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La fundación de la “Agenda Canaria” (AC), que busca hacer competitiva a la coalición republicana (CR) en Canelones, es una muy buena noticia que no debe pasar desapercibida.
En efecto, luego del ciclo electoral de 2019-2020, el Frente Amplio (FA) quedó reducido al 39% del electorado, cifra similar a la que obtuvo en 1999, y a gobiernos solo en tres departamentos del país: Canelones, Montevideo y Salto. Es conocida la situación del departamento del Litoral: si los partidos de la CR se hubieran puesto de acuerdo en comparecer de forma conjunta a las elecciones departamentales de setiembre de 2020, seguramente el resultado les hubiera sido favorable, ya que el FA allí recibió mucho menos apoyo que la sumatoria aritmética de blancos y colorados.
Para el caso de Montevideo, es evidente que la CR se ha decidido a dar una batalla electoral y política fuerte. Por un lado, la candidata Laura Raffo permanecerá en la primera línea política en la capital: se hizo cargo de la estructura partidaria blanca a nivel del departamento y propició un centro de estudios para plantear políticas alternativas serias a las propuestas desde la intendencia de Cosse. Por otro lado, la idea de una concertación de partidos se mantiene, con colorados y cabildantes también prontos a sumar adhesiones con sus perfiles propios al cauce común de la CR en la capital.
Quedaba así pendiente una propuesta potente para Canelones. Y ella parece afirmarse con esta AC que procura ir generando un ámbito de coordinación entre los partidos de la CR, de forma de ofrecer a los canarios en 2025 la posibilidad electoral cierta de votar allí por una alternancia posible en el poder. Coincidirá, para ese año, el hecho de que el liderazgo frenteamplista de Orsi no podrá presentarse nuevamente como candidato a intendente. Y coincidirá también, seguramente, que tanto en Salto como en Montevideo habrá ofertas electorales de la CR que hagan atractivas las posibilidades de cambio en esos departamentos.
El asunto tiene miga nacional. En efecto, luego de quince años de gobiernos con mayoría absoluta en el Parlamento y la conducción de varios departamentos, lo cierto es que el FA quedó geográficamente limitado en 2019. Enfrentar con inteligencia electoral entonces el poder del FA en sus bastiones departamentales implica mostrar una actitud convencida de parte de la CR, que la gente sabrá valorar positivamente. Además, una buena manera de procurar mantenerse en el poder ganando las elecciones de 2024, es justamente que la CR no solamente conserve las mayorías en los barrios y departamentos en donde ya las tiene, sino también que compita con fiereza allí en donde su oponente es mayoría hoy en día.
El desafío es enorme. Pero los réditos posibles también lo son: una CR trabajando motivada por el triunfo posible en Canelones, que por esta vía, favorece las chances de victoria del oficialismo también en lo nacional.
Es evidente que la experiencia de gobierno nacional ha mostrado a las dirigencias departamentales que la colaboración entre partidos de la CR es posible, y que es mejor unir voluntades electorales para gobernar luego coordinadamente, que mantenerse divididos y distanciados, cada uno en su rincón, y que termine ganando las elecciones el FA.
Importa entonces que la AC se presente con un doble rostro. Por un lado, haciendo hincapié en el desarrollo del departamento: si hay un lugar de la República que ha cambiado su fisonomía en los últimos 15 años, ese ha sido Canelones. No solamente por su crecimiento demográfico y su vínculo geográfico mayor con Montevideo, sino por el desarrollo de una diversidad de estilos de vida, de inversiones y de potencialidades que, definitivamente, precisa un gobierno ordenado y en fase con los lineamientos nacionales para mejor prosperar.
Por otro lado, la AC debe cuidar muchísimo la herramienta electoral a implementar para poder sumar en conjunto para ganar. En concreto, es evidente que los tres principales partidos de la CR deberán llevar, cada uno, su propio candidato a intendente; que habrá que armar un lema eficiente para comparecer en elecciones departamentales -como lo fue Concertación en 2015 en Montevideo, por ejemplo-; y que todo eso precisa tiempo, energía y mucho zurcir político.
El desafío es enorme. Pero los réditos posibles también lo son: una CR trabajando motivada por el triunfo posible en Canelones, que por esta vía, favorece las chances de victoria del oficialismo también en lo nacional.
Por supuesto que falta mucho por hacer. Pero es una muy buena noticia saber que estos escenarios se están previendo con tanta antelación.
Bienvenida entonces Agenda Canaria. Canelones y el país entero precisan del éxito de ese emprendimiento electoral y político.