DAÑO COLATERAL
Expertos señalan que urgen medidas para frenar el auge de la obesidad, tanto en niños como en adultos. "No es falta de voluntad, es una enfermedad", sostiene médico.
Antes de que el covid sacudiese el mundo, las epidemias que traían de cabeza a la comunidad científica eran, entre otras, la obesidad y el sobrepeso. Las previsiones antes de la pandemia ya eran poco halagüeñas —un estudio del Hospital del Mar de Barcelona apuntaba que 8 de cada 10 hombres y el 55% de las mujeres tendrán sobrepeso u obesidad en 2030— y la crisis sanitaria ha acabado poracelerar en la calle lo que pronosticaban los estudios.
El sedentarismo y la ansiedad de los confinamientos, el estrés por el freno de la actividad laboral y la mala salud mental asociada a la pandemia han alimentado la obesidad y el sobrepeso: hay más personas con estas dolencias y los que ya estaban diagnosticados han empeorado. Los expertos alertan de que urgen medidas para atajar esta compleja enfermedad.
Se veía venir. Desde los primeros días de la pandemia, con el confinamiento estricto que encerró en su casa a medio mundo, algunos médicos comenzaron a advertirlo: el encierro dejaría entre dos y cinco kilos de más. La falta de actividad física o el incremento del consumo de productos poco saludables —la compra de chocolate en la tercera semana de confinamiento creció un 60%, por ejemplo—, unido al estrés emocional y los problemas económicos derivados de la pandemia, se presumía el caldo de cultivo perfecto para subir de peso. Y lo fue: un informe de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) reveló en julio de 2020 que el 44% de los españoles habían subido de peso.
Los estudios posteriores a lo largo de estos dos años de pandemia también lo avalan. Una investigación estadounidense publicada en la revista JAMA cifraba el incremento de peso medio en los 269 participantes adultos de su investigación en torno a 600 gramos por mes. La situación global “ha empeorado”, aunque de forma más severa en los grupos con tendencia al sobrepeso, valora Miguel Ángel Martínez, jefe de grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición: “En nuestro ensayo Predimed Plus, que es para perder peso y los participantes están muy motivados, se ha visto que el peso se ha mantenido, pero no han perdido kilos, como venía sucediendo. Y la grasa abdominal ha aumentado”.
En las consultas de endocrinología, donde se visitan los casos más complejos de obesidad, también se ha visto perfectamente el impacto de la crisis sanitaria, apunta Albert Goday, jefe de Sección de Endocrinología del Hospital del Mar de Barcelona: “En el confinamiento, la situación empeoró. La mayoría de las personas que sufren esta enfermedad ha ganado entre tres y cinco kilos porque se dejó de hacer actividad física y los hábitos dietéticos empeoraron: en situaciones de gran estrés, donde temes por tu vida o la de los tuyos, o en momentos de incertidumbre económica, se favorece la ingesta de alimentos”.
Tampoco ayudó el tapón en el sistema sanitario, completamente volcado a atender la covid, agrega Goday: “Los pacientes con obesidad tenían el soporte profesional más lejano porque estaban cerrados los hospitales y, aunque emergiera la atención telemática, no es lo mismo. Los que más han ganado peso son las personas que ya tenían tendencia a engordar, los obesos leves han pasado a tener una obesidad grave”. En España, el 16% de los adultos y el 10% de los niños padecen obesidad, según el Ministerio de Sanidad. “La obesidad no es falta de voluntad, es una enfermedad”, recuerda el endocrinólogo.
Obesidad infantil
Pero también en niños se ha visto el impacto de los confinamientos, el cierre de escuelas y la pérdida de actividad social. Los Centros de Control de Enfermedades estadounidenses estudiaron la evolución del índice de masa corporal (IMC, el indicador de relación entre el peso y la talla y que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad) en 432.000 personas de 2 a 19 años antes y después de la crisis sanitaria y constataron que un incremento del IMC: los expertos calculaban que, en agosto de 2019, la proporción de obesidad era del 19,3%, pero un año después, esta cifra estaba ya en el 22,4%.
Otro estudio con una cohorte de 191.000 niños en California apuntaba también a un aumento de peso durante la pandemia, sobre todo entre los más pequeños: los menores de entre 5 y 11 años ganaron, de media, 2,3 kilos más durante la pandemia que durante el período de referencia (entre marzo de 2019 y enero de 2020).
A pie de consulta, Rosaura Leis, coordinadora del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría, hace el mismo diagnóstico: “Estamos viendo los dos extremos: aumento de trastornos alimenticios e incremento del sobrepeso y la obesidad. Esto último, por cambios en los estilos de vida, menos actividad física y dietas poco saludables. Vemos un aumento de estas dolencias y enfermedades asociadas: vienen con más colesterol, más tensión, más depósito de grasas en el hígado y con déficit de vitaminas”.
El peso de las pantallas
“El factor determinante son las horas delante de la pantalla y en el confinamiento pasaron muchas”, dice el doctor Goday. Un estudio británico también constató que la prevalencia de obesidad entre niños de cinco a seis años aumentó del 9,9% en el curso 2019-2020 al 14,4% en el año escolar 2020-2021. En ese espacio temporal, la proporción de niños con peso saludable cayó del 76% al 71,3%.
El peso del niño hoy repercutirá en el adulto de mañana, avisa Goday: “Hay un legado metabólico. El exceso de peso tendrá consecuencias en la edad adulta. El cuerpo tiene memoria”. Coincide Leis: “En niños, por suerte, no vemos infartos, pero sí lesiones en las arterias. Hay un mayor riesgo de que se conviertan en adultos obesos”. Como en una especie de efecto dominó, el auge de casos de obesidad y sobrepeso en adultos y niños tendrá su impacto en otras enfermedades, como el cáncer o los problemas cardiovasculares, avisan los expertos. Todo irá a más.
Los médicos reclaman medidas para poner coto a esta epidemia imparable de sobrepeso y obesidad. Empezando por “considerarla una enfermedad” y concienciar a la ciudadanía, apunta Lecube, además de medidas disuasorias como gravar los productos no saludables o hacer un etiquetado que alerte de los beneficios y riesgos de los alimentos. También urgen a financiar los fármacos aprobados contra la obesidad y Goday añade, además, la necesidad de luchar contra el estigma: “La obesidad está íntimamente ligada a la mala salud mental porque esta enfermedad está estigmatizada, te miran mal. Te han dicho 20 veces lo que tienes que hacer, pero no eres capaz y te sientes culpable. Y habrá quien te vea como culpable. Y eso condiciona un mal estado de salud mental”.
Combatir esta epidemia no será tarea fácil, admite Martínez: “Esto es más difícil que conseguir una vacuna porque depende de las conductas de la gente y de la vida en el ambiente obesogénico que tenemos”. Y avisa: “La covid se irá; esta epidemia es la que se queda”.