Bach vs reguetón

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ÁLVARO AHUNCHAIN
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Mi amigo Coco Píriz, director del estudio Absolut de Diseño de Sonido, acaba de postear en su perfil de Facebook una gran y dolorosa verdad: "En la playa, En el tránsito. De vacaciones o laburando.

Prácticamente la única música que se escucha es la que tiene esa insufrible base de reggaeton”. Agrega un improperio que le ahorro a los lectores, pero con el que estoy cien por ciento de acuerdo.

Dos días en Montevideo, en medio de mis vacaciones, me bastaron para alarmarme en ese mismo sentido. El ritmo machacón y repetitivo del reguetón suena en todas partes. Y ni que hablar de esas letras, todas iguales, que compiten entre sí a ver cuál es más vulgar, procaz o elemental.

El privilegio no es solo de ese género musical: en una de las radios periodísticas que escucho habitualmente cuando manejo apareció un tema titulado "Cosita seria", que arrancaba diciendo "un fulano me gritaba / si fuera helado me la chupaba" (sic). De puro masoquista, googleo en busca de quién fue el Gustavo Adolfo Bécquer que formuló esos versos y me encuentro con un grupo colombiano de supuesto rock alternativo, llamado Aterciopelados, que tiene en su haber un Grammy Latino (el mismo premio que, en su categoría de reconocimiento a la trayectoria, acaba de ganar paradójicamente un genio uruguayo de estatura mundial como es Hugo Fattoruso).

Hago mío el enojo de Coco Píriz: la industria de la música ha llegado a un nivel de bajeza y mediocridad que refleja la pobreza cultural de nuestras sociedades y, lo que es aún peor, la retroalimenta.

Por eso me resultó particularmente grata una iniciativa en solitario de una cantante española que desconocía, Sheila Blanco. Se filmó con su celular en modalidad selfie, cantando una letra muy graciosa acerca de la vida de Johann Sebastian Bach, sobre la melodía del célebre Badinerie de este genio alemán.

El ingenioso poema, que versifica con precisión absoluta la sofisticada melodía de Bach, narra la historia del músico con mucho humor y persuade al espectador de su genial aporte al arte mundial. Justamente uno de los pasajes de esa letra sugiere que "si estás cansado del reguetón / escucha Bach y pon atención, / en sus corcheas y semicorcheas / está la historia de nuestra Humanidad", concluyendo que "si hubo alguna vez un Dios / fue Juan Sebastián Bach".

El videíto de la española explotó en las redes sociales y lo están reproduciendo medios de todo el mundo. Es muy fácil de encontrar, escribiendo en cualquier buscador "Bach es Dios, Sheila Blanco".

He aquí un interesante fenómeno de gestión cultural. Consciente de su aporte o no, ella marca un camino a emprender para sacar a las nuevas generaciones de la aberrante condena escatológica a que los conduce la música chatarra. Rompe el paradigma de que la música culta es aburrida y la aggiorna y promueve, respetándola al mismo tiempo, sin atenuar en nada su belleza original.

¿Es tan difícil replicar tal ejemplo desde el Estado? ¿Costaría tanto nutrir la programación de TNU y de las radios oficiales de ejemplos como este, hechos con dos pesos, que promuevan y destaquen a los grandes creadores nacionales y extranjeros de la música, la literatura y el arte de todos los tiempos?

A lo mejor, una política cultural consistente y agresiva en ese sentido, influiría en algo en los mansos y huérfanos oídos de nuestros chiquilines, de manera de que cuando vuelva a sonar un reguetón idiota, cambien de emisora. Quién te dice.

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