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El rescate que propone Trump para la economía de EE.UU.

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Foto: Reuters

OPINIÓN

A medida que la economía estadounidense se tambalea hacia el desastre, las conversaciones en el Congreso sobre qué hacer parecen haberse detenido.

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El sábado 8, el presidente Donald Trump —desde uno de sus campos de golf, por supuesto— anunció cuatro medidas ejecutivas que, según aseguró, rescatarían la recuperación económica.

Por desgracia, una de las medidas era vacua, otra trivial, otra inviable y la cuarta podría ocasionar un daño considerable.

La medida vacua simplemente insta a las agencias gubernamentales a “considerar” ayudar a los arrendatarios que están a punto de ser desalojados. La medida trivial condona los intereses y difiere las amortizaciones de los préstamos estudiantiles.

La medida inviable supuestamente ofrece nuevos apoyos para los desempleados, que ya no tienen acceso a los beneficios por la pandemia debido a que los republicanos del Senado ya no quieren proporcionarlos; pero el programa anunciado sería una pesadilla administrativa que podría tardar mucho en entrar en vigor y quizá requiera fondos complementarios parciales que los estados con el cinturón apretado no tienen. Recuerden que a los Estados les costó mucho trabajo implementar la primera ronda de asistencia a los desempleados y dejaron a millones desamparados durante muchas semanas. Esto sería peor.

Sin embargo, la medida realmente sustancial les ordenaría a los empleadores directos que dejen de cobrar impuestos sobre la nómina en nombre de sus trabajadores.

Esta es una estrategia bastante descabellada desde una perspectiva legal y constitucional. ¿Acaso los presidentes pueden simplemente dejar de recaudar impuestos debidamente legislados cuando lo deseen? Pero pongamos la ley de lado y preguntemos: ¿de qué se trata todo esto? ¿A quién se le ocurre que un recorte al impuesto sobre la nómina, incluso si se decreta mediante el debido proceso, podría resolver cualquiera de los problemas que estamos enfrentando?

Ningún economista respetable que conozca, considera que un recorte al impuesto sobre la nómina sea una buena idea. Incluso si el dinero fuera destinado a los empleados, lo cual es muy poco probable, se canalizaría precisamente a los equivocados: aquellos que no han perdido sus empleos en la pandemia, en lugar de los que sí. No estimularía las contrataciones, pues lo que detiene a los empleadores no son los costos, sino la suspensión de las actividades que suponen un alto riesgo de contagio (como comer en interiores).

Aun así, en estos momentos, muchas ideas económicas malas —como los enormes recortes fiscales para los ricos— cuentan con un fuerte apoyo político. No obstante, el recorte al impuesto sobre la nómina no es una de ellas. De hecho, los republicanos del Senado se mostraron desdeñosos y no incluyeron la idea en sus propuestas.

Sin embargo, ahí está. El aparente punto central del nuevo plan de Trump. ¿Qué está sucediendo?

La respuesta es que un recorte al impuesto sobre la nómina es la hidroxicloroquina de las políticas económicas. Es un remedio chapucero que de algún modo llamó la atención de Trump, y al que no renunciará porque sus aduladores le siguen diciendo que es infalible. Tal vez haya alguna intención oculta —esta estrategia podría terminar socavando las finanzas del Seguro Social y Medicare— pero todo eso es secundario. En esencia, esto es un berrinche de un presidente que no tiene el temperamento necesario para reconocer sus propios errores.

No estoy seguro de quién le vendió la idea a Trump en primer lugar. Su defensor más incansable ha sido Stephen Moore, quien ya ha predicho milagros relacionados con recortes tributarios que nunca se materializan (¿recuerdan cuando dijo que Kansas iba a ser la maravilla del mundo?). Hace tan solo unos días, Moore argumentó en público que Trump podía hacer recortes a los impuestos sin la autorización del Congreso; y ahora henos aquí.

Cabe aclarar que Trump no va a rebajar el impuesto sobre la nómina, lo cual requeriría un fundamento jurídico. En cambio, solo va a diferir su recaudación; los trabajadores aún deberán ese dinero unos meses después. Y sabiendo esto, muchos empleadores, si no es que la mayoría, no subirán los sueldos, solo pondrán el dinero en garantía en nombre de los trabajadores. Desde la perspectiva de la mayoría de los empleados, es posible que todo esto solo sea un acontecimiento fallido.

Pero quizá, solo quizá, Trump gane en noviembre y encuentre el modo de cancelar de manera retroactiva esas obligaciones fiscales. Si es así, dejará un gran vacío en las finanzas del Seguro Social y Medicare, programas que, diga lo que diga, siempre ha querido destruir.

No obstante, el meollo del asunto es que estamos en un momento de crisis. La ayuda de emergencia que mantuvo a flote a la economía estadounidense durante el brote de coronavirus ya expiró, aunque la pandemia sigue muy presente. A menos que se tomen medidas pronto, el gasto del consumidor colapsará y la economía se hundirá junto con él.

No era difícil predecir esto. De hecho, los demócratas aprobaron una legislación para lidiar con esta situación hace casi tres meses. Pero los republicanos del Senado se quedaron de brazos cruzados, y aún no se han dedicado en serio a proponer soluciones.

Este sería un excelente momento para recurrir al liderazgo presidencial. Sin embargo, lo que tenemos en su lugar es un promotor comercial que vende curas milagrosas en su club campestre. En el proceso, es posible que haya acabado con cualquier remota posibilidad que tenía de conseguir un acuerdo medio decente para evitar el desastre.

Como dije, no creo que haya un plan elaborado oculto en todo esto. Es cierto, las intenciones de Trump son malas, pero entrevistas recientes e información confidencial dejan claro que está con la soga al cuello y no comprende la realidad epidemiológica ni económica que tenemos enfrente.

En un momento de crisis, Estados Unidos tiene el infortunio de estar bajo el mando de un presidente que es incompetente, sumamente ignorante y, pese a todo, tan inseguro a nivel personal que se rodea de gente que le dice que es un genio universal.

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