de Ambiente como por dos oenegés especializadas en el tema: Organización para la Conservación de Cetáceos y el Centro de Tortugas Marinas Karumbé.
Es oportuna porque estamos muy atrasados en lo referente a concretar los compromisos internacionales asumidos por el país en materia de conservación de los océanos. Ese objetivo -que es mundial- estableció que para 2030 debemos conservar el 30% de nuestro océano, a través de la creación de áreas marinas protegidas, reguladas por protocolos muy específicos, que garanticen su eficaz gestión. En la actualidad nuestro país ni siquiera se acercó al 10% acordado para 2020; solo exhibimos un raquítico 0.7%.
Este proyecto de NatGeo persigue el doble propósito de fortalecer la investigación de extensas áreas submarinas dentro del territorio uruguayo; e impulsar la divulgación de la importancia que tiene la conservación de los recursos submarino dentro de la zona económica exclusiva nacional para el presente y futuro del país.
Existe mucha expectación por conocer el informe final de esta primera exploración realizada por National Geographic. Se registraron más de mil horas de filmación, lo que da la pauta del valor implícito que tiene esta investigación, sin duda histórica para el país.
Estos esfuerzos apuntan a promover el reconocimiento general de nuestro océano profundo como una parte valiosa del patrimonio nacional. Es un punto de partida básico. ¿Por qué? Porque lleva implícita la valoración de esas riquezas tan alejadas de nuestra vista, e ignoradas para el grueso de la población. Debemos conocer para valorar, y valorar para decidirnos a conservar. Resulta crucial que la comunidad, por convencimiento propio, les exija a las autoridades la protección de la naturaleza desde lo institucional y jurídico.
El Ministerio de Ambiente tiene a estudio la propuesta de crear la primer área marina protegida para su ingreso al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, pero deberá ser estrictamente protegida, no solo en el papel.
Cuando se concrete, estaremos preservando su biodiversidad (salud de los hábitats), cuidando mucho mejor las reservas marinas (abundancia de peces) en ella presentes, y evitando que la pesca de arrastre libere gases de efecto invernadero.
Es hora de que cambiemos nuestra relación con el mar; y todos tenemos nuestra cuota parte que asumir.