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Periodismo del sentido común

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Hernán Sorhuet Gelós
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El proceso cada vez más global de implantar modelos de desarrollo sustentables debe ir acompañado de cambios —en la misma sintonía— en áreas más concretas de la vida social.

Una de ellas es la comunicación, por su esencialidad e impacto en la calidad de vida de las personas.

Un paradigma no se modifica sin la directa participación de la comunidad, a todos los niveles. Por eso, el flujo de información de calidad se presenta como una de las claves de la transformación requerida para alcanzar sociedades sostenibles, o sea, aquellas regidas por la equidad, la justicia y la conservación.

El periodismo debe experimentar un marcado giro hacia el enfoque ambiental de la realidad, sin que ello signifique abandonar ninguno de sus principios ni postulados fundamentales. Porque de esa manera contribuirá a informar mejor sobre las crisis socio-ambientales locales, que en conjunto asumen una dimensión planetaria.

Hablamos de una realidad sustentada en múltiples evidencias científicas que alertan sobre peligros y posibles colapsos en los sistemas que conforman la biosfera. El cambio climático es un buen ejemplo.

La complejidad de la realidad actual requiere de medios de comunicación aggiornados y especialmente preparados.

Hablamos de un periodismo marcado por el sentido común, debido a que debe responder con éxito a los retos que nos impone la realidad. Su singularidad radica en que concibe a la información en su visión más amplia, pues abarca con igual énfasis los aspectos científicos, sociales, políticos, económicos, culturales, ecológicos y éticos de las noticias y los análisis que se realizan de lo que ocurre. Su principal complejidad está determinada por la necesidad de ayudar a comprender la trama y la interdependencia existente entre estos campos de la vida social y los límites físico-químicos de nuestro hogar planetario.

Sin esta amplia visión de la realidad, el trabajo periodístico se expone peligrosamente a mantener la riesgosa fragmentación de la realidad que nos ha caracterizado, ofreciendo una visión parcial que reduce su comprensión y limita la participación ciudadana.

Si esta innovación periodística tiene éxito, sacudiremos la conciencia ambiental en la gente, impulsando la gobernanza y el empoderamiento, haciendo pensar y, por lo tanto, debatir mucho más que hasta ahora, sobre los temas que más nos afectan y preocupan.

Algunos de sus retos más obvios son propios del buen periodismo, como honrar la verdad o combatir el catastrofismo y el sensacionalismo.

Otros son más específicos, como el valor esencial que tiene mantener el rigor científico y técnico con que se maneja la información; se debe utilizar información rigurosa y contrastada. Esto nos conduce a una de sus mayores debilidades: la preparación y capacitación de los periodistas.

Los procesos importan más que los acontecimientos pues explican mucho mejor "el porqué" (causas y responsabilidades), ayudando a buscar soluciones y a la prevención.

Además, esta profesión demanda mucha independencia pues el periodista se debe al público. Pero no es sencillo ignorar las presiones internas y externas, que siempre emergen cuando se rozan intereses.

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