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Líber Prudente: el partido que suspendió porque Nacional entró tarde y por qué le dicen Dr. Alegría

Hace doce años que se retiró del arbitraje y se dedica enteramente a la medicina (es médico acupunturista y fisiatra). Es uno de los responsables de un libro de anécdotas arbitrales y coautor del himno de Perry Sexta Universitario.

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Líber Prudente.
Foto: Ignacio Sánchez.

Domingo 31 de agosto de 2008. Pasadas las 15:30, el equipo de Nacional sale a la cancha del Gran Parque Central donde ya lo esperaba Villa Española. Saludo a la hinchada, fotos y prontos para jugar. ¿Y los árbitros? La cuarteta arbitral ya no estaba. Líber Prudente (52 años), juez principal, había suspendido el partido según una medida dispuesta por los árbitros ya hacía unas fechas.

“Fue una decisión que nos bajaron, una indicación precisa y que se iba a aplicar a rajatabla”, cuenta Líber y muestra a Domingo el formulario de designaciones de árbitros de la fecha anterior en el que ya se incluía la resolución de empezar en hora.

El partido se jugó meses después porque se consideró que había un vacío legal al respecto. Recién 16 años después, o sea desde este año, se está aplicando el Manual de Competiciones que hoy estaría avalando la decisión de Líber. “Esos hechos son traumáticos para uno, para la familia, y también provocan cambios”, dice sobre un tema del que ya no tiene ganas de hablar, pero le siguen preguntando.

“La reflexión es que a veces es muy fácil legislar, es muy fácil escribir, pero de cada cosa que escribimos, de cada reglamento o ley que hacemos, hay que pensar que alguien la va a llevar a cabo y qué va a pasar después. Eso creo que nos pasa hasta a nivel nacional, donde muchas veces se aprueban normas pero después nos damos cuenta de que no tenemos la manera de controlarlas”, intenta explicar sobre lo ocurrido, para enseguida agregar convencido: “Yo hice lo que me indicaron a rajatabla y tengo la conciencia tranquila de que tengo a todos los árbitros de testigo de cómo fue que se dio la instrucción”.

Cuatro años después, en 2012, estaba definiendo su retiro del arbitraje al considerar que había cumplido un ciclo. Fue el año que lo bajaron de categoría, ya que era árbitro internacional. Habían pasado 22 temporadas de una carrera de la que se siente muy orgulloso.

Inicios

Líber se acuerda clarito de aquel 8 de setiembre de 1991. El día anterior había cumplido 20 años y ahora se encontraba en la cancha de Villa Española, en el viejo Parque España que ya no existe más, arbitrando Racing-River en divisiones inferiores. Fue su debut en el referato.

Si bien la mayoría de los árbitros dice que eligió esta actividad por casualidad, la respuesta de Líber es distinta. “En mi caso fue inspirado en alguna injusticia sufrida como jugador. Quise ponerme del otro lado para tratar de hacer las cosas mejor de lo que a mí me había parecido que lo habían hecho en un fallo equivocado conmigo. Eso fue lo que más me impulsó a ser árbitro”, confiesa.

Es que quien hoy es conocido más por su actividad como médico acupunturista y fisiatra, empezó en esto del deporte como muchos, queriendo ser jugador. “Nací en Montevideo, pero viví muchos años en La Paloma donde jugaba al fútbol y al básquetbol. Empecé jugando al fútbol en el Tabaré de Rocha, era zaguero, tenía que ir sobre el 9 rival”, recuerda quien llegó a integrar dos selecciones juveniles de Rocha, la sub 16 de fútbol y la juvenil de básquetbol. “Fuimos campeones en básquetbol con La Paloma en 1988”, acota.

Cuando se mudó a Montevideo para estudiar medicina, intentó seguir jugando. Lo logró con el básquetbol, llegando a ser parte de las juveniles y la reserva de Aguada en el puesto de pivot.

Pero ni bien pisó el curso de árbitro, se enamoró de lo que encontró. “Empecé con Ramón Barreto y terminé con el ‘Chino’ Luis da Rosa, cuando Daniel Cardellino era el director de la Escuela de Árbitros”, relata y añade que en aquel momento no estaba bien visto por los árbitros veteranos ser juez en fútbol y básquetbol al mismo tiempo. Incluso tampoco les gustaba que se pitara en fútbol 5. A Líber poco le importó porque llegó a ser árbitro internacional de futsal antes de dedicarse al fútbol cancha.

“Como juez tuve la oportunidad de hacer varias cosas que nunca hubiera soñado: campeonatos sudamericanos sub 15, sub 17, sub 20, Libertadores, la final de la Libertadores 2007 entre Boca y Gremio como cuarto árbitro con Jorge Larrionda como principal… En los clásicos siempre me fue bien, dormía bárbaro, al otro día era un día común y sin reproches”, asegura.

