Por Álvaro Heller
La sensibilidad dental es algo muy frecuente y molesta, pero puede eliminarse. Muchísimas veces la encía se retrae dejando al descubierto parte de la raíz de nuestros dientes. Esta zona queda entonces expuesta y duele.
Otra causa —similar, pero mucho más aguda y seria— son las abfracciones: al apretar en forma crónica por bruxismo, los dientes flexan. Al hacerlo, en los cuellos dentarios se va desprendiendo material dentario como si fuera un glaciar. Esa lesión en forma de cuña o escalón (se palpa con la uña) y causa mucho dolor.Lo primero es combatir el bruxismo, sería la frase que estoy tentado a escribir. ¿Pero es lo primero? No. Lo primero es eliminar el dolor,
¿Por qué tenemos sensibilidad dental?
Los dientes tienen un sistema de protección para defenderse de las agresiones como cambios de temperatura (líquidos o aire), cambios en la acidez, los dulces o el contacto con el cepillo dental o con otros dientes al morder. Ese sistema de protección es el esmalte dentario y la encía, que impiden que la dentina (que es un tejido que duele) quede expuesta a esos factores.
Cuando hay un desgaste del esmalte, o un retiro de la encía, la dentina queda al descubierto y aparece la sensibilidad.
Los “factores desencadenantes” son los elementos externos al diente como los cambios térmicos (generalmente el que más afecta es el frío), los ácidos y los dulces, así como el roce con un cepillo dental, o el contacto con otro diente al morder o frotar.
¿Por qué perdemos la protección del esmalte y de la encía?
El primero, en la mayoría de los casos, se pierde por el bruxismo de frotamiento. Otra causa común es la abrasión por cepillado que se presenta al utilizar cepillos dentales duros combinados con una técnica de cepillado horizontal y pastas dentales abrasivas.
Finalmente, el esmalte más cercano a la encía puede perderse por diversos bruxismos combinados. Esto le pasa también a la dentina de la zona. Eso se llama abfracción dental, y se ve una “cuña” a la altura de los cuellos dentales a la que podemos notar a simple vista o incluso al pasar la uña donde se nota el “escalón”.
Por su parte, la encía también se retrae por bruximos como en el mecanismo anterior. Se pierde encía insertada (dura) y el hueso que está debajo. Esta es la causa más común de retracción de encía, la que “mecánica”.
Muchas veces se da una retracción de encía, con una abfracción (“cuña”) de dentina y esmalte. La encía también se retrae por el uso de cepillos duros y una mala técnica de cepillado. Aquí se combinan las lesiones de diente y encía.
Por último, las encías pueden retraerse por procesos infecciosos que afectan varios tejidos como el periodonto.
¿Cómo evitar que nos pase esto? Son varias situaciones diferentes. Por un lado tenemos que evitar —o, al menos, controlar— a los bruxismos (sobre todo los de frotamiento y apretamiento) como responsables de la pérdida de esmalte y retracción de encías. Debemos tratarlos mediante placas relajantes o tratamientos oclusales (que las incluyen). Usar un cepillo adecuado, así como una pasta dental no abrasiva, y una técnica correcta para nuestros dientes.
La técnica de higiene, así como la frecuencia son fundamentales para evitar las infecciones de encías, del diente y su entorno.
¿Cómo se trata la sensibilidad?
Los casos más simples se tratan con un barniz fluorado con relativo éxito. En los últimos años se agregó el láser para que este barniz actúe mejor y baje la sensibilidad rápidamente. También existe otro láser que se utiliza para sellar la superficie dentinaria. La técnica se llama Melting y es muy efectiva para algunos casos.
Si hay abfracciones pueden tratarse mediante restauraciones de material plástico, como ionómero de vidrio y/o resinas compuestas. Siempre eliminando la causa (bruxismos), mediante placas mio relajantes o un tratamiento oclusal.
Las retracciones pueden ser tratadas con sistemas de recolocación de encía sobre las raíces. A su vez, si hay hueso perdido, se agrega un gel (de origen suizo) entre la encía y el diente, que crea nuevo hueso y ligamento periodontal.
Hay casos en los que no se hace nada de lo anterior, y la solución pasa por intruir el diente (o varios) mediante sistemas sofisticados de ortodoncia invisible.
Qué hacer.
Lo primero es observar si me duele y se va apenas pasa el estímulo. Si es así, podemos echar mano de enjuagues y pastas que combaten la sensibilidad. Un mecanismo casero es poner un poco de pasta dental específica (por ejemplo, Colgate Sentitive Pro alivio) en un dedo, y pasarla por los dientes que duelen. No alcanzará con una sola aplicación, pero en algunos casos la situación mejorará.
Lo mejor es consultar a un odontólogo que maneje oclusión (por los bruxismos), periodoncia (por las encías), y láseres. O una clínica que tenga especialistas en cada área. Lo importante hoy es contar con la posibilidad de que se estudie nuestro caso y determinar el tratamiento más adecuado y duradero.
Álvaro Heller
Álvaro Heller
Odontólogo, director de la Clínica Odontológica BioSmile.
Podés visitar el sitio de la clínica del Dr. Heller haciendo click en este enlace