La cultura es el conocimiento del ser humano que le sirve para desarrollar sentido crítico. Para pararse frente a la realidad y comprenderla. Sin abrazarse a prejuicios religiosos, ideológicos, o de cualquier naturaleza que condicionen su criterio. Es parte de una actitud secular, opuesta a las conductas sacras, que dan por sentadas determinadas apreciaciones sin análisis previo.
La película alemana subida por Netflix, “No dejes de mirarme”, dirigida por Florian Henckel Von Donnersmarck (2018), relata una situación inspirada en la vida del pintor Kurt Barnert. Es un drama sobre la honestidad en el arte y en la vida. Abarca cuatro décadas, que se desplazan por el nazismo y el comunismo. Se aludirá sumariamente a algunos aspectos -de una trama muy amplia- relevantes en la filmación.
El protagonista central nace y crece en la Alemania nazi. En su infancia en 1939 en Dresde, Kurt convive con su joven tía Elisabeth, quien le lleva a pasear por galerías de pintura y enseña a observar la belleza del mundo. Tras ser diagnosticada con esquizofrenia, Elisabeth -merced a la política sanitaria del nazismo- es enviada a una cámara de gas. Sus últimas palabras dirigidas a Kurt fueron: “no apartes la mirada”, en referencia a la belleza y al arte, considerado con independencia de las circunstancias -especialmente las políticas- del mundo exterior.
Kurt, ya joven, con vocación inamovible por la pintura desarrolla sus cualidades especialmente al final de la Segunda Guerra Mundual cuando su vecindario queda inmerso en la Alemania Oriental, administrada por la Rusia comunista. Y debe someterse a las rígidas reglas del “realismo socialista” que anulan su libertad. Por ello junto a su esposa emigran a Alemania Occidental clandestinamente, donde -en democracia- el pintor advierte la diversidad artística y se sumerge en ella desarrollando un estilo que le consagrara definitivamente. En la búsqueda de identidad pictórica pasa -incluso- por un centro de arte moderno en Düsseldorf en donde le llegan a decir que la pintura no existe más...
El relato en un aspecto lateral evidencia cómo funcionarios crueles vinculados al régimen hitlerista, consiguieron adaptarse con beneficio en la nueva realidad de la Alemania comunista. En lo principal la dialéctica entre libertad y totalitarismo es de esencia en el film.
Nuestro país es reconocido universalmente como una democracia establecida. La más absoluta libertad en todos los órdenes del hacer humano -mientras no se vulneren derechos ajenos- es total. Igualmente su equilibrio social es valor presente y reconocido. No obstante, la oposición política contemporánea existente -cerno del Frente Amplio- está aferrada a organizaciones internacionales latinoamericanas como el Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, que se solidarizan con cuanto fracaso totalitario, estatista y liberticida andan por Latinoamérica y el orbe.
A nivel universitario el sector estudiantil alineado en este sentido, suele incurrir en posiciones radicales. Que cercenan la posibilidad de escuchar a personas calificadas expresar sus ideas sobre un tema. Es una expresión de barbarie que recientemente ha tenido curso en la cancelación de un evento dirigido a tratar sobre las realidades presentes en el conflicto entre judíos y musulmanes en Palestina. Le motivó la intervención en un panel, del experto uruguayo-israelí Alberto Spectorowski, acusado de sionista y apologista del gobierno de Israel. El hecho oscurantista traiciona a la inteligencia universitaria.