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Alas-U y algo más

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Negarse a que se forme una comisión investigadora para revisar lo actuado en situaciones concretas, termina pareciéndose a una “auto-incriminación”. Es como decirle al mundo: “no siga porque terminará encontrando lo que de verdad cree que hay”.

Negarse a que se forme una comisión investigadora para revisar lo actuado en situaciones concretas, termina pareciéndose a una “auto-incriminación”. Es como decirle al mundo: “no siga porque terminará encontrando lo que de verdad cree que hay”.

Ya el Frente había sido reticente (aunque al final cedió) a habilitar la comisión parlamentaria que investigó lo sucedido en Ancap y que dejó en evidencia muchas irregularidades, algunas de las cuales fueron llevadas ante la Justicia.

El problema para la bancada oficialista es que no termina de salir de un problema, cuando entra en otro y en otro más. Quizás crea que al impedir esta nueva comisión, cortará de una buena vez con tanta mala racha.

No tendrá tanta suerte. Esos temas ya están alarmando a la sociedad, los investigue el Parlamento o no. Los negocios con Venezuela generaron desconfianza desde el primer día y es lógico que ahora los partidos de oposición quieran investigar que ocurrió.

La cerrada defensa de un sector frentamplista a la creciente dureza del régimen chavista hace pensar, a esta altura, que hay algo más que una rígida adhesión ideológica. Si la investigación fuera posible, los uruguayos entenderían cuáles otros intereses están en juego.

Pero no se trata solo de Venezuela. El caso Pluna nunca quedó del todo cerrado. Aquel insólito escándalo sigue dando que hablar, aunque ahora bajo el nombre de Alas-U.

Todo empezó con el episodio del remate y continúa con este frustrado proyecto de empresa aérea que reemplazaría a Pluna, pero que se quedó sin aviones. Aunque hablar de proyecto frustrado sería en este caso, una distorsión de la realidad. Solo ideas posibles generan frustración cuando algo hace que dejen de ser viables.

No es el caso de Alas-U: nunca fue viable. Nadie jamás creyó que tenía posibilidades de sobrevivir. Si Pluna, como tal no funcionó, si su primera semiprivatización tampoco funcionó y menos aún lo hizo la segunda, ¿no será hora de aceptar que hay allí una idea sin destino? ¿Qué no es negocio que haya una aerolínea uruguaya, más en un mundo donde hasta las grandes empresas también tienen problemas?

Lo cierto es que no hay aviones ni vuelos, las deudas crecen y es difícil que se otorguen más préstamos. La empresa supone que con la temporada de verano, las cosas mejoren. Pero ya nadie cree en tales argumentos.

El presidente Tabaré Vázquez anunció que no habrá más asistencia estatal. El ministro Danilo Astori confirmó esa tesitura.

Pero mientras siga existiendo, se seguirá perdiendo dinero, aunque tan solo sea para pagar los sueldos de los funcionarios. ¿Cuánto dinero se llevó la sola idea de poner Alas-U en marcha? Aquellos largos meses de espera donde parte de lo que sería el personal de la futura empresa (y era el personal de la anterior) seguía cobrando un seguro de paro, un subsidio, el nombre no hace a la cosa pero lo cierto es que tuvieron ventajas inusuales a un costo enorme.

Algún día habrá que revisar el rol del sindicato en este espectáculo sin fin. Sus presiones fueron y son tan fuertes que el tema sigue dando que hablar. Como niños caprichosos, aseguran que de ahí no se mueven. En cualquier otra actividad, si un negocio no rinde, sus empleados salen a buscar nuevo trabajo. No esperan, no apuestan a milagros inexistentes. Se reciclan y resurgen otra vez y en otro rubro. Ocurre acá y en el resto del mundo. Menos, claro, en la galaxia de los empleados públicos (y afines) cuyos puestos están asegurados contra viento y marea.

No es indispensable que Uruguay tenga una línea aérea con su bandera. No a este precio. Los uruguayos, con sus tributos, en el pasado subsidiaron los viajes de quienes compraban pasajes en Pluna cuando era estatal. Luego se hicieron cargo de otros dos fracasos. ¿Hasta cuando se insistirá?

Lo de Alas-U es secuela del escándalo Pluna, ocurrido en plena presidencia de José Mujica, que en vuelo a un país cercano le anunció a un periodista que a esa misma hora se estaban rematando los aviones en un procedimiento que duraría apenas minutos. Estaba informado hasta la minucia, porque así ocurrió. De ese hecho derivaron todos los demás.

Está lo de Pluna, lo de Ancap, lo de ALUR y ahora los negocios con Venezuela. La lista es demasiado larga y parece una historia de nunca acabar. Un diputado del MPP, que vivió en la chacra que entonces era presidencial, decía conocer bien la realidad chavista gracias a la cantidad de viajes que hizo a Venezuela. Pero no viajaba para adoctrinamiento político sino para concretar negocios. Si no estaba haciendo nada malo, ¿por qué se niega a que el tema sea investigado?

Haya o no haya comisión investigadora respecto a lo de Venezuela, el tema deberá ser investigado a fondo, aunque sea por otras vías y aunque no se cuenten con las facilidades que da una comisión. El periodismo, los expertos en estos asuntos, los políticos opositores, todos y cada uno por su cuenta, deberán poner manos a la obra.

Algo hay. Por eso se niegan a habilitar la comisión.

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Tomás Linn

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