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El consumo y las rebajas de impuestos a los ingresos

El alivio tributario reforzará recuperación salarial, aunque con escasa incidencia en el consumo

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Consumo de los uruguayos
Cuánto impacta la rebaja de impuestos en el consumo
Getty images

Equipos Consultores (*)

Dos semanas atrás el gobierno anunció rebajas de los impuestos a los ingresos personales, un objetivo de la coalición durante la campaña electoral de 2019 que fue diferida por la irrupción temprana de la pandemia y sus efectos negativos sobre las finanzas públicas. ¿Cuáles fueron las medidas anunciadas? ¿Qué signo e intensidad tendrían sobre la actividad económica? ¿Los anuncios son acordes a las expectativas? A continuación, una primera aproximación desde una perspectiva positiva (lo que implican las medidas, según nuestra interpretación) y no normativa (lo que se debería haber hecho, según nuestras opiniones).

Las rebajas anunciadas para el caso del IRPF consisten en ampliar el tope de las deducciones, ya sea por hijos, por repago de créditos hipotecarios o por pagos de alquileres, y son notorias para aquellos que tienen alguna de las condiciones anteriores e ingresos entre $ 40 mil (mínimo no imponible) y por hasta unos $ 60 mil mensuales (decrecen para quienes tienen ingresos mayores). No hay cambios en el mínimo no imponible, más allá del ajuste anual de la BPC de principios de año. Para el caso de quienes tributan IASS, sí se amplía el mínimo no imponible en 1 BPC, pasando de unos $ 45 mil a $ 50 mil.

Sin entrar todavía en el análisis que nos ocupa, una rebaja de los impuestos a los ingresos es expansiva, puesto que aumenta el ingreso disponible de las familias, lo que a su vez genera un aumento del consumo. El aumento del consumo, además del efecto positivo directo sobre la actividad, genera efectos favorables indirectos, dado que al aumentar la demanda agregada se genera un nuevo aumento del ingreso, que a su vez vuelve a aumentar el consumo. Por tanto, siempre que parte del aumento del ingreso se gaste, las medidas son positivas para la actividad en general. Además, son de esperar otros efectos menos evidentes: ceteris paribus, es decir, dado todo lo demás, la baja de impuestos deteriora el resultado fiscal, dado que la recaudación que se resigna bajando impuestos a los ingresos es mayor a la recaudación que se genera por el mayor consumo. Por otra parte, una rebaja de impuestos genera una presión hacia la reducción del tipo de cambio real, inducido por mayor demanda de bienes en general, vía presión al alza en los precios relativos de los no transables. Luego veremos que todos estos impactos no serán significativos a nivel macro.

Creemos que en general los anuncios están en línea con las expectativas que tenían las familias, a pesar que algunos segmentos que esperaban rebajas no fueron alcanzados. En particular, la mayoría de los que esperaban rebajas, pensaban que serían “leves” o “moderadas” (gráfico 1). En estos resultados se incluyen no sólo aquellos que a la postre resultaron los más beneficiados (entre el estrato medio, M y medio-superior, M+) sino también aquellos de niveles socioeconómicos o estratos superiores, que no fueron objeto de las rebajas (entre el medio-superior, M+, y alto-inferior, A-), dado que la medición se realizó antes de los anuncios. En lo que refiere a la disyuntiva de ahorrar versus consumir el incremento del ingreso disponible, la medición mostraba antes del anuncio intenciones divididas, con cierta leve inclinación al ahorro (en parte porque los estratos superiores, incluidos en este resultado, tenían expectativas de rebajas). Un punto no menor, es que buena parte de los encuestados tenían previsto dedicar el aumento del ingreso disponible no sólo a consumo, sino también a ahorro y al repago de deudas (gráfico 2), dos destinos que hacen más débil el efecto multiplicador reseñado más arriba. En lo que refiere a qué tipos de consumos alentaría la rebaja aparecían, como era de esperar, algunos bienes de tipo superior (aquellos que se consumen más que proporcionalmente que el aumento en el ingreso), como ser los vinculados al turismo o al esparcimiento, aunque también emergían otros más básicos o normales como productos de supermercados (alimentos, limpieza), además de indumentaria (gráfico 3). Una posible lectura de estos resultados es que el mayor ingreso disponible que se pensaba dedicar a gasto, se destinará a recomponer y/o mejorar la calidad en el consumo de aquellos bienes particularmente encarecidos el año pasado, como ciertos alimentos y no solamente a propender el consumo en bienes de tipo superior. Esto está en línea con el perfil de las familias más beneficiadas, con mayor presupuesto, escasa o nula capacidad de ahorro y con endeudamiento que, entre las que pagaban IRPF, han sido las relativamente más afectadas por los incrementos de precios de artículos de la canasta básica.

El hecho de que no haya habido grandes sorpresas, lleva a que no esperemos grandes impactos ni positivos ni negativos a partir de los anuncios. Por un lado, no tendremos un boom de consumo, algo que podría haberse esperado a partir de un anuncio de subas sustanciales al mínimo no imponible del IRPF y/o una eliminación del IASS. Por otro lado, tampoco las reducciones son testimoniales para los segmentos involucrados, algo que podría impactar negativamente en la evaluación que harán los consumidores (si bien es cierto que esto podría darse en los segmentos medio-superior y alto-inferior, que esperaban ser parte de la rebaja y no lo fueron). Así, si la renuncia fiscal termina siendo de 0,2% del PIB, como se ha estimado, las medidas no tendrán efectos macroeconómicos significativos (en las cuentas públicas, en el tipo de cambio real, en el consumo, entre otros). Sin embargo, los efectos sobre la situación económica de los consumidores más beneficiadas no resultarán despreciables, ya que verán un aumento en sus ingresos disponibles de entre 2% y 3% para la buena parte de los alcanzados. Por tanto, más importante que la rebaja es el hecho que se suma y refuerza el efecto de otros factores que van en el mismo sentido. A este respecto, cabe destacar la mejora general de las expectativas y las propensiones al consumo recientes: por ejemplo, la situación económica personal esperada para dentro de 3 meses, alcanzó un máximo serial en febrero (gráfico 4). Lo anterior, más la recuperación salarial que se viene produciendo y se intensificará (gráfico 5), motivará un aumento de la masa salarial (asumiendo empleo relativamente estable) que sustentará un consumo dinámico en 2023 (gráfico 6).

En suma, entendemos que las intenciones de consumo de los hogares mejorarán paulatinamente este año, apuntaladas principalmente por la recuperación real de los ingresos a lo que se sumará, aunque con escasa incidencia, la reducción de impuestos. En esta línea, de no mediar innovaciones, esperamos dinamismo del principal componente de la demanda agregada, algo que se consolidará en 2023 y quizás intensificará en 2024, al influjo de la puesta en práctica de las medidas y mejora general de expectativas que casi siempre acompaña un nuevo ciclo electoral.

(*) Alejandro Cavallo, Director Consultoría Económica

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