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“El no por el no”

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TOMÁS LINN
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El presidente Luis Lacalle Pou no pudo disimular un mínimo gesto de pesimismo cuando en una reciente entrevista, Blanca Rodríguez del informativo Subrayado le preguntó sobre el planteo uruguayo de permitir mayor flexibilización en el Mercosur.

Lacalle eludió dar una respuesta concreta aduciendo que todavía se estaba negociando, pero no pudo (o no quiso) disimular su impresión de que el tema era complicado.

A los pocos días, el secretario de Relaciones Económicas de Argentina, Jorge Neme, adelantó a la prensa su opinión: “no compartimos la posición de que cada país inicie negociaciones de manera individual”. El canciller uruguayo no se mostró conforme: “Queremos conocer las razones, porque hasta ahora no sentimos que estén fundamentadas por parte de Argentina, sino que es el no por el no”.

Basta observar la peculiar política exterior argentina en los más diversos temas y su cerrado proteccionismo para concluir que efectivamente es “el no por el no” y que así ha de continuar siendo.

Es difícil concebir un mercado común de países donde unos socios buscan más apertura comercial mientras otros se cierran en un rígido proteccionismo. Uruguay quiere acceder a clientes de todo el mundo y comerciar en las mejores condiciones posibles para generar divisas y mejorar la calidad de vida de los uruguayos. Sin embargo Argentina con su crisis económica, sus enormes dificultades para pagar la deuda externa y golpeada por la pandemia, dispuso no exportar su carne: se cerró al ingreso de divisas cuando más las necesita.

Son visiones tan opuestas que no hay manera de conciliarlas.

Uruguay cuenta con apoyo de Brasil y Paraguay. El canciller Francisco Bustillo y la ministra de Economía Azucena Arbeleche estuvieron en Asunción la semana pasada para hablar con sus colegas. También estuvieron en Brasil.

Los apoyos son, sin embargo, relativos. Por un lado rige en el Mercosur el concepto del consenso: si bien puede haber mayoría para tomar una decisión, basta que uno se oponga para que no se concrete. Las resoluciones se toman por unanimidad.

Paraguay, según ha dicho Bustillo, “está en una suerte de zona de confort” porque cerca “del 65% de su oferta exportable tiene destino intra-Mercosur”. Es una situación parecida a la uruguaya de hace unos años. Pero en definitiva, ni para Uruguay ni para Paraguay el objetivo debería ser reducir el volumen de exportación a sus socios de Mercosur, sino añadir nuevos mercados y expandirse. Bajar el porcentaje de intercambio con los vecinos (si se sube con otros países) no necesariamente significa bajar el volumen. Son cosas distintas.

Brasil está interesado en pedir que se baje el arancel común y por lo tanto arma un paquete en que agrega la pretensión uruguaya. El problema es que el año que viene hay elecciones y si llega a ganar Lula da Silva, o incluso algún otro, Brasil puede volver a su tradicional proteccionismo.

Hace unos días el periodista de La Nación, Carlos Pagni, entrevistó al expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (que prefirió apoyar a su eterno adversario Lula, antes que facilitar la reelección de Bolsonaro) y le preguntó sobre el Mercosur. Cardoso fue muy escurridizo; a duras penas tocó el tema de bajar el arancel y no hizo mención alguna a lo de la “flexibilización”. Habló, sí, de la importancia de la integración regional que suena muy lindo pero solo funciona si los miembros tienen una común estrategia comercial.

El tratado de Asunción establece que las negociaciones con países de afuera del Mercosur solo deben hacerse por el conjunto del bloque. Por eso Uruguay quiere modificar la cláusula. De no aceptarse la postura uruguaya, queda la posibilidad de que Uruguay consiga “permisos” por así llamarlos, caso a caso. Pasó con México en 2004. Pero fue un proceso excepcional y trabajoso; nada garantiza que se repita. Siendo presidente Tabaré Vázquez, Brasil se opuso a que Uruguay acordara un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

No es fácil irse (Lacalle ha dicho que no se trata de dar un portazo) pero si Argentina no cede, tampoco es fácil quedarse. Este asunto se viene discutiendo desde las presidencias de Jorge Batlle. Vázquez y José Mujica, ¿Cuánto más hay que seguir esperando? Al mantenerse Argentina plantada en su postura, Uruguay no puede seguir postergando una solución.

No es lo deseable, pero la posibilidad de irse del Mercosur debería estar prevista. El ejemplo del Brexit muestra que estos procesos son muy complicados. Por lo tanto debe preverse un procedimiento para en caso de salir, reformular acuerdos bilaterales con los vecinos y a la vez acelerar tratados con otros países.

Tal vez no haya que recurrir a esas previsiones y se llegue a un acuerdo satisfactorio. Pero es preferible tener todo adelantado para el caso de que sea necesario. No puede haber improvisación en este tema. Por las dudas, hay que empezar a imaginar alternativas posibles e inteligentes. Cuanto antes, mejor.

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