Si bien la gran mayoría de personas que se comunicaron desde todo el país con la familia Susaeta se consustanció con su dolor, hubo mensajes no bien intencionados. Algunas veces había llamadas perdidas desde el interior.
Otras veces los llamados parecían ser sumamente creíbles, tanto que Juan y Alejandra han salido a su búsqueda por varios departamentos. En el Chuy sucedió algo sumamente extraño. Mucha gente los llamaba diciéndoles que habían visto a su hijo por allí, andando en las calles, como perdido, en la vuelta de la ciudad. Una de esas tardes, mientras hacían un recorrido de búsqueda, juraron haber visto a Ignacio. Era increíble, pero por segundos creyeron que era él, allí sentado, en un banco. "Cuando lo vimos, enseguida dimos la vuelta a la plaza a ver si efectivamente era él. Al final, era un chico muy parecido, de verdad que sí, tan parecido que si no sos de la familia, y siempre lo viste por fotos, por la difusión que dimos, creés que es él", relató Alejandra Rodríguez a El País.
La familia también recibió muchas llamadas desde el litoral; por ejemplo, de Salto y Paysandú. Los testimonios llegaban a coincidir en que veían a Ignacio "sucio, con mal aspecto, barbudo, y con el pelo largo". Los llamados también reiteraban que llevaba a cuestas una frazada, y que andaba deambulando por terrenos baldíos, en la carretera, en alguna plaza.
En ese momento Juan y Alejandra dieron cuenta al Ministerio del Interior sobre estos datos aportados por la comunidad, y de inmediato se dispuso una búsqueda, tanto en Paysandú como en Salto. Pero tampoco tuvieron suerte. Igualmente, semanas más tarde, los padres de Ignacio emprendieron viaje y buscaron ellos solos por el litoral. Preguntaban en cada esquina, en cada cuadra, en casas de familia, en las almacenes, en todos lados. Alguno que otro decía que efectivamente alguien con las características de Ignacio "andaba en la vuelta", aunque nadie aportaba una prueba certera, una foto, una filmación por mínima que pareciera resultar en primera instancia. El tiempo para poder ausentarse de sus trabajos pronto se les terminó a ambos. Nuevamente Alejandra y Juan volvieron a la rutina diaria, con las manos vacías.
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