Eran épocas en las que no existía el VAR, una herramienta de la que también opina con firmeza. “El deporte cambió y ya es un hecho que no se va a ir atrás en algunas cosas, menos en el deporte profesional. El VAR llegó para quedarse y va a ser así, entonces no gasto energía en discutir si VAR sí o VAR no. Lo que es fundamental es que los árbitros estén entrenados en el uso de la herramienta para que sea cada vez mejor y la resolución sea más ágil y a la vista de todos los aficionados”, señala convencido de que la polémica de los lunes va a seguir siempre “por más tecnología que haya”.

Para lo que le sirvió el VAR fue para elegir el título del libro que armó junto a los árbitros Olivier Viera, Néstor Rodríguez y Yimmy Álvarez (el único en actividad), ¡VARbaridad!, un compilado de anécdotas, cuentos y reflexiones arbitrales en las que colaboraron más de 50 compañeros, tanto de ligas profesionales como amateurs del Uruguay. Se lanzó en 2021 con venta a beneficio de programas de desarrollo del fútbol infantil y adolescente de la Fundación Celeste.

“Surgió una semana después de declarada la emergencia sanitaria en Uruguay, que estábamos todos encerrados. Nos empezamos a comunicar entre nosotros y dijimos ‘tenemos que salir de esto con algo productivo’. Algo así no se hizo en ningún lugar en el mundo y sirve para que la gente que viene detrás no se pierda relatos que de repente estaban en la memoria colectiva, de gente que hizo grande al arbitraje uruguayo y que nos generó todas esas credenciales de credibilidad. Es un homenaje a ellos”, señala con orgullo y anuncia que quizás puedan venir otros libros.

Bromea con que ¡VARbaridad! es una especie de venganza con los aficionados que van a la cancha e insultan a los jueces. “La mejor manera de devolver eso es hacerlos reír, sonreír y que conozcan un poco más de estos personajes tan odiados por momentos, pero en suma imprescindibles para que el deporte sea deporte. También puede servir para alentar a alguien que tiene ganas de ser árbitro; es un mundo muy lindo y que vale la pena”, afirma.

Defiende el nivel del arbitraje uruguayo diciendo que “hemos tenido grandes, enormes árbitros, pero acá siempre alguna polémica le buscaban”.

Destaca además que el fútbol es el único juego que se practica sin haber leído el reglamento. “Tiene eso de curioso, pero también eso que lo hace tan popular. La gente lo juega y muchas veces lo discute sin haber leído nunca sus reglas”, apunta.

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El País

Otras canchas

Líber completó la carrera de medicina en ocho años, recibiéndose en 1998. Con sus compañeros se mantiene en contacto a través de un grupo de WhatsApp y de tanto en tanto organizan una juntada.

Hoy trabaja en el Hospital Militar y en las mutualistas Universal, CUDAM y SAPP, además de dar clase en la carrera de medicina del CLAEH. Quien sigue sus pasos es su hijo, que estudia medicina, mientras que su hija prefirió administración de empresas. Con la madre de ambos va a cumplir 30 años de pareja en agosto. Los casó por Iglesia el padre Popelka, un ex futbolista con el que también se mantiene en contacto —está en Tijuana, México— y que escribió el prólogo de ¡VARbaridad!

En sus ratos libres le gusta ver partidos de fútbol o de básquetbol en familia. También ha seguido practicando deportes, ya que un tiempo corrió 10K y jugó al fútbol en la Liga Universitaria (LUD) en el Perry Sexta, club para el que compuso un himno.

“En el 2018 coincidió que compartí equipo con El Alemán, entonces hicimos un himno en coautoría y él le puso una música murguera. En los aniversarios lo cantan. Creemos que somos el único club de la Liga que tiene himno”, arriesga.

Con la LUD sigue en contacto porque va a ver a su hijo, que juega en Los Maristas —colegio al que fue Líber—, o da charlas a juveniles junto a exfutbolistas como el Chino Recoba, Diego Riolfo o Sebastián Abreu. “Les hacemos ver que se puede compatibilizar perfectamente el deporte con el estudio”, acota.

Sostiene que el fútbol siempre lo acompañará, incluso hay gente en la calle que aún lo reconoce y le pide que vuelva. “Cuando uno se va probablemente lo valoran muchísimo más y mejor que cuando estaba”, comenta a las risas quien siempre se sintió respetado en el ambiente deportivo.

“Yo disfrutaba mucho la actividad, incluso dentro del campo de juego se lo intentaba transmitir tanto a mis compañeros como a los jugadores porque hay que tratar de ser positivo y alentar a la gente a que consiga sus objetivos. Yo viví mi carrera como trato de vivir mi vida y para eso hay una expresión de cabecera que siempre me acompaña: ‘¡Con alegría... vamo’ arriba!’ (de ahí su apodo, Doctor Alegría).

¡VarBaridad!

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