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Contagio en niños abre debate sobre si se los debe vacunar contra el coronavirus

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La comunidad científica estudia si las nuevas variantes del virus podrían ser más transmisibles también entre los niños. Foto: Leonardo Mainé
Comienzo de clases en Jardin de Infantes 213 Enriqueta Compte y Rique, ubicado en Gral. Luna 1270, primer dia de clases en jardines de infantes luego de la cuarentena voluntaria por emergencia sanitaria a causa de la pandemia por coronavirus Covid19 en Uruguay, centros de enseñanza publica en Montevideo, ND 20200615, foto Leonardo Maine - Archivo El Pais
Leonardo Maine/Archivo El Pais

PARA LOGRAR LA INMUNIDAD DE REBAÑO

La industria farmacéutica no ha acabado los ensayos clínicos que determinan la seguridad y eficacia de vacunas en niños. Por eso, ninguna autoridad regulatoria internacional ha validado su uso.

Hasta el último día de febrero, al término de las vacaciones de verano, Uruguay llevaba reportados 6.191 menores de 15 años que alguna vez contrajeron el COVID-19. Tres semanas después, la cifra trepó a 9.354. El incremento empezó a llamar la atención de algunos pediatras y de las autoridades sanitarias. Más aún teniendo en cuenta que el crecimiento de los contagios fue un poco mayor al observado en la población más adulta.

La incertidumbre aumentó más al conocerse que uno de cada cinco infectados en Río Negro -un departamento que había estado casi toda la pandemia en la zona de menor riesgo epidemiológico y ahora está en el máximo nivel- es niño o adolescente. Y aunque las dudas son más que las certezas, con esto alcanzó para que en el Consejo de Ministros del martes se conversara sobre la vacunación infantil.

“No podemos hablar de inmunidad de rebaño sin tener en cuenta la vacunación a niños y adolescentes”. Así lo entiende Homero Bagnulo, el uruguayo que integró la Society of Healthcare Epidemiology of America, y cuya principal argumentación responde a una sencilla estadística: si la inmunidad colectiva para el COVID-19 -es decir la capacidad de que una comunidad quede protegida aun cuando algunos de sus integrantes no puedan vacunarse- se alcanza tras una vacunación que supere al 70%, “es absurdo que exista entre el 18% y 22% (que es la población menor de edad) que quede por fuera de antemano”.

¿Qué se sabe (o no) sobre los contagios en niños?

La cantidad de menores de 15 años que alguna vez dieron positivo en el test del COVID-19, en relación al resto de la población, se incrementó tres puntos porcentuales desde enero. Así lo deja en claro los informes epidemiológicos que hace público el Ministerio de Salud.

Entre la comunidad científica y los médicos pediatras aún se discute los motivos de dicho incremento. Hay quienes entienden que la subida es el reflejo de lo que acontece en la población adulta, en especial en los adultos jóvenes que son padres o quienes más interactúan con niños.

Otra explicación es que, por los protocolos sanitarios, los jardines y escuelas son de los espacios en los que hay más vigilancia epidemiológica y mayor captación de casos positivos. Cuando un docente o un alumno da positivo, enseguida se aísla e hisopa al resto de la clase. Eso podría disminuir el porcentaje de subreporte y verse en un incremento de casos positivos detectados en un momento de alta circulación comunitaria del virus.

La tercera opción es que pueda haber una modificación virológica a causa de la circulación de las nuevas variantes. La más simple es que, como la variante P1 se transmite más, también se verán aumentos en edades menores. La más compleja y que todavía la ciencia no ha llegado a resultados concluyentes con estudios en humanos es que la variante P1 podría infectar a los niños un poco más de lo que hacían las versiones anteriores del virus. Eso sí: el aumento de contagios en niños, por ahora, no se ve reflejado en un aumento de casos graves y, mucho menos, en muertes de menores de edad.

En Río Negro, donde el 20% de los positivos eran menores de edad, la Cátedra de Enfermedades Infecciosas de la UdelaR sugirió la secuenciación genómica del virus que pueda haber infectado a algunos de esos niños. El objetivo es comenzar a entender un poco más qué podría estar sucediendo.

Uruguay, como la inmensa mayoría de países, fijó dos objetivos principales en su campaña de vacunación: la reducción de las muertes que causa el COVID-19 y evitar el colapso del sistema sanitario. Como los adultos mayores son quienes tienen más chances de presentar formas graves de la enfermedad, se ha priorizado la vacunación en esta población.

Los niños -incluso aunque ahora esté en duda si se contagian más que antes- por ahora siguen teniendo manifestaciones más leves de la infección. De hecho, en Uruguay solo tres menores de 15 años con COVID-19 han pasado por las unidades de cuidados intensivos en más de un año de pandemia.

Pero Bagnulo entiende que tal vez llegó el momento de introducir un nuevo objetivo a la vacunación: la reducción de la circulación comunitaria del virus y la búsqueda de la inmunidad de rebaño. Y ahí cuadra la inoculación a niños.

Bagnulo no está solo en esta cruzada. El célebre Anthony Fauci, director del Instituto de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos y asesor del mandatario de ese país, ha dicho hace casi tres meses que la humanidad debía ir hacia la vacunación en niños. Y el primer día de marzo, en un artículo que lo citan en Medscape Infectious Diseases, aseguró que el mundo iniciará la administración de dosis a esa población entre fines de 2021 y comienzos de 2022.

El problema es que, hasta ahora, la industria farmacéutica no ha acabado los ensayos clínicos que determinan la seguridad y eficacia de vacunas en niños. Por consiguiente, ninguna autoridad regulatoria internacional ha validado su uso. Y Uruguay, que carece de una agencia de medicamento de regulación interna, sigue los pasos de las agencias internacionales (en especial las de Estados Unidos y Europa).

Vacuna contra el coronavirus. Foto: Leonardo Mainé.
Vacuna contra el coronavirus. Foto: Leonardo Mainé.

Cuando fue la pandemia del VIH, hace medio siglo, Fauci había sido una voz clave en el derecho al acceso a medicación antes que se terminaran los estudios para la aprobación del fármaco (eso que ahora se llama “uso compasivo”). En ese sentido, no sería extraño que, para casos puntuales, en Estados Unidos el debate de la aplicación en niños se acelere aún más.

La comisión asesora de vacunas en Uruguay aún no ha puesto a consideración este asunto, siquiera la vacunación entre menores que sean mayores de 16 años (edad para la cual ya hay aprobación internacional).

Por ahora la comisión está centrada en la vacunación de quienes se recuperan del COVID-19 (como informó El País se bajó a tres meses el tiempo de espera para recibir la primera dosis tras la infección); y está evaluando la continuidad del plan vacunatorio.

Bagnulo y algunos pediatras entienden que llegó el momento de cuestionarse: ¿realmente a los niños no les pasaba nada? ¿No será hora de sumarlos a la vacunación?

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