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¿Otro ajuste?

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Hernán Bonilla
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Las noticias de esta semana apuntalan la idea de que la Rendición de Cuentas del presente año, clave en términos económicos y políticos, tendrá incrementos del gasto público y de los ingresos del Estado.

De confirmarse esta hipótesis, tendremos un nuevo ajuste fiscal, cuya magnitud y calidad es clave para el desempeño en el mediano plazo.

La coyuntura sigue definida por una economía en crecimiento en torno al 3%, tanto para el 2017 (cuyo dato oficial aún no se conoce) como para el presente año. Sin embargo, es claro que el problema de la competitividad está pegando en las empresas que el año pasado sufrieron el récord de presentación a concurso de acreedores desde 2002, y que de acuerdo con un informe reciente del Fondo Monetario Internacional, enfrentan el peor escenario de competitividad por tipo de cambio en los últimos 18 años.

Esta realidad para las empresas tiene su correlato en el mercado de trabajo, que no se recuperó en 2017 pese a la recuperación del crecimiento del producto. Es importante también tener presente que el crecimiento que estamos viviendo se sustenta en el aumento del consumo mientras cae la inversión, lo que lo vuelve particularmente frágil desde el punto de vista de su sustentabilidad.

En este contexto, esta semana en una entrevista con El País el encargado de misión del Fondo Monetario Internacional, Jan Kees Martijn, señaló que el déficit fiscal del año pasado de 3,5%, algo superior al proyectado por el gobierno de 3,3%, obligará a un ajuste un poco mayor en los próximos años para cumplir la meta oficial de 2,5% al final del actual período de gobierno. Es incuestionable que para cumplir la meta el gobierno deberá procesar nuevos ajustes fiscales, como de hecho viene haciendo desde 2015, la cuestión es si efectivamente se tomarán medidas para cumplir con el objetivo y, en ese caso, si serán por disminución del gasto o por aumento de los ingresos.

También esta semana se conoció que el gobierno estableció algunos rubros para priorizar en la Rendición de Cuentas, lo que confirma la idea de que habrá incremento del gasto y no disminución. Esa ha sido, por otra parte, la estrategia del oficialismo en cada Rendición de Cuentas desde 2005 a la fecha, por lo que no cabría esperar otra cosa. Una variable política clave es si el actual ministro de Economía finalmente es o no candidato a la Presidencia de la República, dado que podría cambiar las prioridades del sector del gobierno que puede abogar por el cuidado de las cuentas públicas. Dado que otro dato de la realidad es que los sectores mayoritarios procurarán un incremento del gasto mayor al que va a proponer el Ministerio de Economía, este es uno de los temas relevantes para seguir de cerca en los próximos meses.

Si suponemos que efectivamente habrá un incremento más o menos moderado del gasto público en la Rendición de Cuentas de este año y que si bien es probable que el gobierno termine abandonado la meta de 2,5% de déficit fiscal, tampoco dejará que aumente más allá de su nivel actual, la aritmética nos conduce inexorablemente a un nuevo ajuste fiscal por el lado del aumento de la presión fiscal.

El ministro Astori ha afirmado que ya estamos al límite de nuestra capacidad contributiva, pero si los supuestos que tomamos para llegar a esta conclusión se cumplen, inexorablemente volverá a incumplir con sus anuncios.

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