ESTADOS UNIDOS

Donald Trump cierra su mandato silenciado por las redes sociales, hasta ahora sus principales canales para hablar de todo a toda hora. Cualquier comentario del presidente en Twitter no solo llegaba a sus 89 millones de seguidores, sino que eran replicados por periodistas todo el mundo.

Twitter, luego del asalto al Capitolio por una turba trumpista, decidió cerrarle la cuenta al presidente de forma permanente. Lo mismo hicieron Facebook e Instagram.

Esto renovó el debate sobre el poder y regulación de las redes sociales. Debate en el que no solo intervienen expertos en este campo, sino además líderes mundiales que, como Trump, tienen una gran incidencia en el resto de los mortales.

Por ejemplo, la canciller alemana Angela Merkel consideró “problemático” el cierre de las redes sociales a Trump, indicó su portavoz. “Es posible interferir en las libertad de expresión, pero según límites definidos por el legislador, y no por la decisión de una dirección de empresa”, dijo Steffen Seibert en conferencia de prensa. “Por ello la canciller considera problemático que las cuentas del presidente estadounidense en las redes sociales sean cerradas definitivamente”, agregó.

El asalto al Capitolio presagia una era de regulaciones más estricta para las redes sociales, dijo por su parte el comisario de la Unión Europea, Thierry Breton, que comparó este hecho con los ataques de 2001. “Así como el 11 de septiembre marcó un cambio de paradigma para la seguridad global, 20 años después estamos siendo testigos de un antes y un después en el papel de las plataformas digitales en nuestra democracia”, escribió el comisario de Mercado Interior en una columna para Politico.

Twitter dijo que sacó a Trump de circulación por el riesgo de una mayor incitación a la violencia, después de que el mandatario instó a sus simpatizantes a marchar hacia el Capitolio.

“Si había alguien que todavía dudaba de que las plataformas en línea se han convertido en actores sistémicos en nuestras sociedades y democracias, los eventos de la semana pasada en el Capitolio” fueron su respuesta, escribió Breton.

Al bloquear la cuenta de Trump, las redes sociales finalmente reconocieron su responsabilidad, deber y medios para prevenir la propagación de contenido viral ilegal, agregó. “Ya no pueden ocultar su responsabilidad hacia la sociedad argumentando que simplemente brindan servicios de hospedaje”, opinó.

Este debate involucró a los políticos particularmente en Francia. El secretario de Estado francés para asuntos digitales, Cédric O, consideró que la suspensión permanente de la cuenta de Twitter a Trump se puede justificar pero “plantea cuestiones fundamentales” sobre la “regulación del debate público”.

“El cierre de la cuenta de Donald Trump por parte de Twitter, si bien se puede justificar como una suerte de profilaxis de emergencia, no deja de plantear cuestiones fundamentales”, afirmó Cédric O en un tuit.

“La regulación del debate público por parte de las principales redes sociales respecto a sus CGU (Condiciones Generales de Utilización), habiéndose convertido en verdaderos espacios públicos de reunión de miles de millones de ciudadanos, parece, cuanto menos, un tanto limitado desde un punto de vista democrático”, agregó el ministro.

Para Cédric O, “más allá del odio en línea, necesitamos inventar una nueva forma de supervisión democrática”.

Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa (izquierda radical), consideró que “el comportamiento de Trump no puede servir de pretexto para que las redes se arroguen el poder de controlar el debate público”.

Y François Ruffin, diputado del miembro partido, tildó la decisión de “escandalosa”.

Marine Le Pen (Agrupación Nacional, extrema derecha) consideró que el veto de Twitter es un “acto de fuerza” de los “grandes grupos privados que consideran que tienen más poder, y probablemente sea cierto, que un Estado”.

“No podemos, por un lado y de forma legítima, condenar las violaciones a la democracia que tienen lugar en el marco de la intrusión en el Capitolio [...] y al mismo tiempo no [...] condenar muy firmemente a estos gigantes del sector digital, que en realidad quieren influir directamente en la democracia decidiendo quién tiene derecho a hablar”, agregó Le Pen.

Trump tenía en Facebook 35,3 millones de seguidores y en Instagram otros 24,6 millones. “Creemos que permitir al presidente que siga utilizando nuestro servicio durante este período plantea riesgos demasiado grandes”, se justificó Mark Zuckerberg, el jefe de Facebook, al explicar por qué prohibieron a Trump.

En Twitter, el presidente tenía 88,8 millones de seguidores. “Tras profundo análisis de los tuits recientes de @realDonaldTrump y del contexto actual (...), hemos suspendido la cuenta de forma indefinida debido al riesgo de nuevas incitaciones a la violencia” de parte del presidente saliente, explicó esta empresa en un comunicado.

Twitter ya había suprimido desde el miércoles varios mensajes de Trump, en lugar de adjuntarles simples notas de advertencia.

En otras redes sociales la participación de Trump era mucho menor: Youtube, 2,7 millones de seguidores; Snapchat, 2 millones; y Twitch, 152.000. (Con información de AFP, EFE y Reuters)