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Ayer votaban, hoy se oponen

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La grey católica ha solicitado autorización a la Intendencia de Montevideo para colocar una estatua de la Virgen María en la rambla del Buceo. Según informó El País el domingo último, el proyecto está frenado en la Junta Departamental porque no se cuenta con los votos necesarios.

La grey católica ha solicitado autorización a la Intendencia de Montevideo para colocar una estatua de la Virgen María en la rambla del Buceo. Según informó El País el domingo último, el proyecto está frenado en la Junta Departamental porque no se cuenta con los votos necesarios.

Solamente los ediles del Partido Nacional están dispuestos a aprobar la iniciativa. Se desconoce cuál será la postura de los curules que responden directamente al Partido de la Concertación, que -al parecer- dejaría en libertad de acción a sus representantes. Mientras que el Frente Amplio se pronunciaría por la negativa.

El tema despertó en su momento una polémica. El cardenal Daniel Sturla uno de los impulsores de la idea, fue criticado por el expresidente Julio María Sanguinetti y algún legislador colorado.

¿Qué hay detrás de todo esto? Resabios trasnochados de los tiempos en que José Batlle y Ordóñez lanzó una furibunda persecución contra la Iglesia Católica. Ofensiva con tristes episodios como la expulsión de las monjas de los hospitales en los que prestaban un importante servicio a la comunidad, ejerciendo la caridad entre los enfermos. Simultáneamente se produjo el retiro de los crucifijos e imágenes religiosas no solo de los hospitales y escuelas, sino de toda institución pública. Sucedió en 1906 y generó una situación de enfrentamiento en la sociedad uruguaya, que aún no había sanado las heridas de la Guerra Civil de 1904.

El 5 de julio de 1906, José Enrique Rodó, por entonces diputado colorado y del sector de Batlle y Ordóñez, escribió una carta publicada en el diario La Razón, titulada La expulsión de los crucifijos, en la que condenaba no solo la decisión de retirar las imágenes cristianas, sino también la forma cómo se había hecho. Fue la primera de una serie de cartas que luego conformaron el libro Liberalismo y Jacobinismo. Fue también su ruptura con Batlle y Ordóñez. El enfrentamiento entre el Estado y los gobiernos de la época se zanjó con la Constitución de 1918 que, no solo consagró la separación de la Iglesia del Estado, sino también el voto secreto y las garantías para su ejercicio. En la redacción de la nueva carta Magna, jugó un papel protagónico Washington Beltrán Barbat que, contrariamente a lo que mucha gente cree, no era católico sino agnóstico, pero respetuoso de todos aquellos que abrazaban una religión, fuera cual fuese.

Estos hechos acontecieron hace exactamente 110 años. Felizmente el tiempo fue borrando los rencores. Hoy nadie puede discutir la libertad de cultos que existe en Uruguay. Nadie puede discutir la libertad que reina en el país. Lo que parece absurdo es la oposición a colocar una estatua de la Virgen María en la rambla de la capital.

Argumentan que la laicidad está en juego. ¿Por qué entonces algunos de los que hoy se oponen, votaron en el Parlamento, a fines de 1987, el mantenimiento de la Cruz que se construyó para recibir al papa Juan Pablo II en Tres Cruces? En aquellos años, era cronista parlamentario de Radio Sarandí y recuerdo la apasionada defensa en favor de la Cruz que hizo el entonces senador Jorge Batlle. Sería interesante que quienes no quieren la imagen de la Virgen María, leyeran dicho discurso, y también el libro de Rodó. Tal vez se queden sin argumentos. O cambien de opinión.

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Diego Fischer

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