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La asfixia de los tamberos

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Editorial

Lo de Conaprole no es un hecho aislado; antes fue con el campo en su totalidad, con los autoconvocados, con Un Solo Uruguay. Al gobierno, a su partido y a su central sindical, no les gusta el Interior y menos el sector agropecuario.

Tiempos difíciles, de incertidumbres y penurias se viven desde hace años en Conaprole. La semana pasada hubo una asamblea de productores (sus verdaderos dueños) en Florida: el 50% está pensando en dejar la actividad. Otros más desesperados llegaron incluso a manejar la necesidad (o la posibilidad) de vender Conaprole. Para Agustín Sojo, tambero de Durazno, por ejemplo, "esto es una clara expresión de los tamberos que han tocado fondo. Seguramente no sea un deseo de los productores, sino una clara expresión de desesperación".

Cuatro grandes rubros son protagonistas en este panorama:

1) Los altos costos de producción. Uruguay tiene el dudoso privilegio de poseer los combustibles más caros de la región; en materia de energía eléctrica los costos que tiene el sector lechero significan unos US$ 20 millones por año. Además todo se ha agravado en los últimos meses porque los productores tienen sus insumos en dólares: alimentación de las vacas, agroquímicos, semillas, pasivos.

2) El bajo precio del litro de leche remitido a planta. Con leves caídas en el medio, en estos últimos cuatro años el precio que recibe el productor es de $ 10 por litro.

3) Las dificultades de mercados a nivel internacional. Desaparecida Venezuela (con deuda impaga a Conaprole y Pili incluida), solo queda como destino fuerte el Brasil. Hay enormes dificultades para acceder a los buenos mercados por la falta de acuerdos internacionales. Este gobierno desprecia los tratados y así nos va. El país debe pagar aranceles para vender en el exterior, mientras que la competencia tiene mercados libres.

4) Los interminables conflictos sindicales. Han transformado el trabajo en un martirio y es el factor que más repercute en el productor. La despiadada presión sindical, la voracidad de sumar más privilegios cansan y muchos empiezan a ver como una liberación, dejar de estar financiando a quienes conspiran contra ellos. Y no es un tema de opinión, son los números que cantan.

La plantilla de funcionarios de Conaprole son unos 2.000 (1.825 efectivos y unos 200 zafrales), mientras los productores son menos de 1.900. El sueldo promedio de los empleados es de $ 57.000, trabajan seis horas y media, seis días a la semana, cobran aguinaldo y medio, su sueldo se incrementa con una prima por antigüedad muy superior a la laudada, la cooperativa aporta dinero a un fondo de retiro que permite cobrar una prima al empleado al momento de jubilarse; mientras la mitad de los tamberos —que en su mayoría son familias— cobraron en promedio $ 31.000 en el mes de julio. De allí debieron deducir salarios, en caso de tener empleados, y bancar el establecimiento. Hace unos 2 años que 300 tamberos no cobran nada porque se han endeudado con la cooperativa en espera de tiempos mejores. Y muchos de ellos han perdido toda capacidad de financiamiento. La deuda del sector lechero ronda los 400 millones de dólares.

En los últimos meses, Conaprole sufrió un prolongado conflicto porque su directiva planteó incorporar una cláusula de paz en el nuevo Convenio, mala palabra para el sindicato. Hartos, los tamberos le pidieron a las autoridades que se mantuviese en una línea dura, cansados de la prepotencia sindical. A duras penas se logró parcialmente un acuerdo y se levantaron las medidas de fuerza. Pero a los pocos días, otra vez a la pelea, ahora por la pretensión sindical de modificar el sistema de trabajo en la cooperativa, algo que, obviamente, no fue aceptado; "el diálogo no se corta —fue la estoica respuesta—, pero no vamos a negociar cómo gestionar la empresa, no corresponde".

Lo de Conaprole no es un hecho aislado; antes fue con el campo en su totalidad, con los autoconvocados, con Un Solo Uruguay, porque tuvieron la osadía de movilizarse para reclamar urgentes medidas. Al gobierno no le gusta el Interior y menos el sector rural, el campo. En sus primeros viajes por el mundo tras asumir su segundo mandato, Vázquez omitió en sus visitas a Europa (España, Italia, Austria, Francia) y China por ejemplo, a representantes del campo, como si Uruguay se dedicara a vender al mundo espejitos y bolitas de colores, y no carne, lácteos, soja y arroz. Uruguay exporta alrededor de 8.500 millones de dólares por año: el 85% de ello corresponde a bienes agroindustriales. Y el premio Banco República, a la principal empresa exportadora del país, hace años que lo gana Conaprole. Fueron US$ 421 millones que exportó el año pasado.

Parece clarito, pero este gobierno, su partido y su central sindical no lo entienden. O, lo que es peor, no les importa mucho. Así vamos.

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