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Difícil pronóstico para 2017

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En los años 70’, China producía el 2% de los bienes industriales del mundo.

En los años 70’, China producía el 2% de los bienes industriales del mundo.

La revolución cultural, entre otras cosas, había provocado un fuerte retroceso en el progreso de la ciencia y la tecnología, acentuando el rezago del Asia en general y de China en particular con respecto a los países avanzados de Occidente. Ni China aislada del comercio estaba en condiciones de elevar su consumo y bienestar material ni las grandes empresas de Occidente tenían posibilidades de expandir las inversiones y el aprovechamiento de sus capacidades para mejorar el empleo y el ingreso mundial.

Fueron estas condiciones las que trabajosamente dieron lugar al avance de la globalización, y junto con ella, la inversión occidental en China y la expansión del capitalismo a todos los rincones. En pocos años el crecimiento de las manufacturas en China hizo posible que las mismas crecieran hasta alcanzar la tercera parte de la producción mundial. Y la ponderación es mucho mayor si se suma al conjunto de la región asiática.

Pero, como suele pasar, el avance del proceso de expansión de la migración de las manufacturas fue vaciando de industria al corazón de Occidente, sembrando las semillas del conflicto. Una de sus principales manifestaciones es la prolongada crisis económica en Occidente, principalmente de Europa, y Japón. Desde hace una década que la discusión sobre el proteccionismo fue sumando columnas.

El Brexit, Trump, el probable giro europeo hacia la derecha, las revoluciones en los países islámicos, las migraciones, y también el fin de la prosperidad en América Latina, son sucesos relacionados y en los cuales los efectos se confunden con las causas. Estamos atravesando unas semanas de gran confusión y en las cuales los análisis se guían a veces más por las declaraciones que por el fondo de los hechos. Al mismo tiempo las declaraciones solamente buscan confundir. Lo cierto es que las condiciones han cambiado profundamente en los últimos dos años y lo que debemos esperar más que ninguna otra cosa es la profundización de cambios que van a favorecer la incertidumbre.

América Latina, su comercio, la suerte de las materias primas, su estabilidad política y el rumbo de la economía y el bienestar, es una clara zona de incertidumbre que nos está afectando y lo seguirá haciendo. En nuestro caso, estamos siendo golpeados por el mal de la época. Tuvimos una década muy favorable en la cual crecimos apoyados en los precios de exportación de productos agropecuarios.

Desde hace un par de años han bajado los precios, y junto a la caída de las exportaciones, también han caído los volúmenes producidos. Los granos, la leche y ahora también la carne muestran debilidad en las cotizaciones y caída de las exportaciones. La relación entre ingresos y costos se ha deteriorado muy significativamente. En buena medida los costos se han elevado a favor de la recaudación del Estado y de los trabajadores fuertemente sindicalizados. La pésima gestión del gobierno anterior explica el aumento de los costos, de manera que descienden los ingresos de exportación y suben los costos de las actividades menos competitivas.

El año que empieza verá agravarse las cargas fiscales a la vez que caerán los ingresos agropecuarios.

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Joaquín Secco García

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